Entre las múltiples fuentes renovables para sustituir los combustibles fósiles el hidrógeno es una que puede tomar fuerza en México.
Su principal ventaja es que al combustionar no genera gases que contaminen o contribuyan al efecto invernadero. Asimismo, es el elemento químico más abundante de la naturaleza y una vez almacenado puede convertirse en energía eléctrica.
Además, su demanda global como combustible se ha triplicado desde 1975 hasta llegar a los 70 millones de toneladas anuales en 2018, señala la Agencia Internacional de Energía (AIE).
En ese contexto es que surge la Asociación Mexicana de Hidrógeno (AMH) integrada por 30 empresas.
El plan de trabajo es proporcionar herramientas e iniciativas que promuevan la la adopción de este recurso renovable para la generación de energía eléctrica . De ahí el acercamiento con reguladores de energías, agencias de movilidad, incluso con clústeres energéticos del país, declaró Juan Antonio Gutiérrez, secretario General de la AMH.
Explicó que actualmente el hidrógeno es tres o cuatro veces más caro que cualquier otra forma de energía. Sin embargo, para el 2050 será más barato que otros combustibles. ¿La razón? Es un elemento renovable que depende del agua, el sol y viento.
¿Pero cómo se obtiene el hidrógeno?
Empresas como Iberdrola lo llaman “hidrógeno verde” y se obtiene a través de un proceso químico conocido como electrólisis.
Este método utiliza la corriente eléctrica para separar el hidrógeno del oxígeno que hay en el agua, por lo que, si esa electricidad se obtiene de fuentes renovables, produce energía sin emitir dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera.
Una de las formas más prometedora de obtener hidrógeno desde una fuente renovable es la energía solar. Un electrolizador alimentado por este tipo de energía puede ser aplicado para separar el agua en sus componentes, hidrógeno y oxígeno.
De obtener hidrógeno a través de este método, habrá un ahorro de 830 millones de toneladas anuales de CO2 que se originan cuando este gas se produce mediante combustibles fósiles, señaló la AIE.
El camino hacia la energía verde en México
Este componente puede almacenar energía eléctrica que movilice medios de transporte, principalmente en grandes urbes del país como Ciudad de México, Querétaro o Monterrey.
También puede producir energía renovable en actividades de las industrias química, minería y siderúrgica que operan en la región norte de México, señaló Gutiérrez.
Si pensáramos en el hidrógeno como una forma de energía para electrificar una región, agregó Gutiérrez, Baja California Sur es un ejemplo que muestra un gran potencial en cuanto a radicación solar para instalar plantas de producción de hidrógeno, que almacenen energía y electrificación.
El costo para obtener la molécula dependerá del volumen de producción y en México la adopción de esta energía tiene un campo libre, sin restricciones que lo impidan, aseguró.
Destacó que el hidrógeno es un energético que participa bajo reglas de libre mercado. De hecho, en México hay pequeñas empresas que lo producen para sus procesos, por ejemplo, las correspondientes a la industria química.
A diferencia de otros países de América Latina como Chile, en México hace falta establecer una “ruta del hidrógeno” que defina los objetivos de capacidad; como un mecanismo para acelerar el proceso de producción de costos, aprendizaje, generar recursos humanos.
“Chile es el único país de América Latina que tiene una estrategia nacional de hidrógeno y ya está en etapa de planeación temprana de al menos tres o cuatro proyectos de muy buen tamaño, a nivel movilidad”, puntualizó.
Si bien México muestra atrasos en la planeación, es posible alcanzar el nivel de adopción que tienen las naciones más adelantadas. Una cobertura similar como ocurrió con la telefonía celular, opinó el ejecutivo.
Otros datos acerca del hidrógeno
- Pemex es el mayor productor y consumidor de hidrógeno en México al ocuparlo en la refinación de petróleo.
- Actualmente, el hidrógeno sirve en aplicaciones químicas, producción de vidrio, fusión de acero, entre otros.
- El hidrógeno no es un energético que nos va a cambiar o salvar de la contaminación, más bien, será parte de una materia de emisiones más grandes que la reducirá.
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