¿Los padres empresarios poseen algún gen que hereden a los hijos el cual les favorezca su incursión en el mundo de los negocios? ¿O es más bien el ejemplo de un estilo de vida lo que legan a sus descendientes y lo que los encamina a continuar una vida profesional y personal exitosa?
Humberto Gutiérrez Jiménez, empresario dedicado al almacenamiento y refrigeración de alimentos cárnicos, lácteos y embutidos, expresa que, si bien es cierto que a ser padre se aprende en el camino, sí cree que haya un gen entre los padres empresarios que se transmite a los hijos: “especialmente el del gusto por trabajar, el de la responsabilidad».
Recuerda cómo su papá, otro empresario, le heredó los valores de la honradez, el trabajo y la cultura del esfuerzo. Valores que, a su vez, él ha inculcado a sus tres hijos.
Uno de ellos, Humberto Gutiérrez Prieto, recuerda con cariño una anécdota: cuando era adolescente, acompañó a su padre a un viaje a Chihuahua. Se fueron en camión y se detuvieron en 16 paradas. Un viaje larguísimo. “Pensamos que sería una buena experiencia. Me hizo entender lo que conlleva el trabajo, el sacrificio”.
De todas las cosas que le ha aprendido a su papá, destaca la honradez, la responsabilidad, el dar la cara cuando las cosas no salen como estaban previstas. Esa educación lo ha motivado a emprender numerosos proyectos. Actualmente, lidera junto a su padre una empresa llamada Galmex.
Luis Salvador Alcalá Alba es un reconocido empresario de la industria textil en Aguascalientes. Su papá, Eugenio Alcalá Mancilla, fue dueño de la Academia Alcalá. Recuerda que siempre les enseñó a él y sus hermanos a ser muy estrictos en cuestiones de conducta y respeto hacia ellos mismos y los demás.
Junto con su esposa, Alcalá Alba cuidó de manera especial la educación de sus hijos. «Mi trabajo hizo que nuestros chicos crecieran dentro del ambiente empresarial. Hacían su tarea en los mostradores de las tiendas. Eso les quitaba el gusanito de la vagancia y siempre los mantenía ocupados. Eso propició que tuvieran afición al estudio y ningún miedo al trabajo».
Su primogénito, Salvador Alcalá Jiménez, se mudó a Monterrey a estudiar su carrera. Al regresar a Aguascalientes se presentó la oportunidad de abrir la primera planta textil y le pidió a su padre la oportunidad de manejarla. «La llevó extraordinariamente bien», recuerda Salvador Alcalá Alba con sumo orgullo.
“Si no es el gen, sí es el ejemplo; el ambiente de la casa. Lo que se mama en casa, persevera”, afirma.
Las dificultades y la capacidad de sobreponerse a ellas también educan. Décadas atrás, en vísperas de Navidad, una tienda se incendió y quedó reducida a cenizas. Con mucho temple, Alcalá Alba y su familia superaron la adversidad.
“Los chicos crecieron en ese ambiente. Han tenido tropezones, sin embargo, han resurgido porque tienen el coraje de enfrentar el fracaso, porque saben que en ningún momento es el acabose. Es una enseñanza», resume.
Alcalá Jiménez evoca ese momento. Le quedó grabada la actitud de su padre de «dar vuelta a la página, arreglar el asunto y continuar»; pero lo que más le aprendió fue «la devoción al trabajo, es la cualidad más importante». Tras laborar con él por varios años, separó su camino y emprendió diversos negocios.
Su hijo, Luis Salvador Alcalá Durán, rememora que su padre le enseñó que para conseguir cualquier cosa que quisiese, tendría que ganársela. «Los sábados eran sagrados para mí porque me iba con mi papá a trabajar.. Nos enseñó mucho el valor de trabajar fuerte».
Actualmente, es secretario de Enlace Ciudadano del Ayuntamiento de Aguascalientes, y si bien es cierto que tomó un camino ajeno al empresarial, reconoce que en él perduran las enseñanzas de su padre y abuelo: “Siempre nos dejaron muy en claro que no se viene a acumular dinero, se viene a acumular buenas acciones».
Concluye que más que un gen que se transmita de generación en generación, se trata de un testimonio: «Es algo que tú ves, admiras, replicas y continúas. ¿Quieres aportar algo? Da testimonio de lo que estimulan los valores».
«Nuestra obligación como padres es entrenarlos para la vida, y entrenarlos significa sufrir subidas y bajadas, tener épocas de hambre y frío, tiempos de sacrificio. Hay que formarlos porque por más duro que seas con tu hijo, la vida va a ser más dura», expone Luis Salvador Alcalá Alba.