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Hacia un crecimiento sostenido en la empresa

Tuve el honor de ser invitado como ponente al Encuentro Regional de Mujeres Empresarias, en el que charlé sobre el tema que da título a mi artículo de esta semana. El objetivo de esta plática fue sensibilizar a las participantes acerca de la importancia del buen manejo de los recursos en la gestión de sus empresas para posibilitar un crecimiento sostenido. Así pues, me dispuse a diseñar mi intervención y decidí abordarla en cinco puntos:

  1. Recursos, utilidad, valor, decisiones. En este primer punto busco sentar las bases teóricas y definiciones. Los recursos son medios que tengo a la mano para poder conseguir mis objetivos y, por definición, son escasos. El día tiene sólo 24 horas, yo dispongo de cierta cantidad de dinero y cuento con tales o cuales herramientas para trabajar, es decir, mis límites los conozco bien. La utilidad es la cantidad de satisfacción que recibo al realizar una actividad económica, ésta es una función personal, muy arbitraria, según la cual valoramos (o ponemos precio) a lo que hacemos o consumimos. ¿Cuánto vale entonces, para mí, una hora de mi vida? ¿O un peso? ¿O un millón de pesos? ¿Cuánto valdrá ese mismo millón de pesos para Carlos Slim? Nuestras percepciones, estoy seguro, son muy diferentes, pero dudo que alguien con mucho dinero desdeñe ganar un millón de pesos adicionales o, incluso, me “deje” ganármelos de manera sencilla. No, al contrario, creo que va a luchar con más fuerza por él.

¿Qué decisiones tomamos en nuestra vida diaria? A reserva de sonar simplista, creo que podemos resumir estas decisiones en dos: hacer o no hacer. ¿Qué hacer entonces con mi tiempo? ¿Con mi dinero? ¿Gasto, ahorro o invierto? Quiero profundizar en este tema en mi siguiente intervención en este medio.

  1. Información y vida empresarial. La contabilidad registra los hechos económicos que afectan a mi empresa o negocio, y los plasma de manera resumida en los estados financieros. Estos documentos no son inertes o carentes de valor, todo lo contrario, puedo exprimirlos, hacerlos hablar, que se vuelvan mis aliados en el conocimiento de la empresa, ayudándome a tomar mejores decisiones. El balance general me explica las inversiones y el financiamiento del negocio, el estado de resultados me expone la rentabilidad y el estado de cambios en la situación financiera me explica la liquidez de la compañía. Al tener presente esto, puedo leer los documentos con otra óptica, sabiendo qué preguntas hacerles y qué información quiero obtener de ellos.
  1. Toma de decisiones. Las finanzas buscan maximizar la riqueza, ¿de quién? De los accionistas, al ayudarles a lograr los más altos rendimientos según sus posibilidades de inversión, preferencias y aversión al riesgo que tengan; y de la empresa, al incrementar sus ventas, mejorar sus utilidades e incrementar el flujo de efectivo. En los negocios, tomo decisiones sobre la manera en que utilizo los recursos y cómo los consigo. Así pues, enfrento tres tipos de decisiones: a) De operación –¿a qué precio debo vender los productos?, ¿incremento líneas de producción?, etcétera–, b) De financiamiento –¿necesito pedir dinero prestado?, ¿pago dividendos?, entre otros– y c) De inversión –¿es conveniente comprar maquinaria adicional?, etcétera–.
  1. Creación de valor. ¿Por qué vale una empresa? Puedo asignarle un valor a un negocio según la percepción que tenga de su valor actual, con base en sus utilidades, efectivo generado y dividendos pagados; o también, según la prospectiva que tiene de su mercado futuro, variable que funciona mucho con las empresas de alta tecnología. ¿Cuánto vale una empresa? El precio de una acción en el mercado es un buen parámetro, ya que los inversionistas le asignan un valor a la compañía, según el desempeño que esperan va a tener. Así pues, me enfrento a un debate entre quien ve un valor real contra quien ve un valor percibido. ¿Por qué Apple está mejor valorada (en términos de capitalización de mercado) que Wal-Mart? Apple es la empresa 1 y Wal-Mart la 8; aunque Wal-Mart es la segunda empresa en el mundo por nivel de ventas y la que más empleados genera. ¿Por qué Bill Gates es ahora el más rico del mundo y Carlos Slim cayó al puesto 3?

Si traslado esto a mi entorno, podría preguntarme: ¿cuánto vale mi patrimonio? ¿Por qué emprendo? ¿Por qué arriesgo mi dinero? Muchos emprenden para autoemplearse, otros más para generar una compañía. ¿Qué puedo hacer para generar valor para mí? El dinero es escaso y tiene costo, por lo mismo, debe generar una tasa mínima. Si la empresa genera rendimientos superiores, entonces tengo un negocio sano. Es como cuando asistía a la escuela, me exigían una calificación de 6 para pasar, pero sólo los que obtenían 9 o 10 eran considerados sobresalientes.

  1. Crecimiento. Se considera que una organización crece cuando genera efectivo y utilidades a una tasa mayor que la de la economía en general. Una empresa en crecimiento tiene oportunidades de reinversión de sus utilidades muy redituables. Su crecimiento se basa en tres pilares: crecimiento de ventas, aumento en la inversión en capital neto de trabajo y aumento en la inversión en activos fijos. Es importantísimo que sepa administrar el crecimiento, pues me enfrento a muchos riesgos, tales como la captación de talento o las necesidades de efectivo para mantener el ritmo de ventas. Puedo crecer de manera natural (orgánica), según las capacidades de la compañía o de manera inorgánica, al comprar empresas competidoras, al fusionarse, etcétera. ¿Hasta dónde puedo crecer? Hay que ser realistas y conocer el mercado, las estrategias originales no van a funcionarme toda la vida, debo saber reinventarme y reinventar mi negocio, innovando y expandiéndonos.

Conclusiones. Hay que fijarse un objetivo de ganancias y crecimiento, no solamente decidir cuánto quiero ganar, sino también cuánto debo ganar. La clave para el crecimiento sostenible es ser autofinanciables, es decir, que las ventas propias y cobranzas permitan reinvertir y aumentar los ingresos.

Y, por último, se debe ver al dinero como un medio, no como un fin. Hay que “ir” por el dinero, no dejarlo pasar, pelear por las ventas y el efectivo. El dinero es un recurso y, como tal, escaso; por esto, es necesario hacerlo rendir y multiplicarlo.

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