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¿Haz lo que amas y ama lo que haces?

“Encuentra un trabajo que ames y nunca más tendrás que trabajar en tu vida.”

Atribuida a Confucio

Permítame empezar diciendo que no estoy de acuerdo con la frase de Confucio. Ahora permítame explicar porqué.

Hace unas semanas por fin tomé un libro que llevaba ya un largo tiempo en la fila de lecturas: El elemento de Ken Robinson.

Quizá sin planteárselo, Ken Robinson le da una dimensión profundamente filosófica a aquello que en el ámbito laboral llamamos plenitud, autorrealización o satisfacción. Y al mismo tiempo, proporciona una visión fresca y contemporánea de lo que los clásicos griegos llamaban: la vida buena. La continuidad de ideas planteadas en este libro se da a través de anécdotas sobre personajes tan diversos como Matt Groening (el creador de Los Simpson), Albert Einstein, Paul McCartney o Paul Samuelson.

Robinson no se queda en la orilla, como muchos otros autores del desarrollo personal. Tampoco cae en el extremo voluntarista de “puedes hacer todo lo que te propongas”, ni el autocomplaciente “sigue tu pasión”. Si hubiera que resumir lo expresado en este texto en una frase, sería conveniente recurrir a otro dicho popular: “haz lo que amas, ama lo que haces”. Y es justo el amor –entendido como esa capacidad humana que implica no solo a las pasiones, sino a la voluntad y a la inteligencia– la diferencia radical del asunto.

Siento desilusionarlo, pero si usted comparte alguna de estas características: más de 30 años, sobrepeso o poca habilidad futbolística, es muy poco probable que la próxima temporada se encuentre jugando en el Real Madrid o, aunque sea, en el Barcelona. No importa cuánto le apasione el futbol, cuántas ganas le eche, cuánto corazón le meta, cuántas veces se lo repita frente al espejo o cuántas veces lo decrete, simplemente no tiene cualidades para ello (pero no se preocupe, siempre estará el América). Como ya decíamos, amar no solo se trata de sentir una pasión.

“Pero las ganas importan”, dirá usted contrariado. “¡Claro que importan! Pero no esas ganas que a veces venden encuadernadas en bestsellers”.

Nadie podría dudar que hay innumerables atacantes mexicanos con mayores aptitudes técnicas que el famoso Chicharito. Es más, tampoco estaría tan errado quien dijera que es el delantero con menos técnica. Sin embargo, es ya el segundo mayor goleador de la selección mexicana. ¿Cómo se explica que otros jugadores con mayores cualidades y quizá una pasión similar por el juego tengan resultados inferiores? Ken Robinson lo llama actitud, los clásicos lo llamaban voluntad y Ernesto Bolio lo llama ser actor de tu vida. Esta actitud se manifiesta –y he aquí la respuesta a la pregunta anterior– en la disposición de buscar aquel bien deseado, hacer uso de todos los medios para que se dé, buscar la oportunidad. Javier Hernández ha subido considerablemente su masa muscular, ha aprendido a disparar de media distancia y ha trabajado en la precisión de sus pases. No solo desea ser mejor, sino que pone los medios prudentes para conseguirlo.

Otra faceta de esta actitud es lo expresado por Lorena Ochoa, máxima exponente del golf femenino durante varios años: “¿A qué sabe el triunfo? A hoy no puedo ir a la fiesta porque mañana entreno. A frío de madrugada. A 700 golpes diarios. A ‘ya ni siquiera siento las manos’. A ‘ningún hombre entiende mi trabajo’.” Pasión, actitud y aptitud no significan que no cueste hacerlo; pero no por eso deja de haber un cierto placer, un gustillo en ese esfuerzo particular que otros no sienten.

Por ello no concuerdo con la frase de Confucio, porque esta implica que el trabajo es un mal, una carga; sin embargo, historias como la de Ken Robinson (Lorena Ochoa, Xavier Hernández, Steve Jobs y un largo etcétera) dicen lo contrario: el trabajo digno de llamarse así ciertamente cuesta, pesa; pero se disfruta puesto que se hace lo que se ama. Los éxitos no llegan solos, se deben buscar las oportunidades y poner las aptitudes a trabajar (no solo los deseos).

Por esta razón, me parece tan redonda la definición del elemento: es la confluencia entre las capacidades innatas (aptitudes), las inclinaciones personales (pasión), la actitud (¡pongo los medios!) y la oportunidad (¿dónde está?).

Pero eso es lo que yo pienso, ¿y usted?

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