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Gaby Espinosa

La primera vez que Gabriela Espinosa de los Monteros tomó una clase de flamenco tenía cinco años. No fue por iniciativa propia, sino porque su madre intentaba mantenerla alejada de la televisión y de los atracones de dulces. Al principio llegó con timidez, pero cada día fue tomando más confianza hasta que llamó la atención de sus maestros por la fuerza con la que bailaba. Desde entonces, su vida ha estado unida al baile.

Originaria de Guadalajara, Gaby (como la llaman todos) estudió la carrera de Maestra en Danza Española, en Las Cabales, una de las academias con más prestigio de la ciudad tapatía. Ahí la acercaron a distintos tipos de danzas. En todas destacó por su constancia y técnica, pero había algo que llamaba la atención de todos: su pisada era muy fuerte. Eso le trajo como consecuencia el interpretar el papel de hombre en las coreografías del folclore mexicano.

Durante el bachillerato recibió una beca para irse un año a Madrid a estudiar flamenco. Junto con otra compañera, se aventuró a viajar fuera de México. Su talento no pasó desapercibido. Al poco tiempo, recibió una invitación para realizar una audición en la compañía de Antonio Gades, un reconocido coreógrafo y bailarín; pero la academia de Guadalajara le pidió regresar de inmediato, no podía darse el lujo de perder a una de sus alumnas más preciadas.

Gaby no lo vio como una oportunidad desperdiciada, se dio cuenta de que la vida de bailaora no le atraía mucho. Ella quería tener una familia, así que le pareció mejor mantenerse estable. Se dedicó a dar clases en la misma escuela donde se formó. Poco tiempo después, le nació una inquietud: tener su propia academia. Con el paso de los años, logró abrir Flamenco Vive en Aguascalientes, una de las primeras escuelas en impartir de manera exclusiva el folclore español. Desde entonces, han pasado 32 años de compartir su pasión por este baile.

Líder Empresarial (LE): ¿Cómo fue que decidiste abrir una academia de flamenco?

Gaby Espinosa (GE): Siempre fui muy inquieta. Un día llegué con la directora de Las Cabales y le dije: “Quiero tener tu lugar y la única manera de hacerlo es si montamos una sucursal o pongo yo una academia”. “Vamos montando una sucursal”, me dijo; pero yo veía que las maestras que salían siempre eran acusadas de llevarse a las alumnas.

Le comenté a mi esposo que quería irme a otro lugar. Me apoyó, pidió su permuta en el trabajo. Él tenía familia en Aguascalientes, sabíamos que era un estado muy taurino y lo vimos como la mejor opción. En el Instituto Cultural me ofrecieron dirigir el grupo de flamenco, pero pagaban muy poco. Además, ya teníamos rentado un espacio equipado para la academia.

LE: ¿Qué tan complicado fue el inicio de esta etapa?

GE: No pensé tener tan buena respuesta, pero así fue. Quiero mucho a esta ciudad. En mi tercer año, llegué a tener 300 alumnas y no tenía quien me ayudara. Después, disminuyó mucho cuando llegaron los clubs deportivos. Al principio creí que era yo, me mortifiqué mucho; pero no, era a nivel nacional.

LE: ¿Cuáles han sido algunos de tus últimos logros o satisfacciones?

GE: En los 32 años que llevo aquí, solo un año he dejado de hacer festival. En ellos siempre he tratado de dar a conocer el folclore completo de España. Creo que la gente debe conocer el folclore español completo; es muy rico, es parte de nuestra cultura y hay mucha similitud con los bailes mexicanos.

Tuve la idea de montar Pelea de Gallos con pasos de folclore y de flamenco; en cierta parte de la coreografía simulamos la cresta del gallo, como si fuera una pelea. Cuando escuché a la gente gritar: “Viva Aguascalientes”, y chicas bailando, respiré aire nuevo.

LE: ¿Qué sientes cuando bailas?

GE: Es una respuesta muy difícil. Me siento plena, le doy gracias a Dios porque me eligió para realizar esta actividad. No tengo explicación de por qué nació mi pasión, me fue enamorando este baile. Si algún vicio tengo, es el flamenco.

Si sientes algún dolor o cualquier cosa, lo puedes expresar en tu baile. Es muy difícil ejecutarlo, es una disciplina de las más difíciles. Tienes que tener un dominio completo de tu cuerpo, no todo el mundo puede bailar flamenco. Tienes que transmitirlo para decir que realmente sabes bailar, no todo el mundo nace con el don de hacerlo. Tienes que hacer sentir a la gente que lo que estás haciendo es muy fácil, porque cuando suben al escenario o intentan hacerlo, realmente lo valoran.

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