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Giselle Ruiz: una voz floreciente de la poesía mexicana

La relación de  Giselle Alejandra Ruiz Rodríguez con la literatura se remonta desde su infancia. Lectora empedernida desde niña, habituaba a devorar obras detectivescas, thrillers, pese a que en su hogar se hallaban clásicos más propios de su edad. Quedó prendada de Edgar Allan Poe y su ‘corazón delator’.

Empezó a fraguar su vínculo con la escritura por esa misma época, como una manera de entender el mundo y los problemas característicos que le plantea a una adolescente de 13 años de edad:

Comencé a percatarme de que escribir era una forma de entender ciertas cosas que me estaban sucediendo; cuestiones de la adolescencia, muy básicas. Me di cuenta que escribir era una forma de aceptar hechos, circunstancias y, sobre todo, creencias”, menciona. 

Una orientación tan volcada hacia la literatura pudo encaminar a Giselle hacia una licenciatura en Letras, pero renunció a tal posibilidad, influenciada por la idea generalizada de que no da para vivir, por lo menos no en México. 

«Tuvo mucho que ver la influencia social, esto de seguir creyendo que no se puede vivir de escribir. Tenía mucho temor a eso«, confiesa.

Giselle ingresó a Ciencias Ambientales en la Autónoma de Aguascalientes, pero el pulso literario seguía ahí. Por eso, al terminar la carrera decidió retomar  su inclinación hacia las letras, pero aprovechó el conocimiento adquirido en la universidad para conjugar ambos campos en sus escritos. 

Una de estas obras e es Guía rápida para terminar en una lata, la cual recibió una de las tres Menciones Honoríficas en el Premio Internacional de Poesía Caribe-Islas Mujeres 2016, en el que participaron 119 trabajos provenientes de México, Venezuela, Colombia, Panamá Puerto Rico, Cuba, República Dominicana, Estados Unidos y Trinidad y Tobago.

El reconocimiento a la calidad de su trabajo la alentó a seguir escribiendo. Comenzó a tomar talleres de Narrativa, participando en convocatorias, publicando poemas y ensayos en revistas, prestando su pluma para sitios como Vice México, Tierra Baldía, digo.palabra.txt, Golfa.  También es coautora del Poemario Amor 2.0 (Bitácora de Vuelos, 2016).

En 2018, Giselle publicó “Poemas de Crónicas de Fracasos”, ilustrado por Juan García, un poemario que aborda los desencuentros amorosos y los corazones rotos.

Es un libro adolescente en el sentido de que siento que ya no refleja lo que querría decir ahora, pero fue muy bien aceptado. Se generó una conversación muy valiosa con las lectoras y lectores (…) La obra es un intento por normalizar la desilusión amorosa, el rechazo. Normalizar este sentimiento de no ser querido, de “estoy triste”, lo cual está bien…”, expresa la autora. El poemario agotó su tiraje.

En esos años, Giselle ya venía madurando otro proyecto literario; quería escribir sobre las afectaciones que tienen los juicios de valor (personales, familiares, sociales) sobre la mujer y cómo esto afectaba al desarrollo de su vida. 

Para ello, entrevistó a quince mujeres para que le compartieran sus experiencias y traducirlas en poemas.  “El poeta suele pensar que el mundo gira alrededor y no. Por eso busqué una voz colectiva”, arguye. 

El proyecto recibió la beca del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico 2019 otorgado por el ICA. 

Decidí que estos poemas entablaran metáforas con las enfermedades que adquieren las aves al estar enjauladas. Pensaba en las mujeres dentro de esta jaula que es el mundo, la sociedad, la familia, ellas mismas, las concebí como estos pájaros aprisionados, que enferman, porque no es natural para ellas estar en un espacio tan reducido, no poder volar”, detalla Giselle. 

La iniciativa se materializó a través del poemario Falsa Muda” (2019), título que alude a una enfermedad de los pájaros en la que pierden la noción de cuándo deben de mudar sus plumas, por lo que ellos mismos terminan por lastimarse al arrancárselas, terminando con lesiones severas.

Pensé que era el título adecuado debido a todas estas situaciones en las que las mujeres no sabemos cómo actuar con respecto a nosotras mismas (…) pero también es un juego de doble sentido: hace referencia a la aparente mudez de la mujer, que realmente no es así. Tenemos la capacidad de decir lo que sentimos, lo que pensamos, de expresarnos”, reflexiona. 

Giselle comparte que las mujeres a las que entrevistó para la realización de su poemario recibieron de manera positiva la obra; menciona que le conmovió percatarse de cómo una fuente de dolor personal pudiera transformarse en un vehículo  de acompañamiento para comunicarse con otras personas y generar empatía. 

Es lo hermoso de la poesía. Mi objetivo siempre fue convertir una experiencia que no es nada agradable, que ha marcado una vida, en un objeto que ayude a otras mujeres a verse reflejadas y decir ‘no estoy sola, puedo hablarlo con alguien más, puedo verme en estas líneas’”

La poesía como registro histórico

En todo este recorrido de años, Giselle identifica un proceso de transformación en su escritura. Dice que ha dejado de hablar de sí misma, de “mis temas aparentemente irrelevantes” para transitar hacia temas que atañen a todos, temas sociales. “Salí de mi pequeña burbuja para darme cuenta que había mucho más que pensar y expresar», confiesa.

En un país profundamente machista, con una violencia arraigada contra la mujer, la literatura hecha por las mujeres sirve para visibilizar  sus problemas, sus sufrimientos, darles voz y fungir como un registro histórico de lo que está pasando en México, esgrime.

La literatura femenina habla de cosas que existen, que nos preocupan, que nos atañen, que nos dan rabia. Es una voz cada vez más hambrienta y feroz, no en el mal sentido de devorarlo todo, sino de de llegar y decir ‘esto es lo que soy’. Como un animal bien plantado”, indica. 

Giselle hace referencia a la escritora Liliana Blum, cuya obra aborda el reflejo constante de la barbarie que sucede en el país contra la mujer, y pone de relieve la calidad de la literatura femenina: 

Las obras escritas por mujeres en la actualidad hacen, a la vez, de periodismo, investigación, narrativa. Se han ocupado de decirlo todo. Es una gran escuela de dedicación. Es impresionante”, manifiesta.

Ha habido un cambio de paradigma importante. Hay una necesidad no solo de hablar, sino de gritar. La literatura escrita por mujeres grita, reclama, señala y dice ‘aquí estamos y esto es lo que somos’. Esta tocando temas que anteriormente no se abordaban y, de alguna manera, dicen: ‘con permiso, señor, esta silla es mía’. Esta llegando para plantarse y quedarse”, finaliza Giselle.

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