Ernesto Muñoz Campos y su esposa buscaron probar suerte en el ambiente empresarial en mayo del 2000. Con una idea sobre su nuevo negocio, buscaron una ciudad que cumpliera con el perfil que ellos tenían en mente para abrir un restaurante argentino. Aguascalientes, al estar cerca de Zacatecas (de donde son originarios), resultó ser ideal por su cercanía y la amabilidad de su gente.
Cuando les fue entregado oficialmente su establecimiento, la pareja llevó a sus hijos al lugar y les dio marros a cada uno. Como familia, destruyeron los muros de adobe para así comenzar una nueva aventura, la cual se llamaría Garufa.
Con el tiempo, el restaurante fue haciéndose de clientes; se transformó en uno de los sitios con mejor servicio en la ciudad, donde se sirven ricos y generosos cortes argentinos. Los platillos más pedidos son, sin duda, el bife de chorizo y las empanadas de carne; sin embargo, el favorito de su fundador son los ravioles al pesto.
Una de las cosas que tiene un gran significado para Ernesto es que su primer comensal, el cual entró a Garufa hace quince años, lo ha acompañado durante toda su trayectoria. Cuando llega un aniversario, esa persona visita el lugar con toda su familia y toma una botella de vino junto con Muñoz Campos, los dos celebran la permanencia del negocio. El poder continuar atendiendo a su primer cliente es uno de los mayores logros para este empresario.
