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Fuga de cerebros: Gonzalo Espinoza Dávalos

Algo no se está haciendo del todo bien en el país. México es el principal exportador de talento (profesionales con títulos de maestría y doctorado) de América Latina y el sexto de los países miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La escasa oferta de empleos, salarios bajos y la falta de perspectivas laborales para desarrollarse personal y profesionalmente encaminan a los jóvenes a emigrar a otras naciones.

Ese es el caso del aguascalentense Gonzalo Espinoza Dávalos, quien actualmente trabaja en IHE DELFT Instituto para la Educación del Agua (formalmente llamado UNESCO-IHE), ubicado en Delft, Holanda, y ligado a la Unesco.

Aunque Gonzalo reconoce que forma parte de esa estadística, él prefiere verlo desde una óptica intermedia, matizada. Si bien la fuga de cerebros es negativa para el país; para él, la movilidad internacional de talento es una realidad del mundo globalizado en el que vivimos actualmente.

«Ya no formamos parte únicamente del país donde nacemos o en el que trabajamos; somos parte de una comunidad internacional y podemos contribuir a afrontar retos a nivel mundial, como son los temas del cuidado del agua y la producción de alimentos en cualquier parte del mundo. Ahora, personalmente, si no encuentro las oportunidades adecuadas para hacer investigación o desarrollarme profesionalmente en un país o instituto en específico, no me voy a limitar, buscaré pertenecer a uno que me permita desarrollarme».

Esta fue la travesía que realizó Espinoza Dávalos para llegar a la organización más grande a nivel mundial en materia de educación del agua.

De la UAA a la Universidad de Texas en Austin

Gonzalo menciona que siempre tuvo la convicción de estudiar alguna ingeniería. «Me gusta lo que representa: innovaciones tecnológicas para el mejoramiento de distintas actividades humanas; mejorar sistemas y procesos productivos”.

Al egresar de Ingeniería Civil por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, fue aceptado en la Universidad de Texas en Austin para estudiar la Maestría en Ingeniería en Recursos Hídricos y Medio Ambiente: “Hubo varios factores que me motivaron: las clases que tomé en la UAA, los problemas a los cuales nos enfrentamos como ingenieros y la parte del agua. La gestión de recursos hídricos se enfoca a mejorar el manejo del agua, un recurso esencial que necesitamos para el desarrollo de distintas actividades humanas y que debemos cuidar adecuadamente”.

Tras titularse de la maestría, laboró durante un breve periodo en una empresa de software en California. En ese momento, tuvo que elegir entre seguir trabajando ahí o continuar con sus estudios. Él mismo comenta que esa tesitura representó un punto de inflexión:

“Era elegir entre trabajar en consultorías especializadas y el desarrollo de software o seguir preparándome. Elegí lo segundo. Es cierto que con la maestría era suficiente para desarrollarme profesionalmente en muchas áreas; pero lo que yo buscaba era ser experto en un tema para poder aportar de una mayor manera al desarrollo ingenieril y tecnológico».

Ingresó al Doctorado en Ingeniería Civil enfocado en recursos hídricos en la Universidad de Texas. Antes de doctorarse, cuando no habían pasado ni cuatro años, se preguntó qué era lo que seguía. Si de pequeño nunca dudó que quería ser ingeniero, en ese momento no vaciló: su futuro se encontraba en la investigación y en el IHE, el instituto educativo número uno de la Unesco en materia de agua, ubicado en Holanda.

Su arribo al IHE

“Por su ubicación geográfica, Holanda es un país que requiere un correcto manejo de los recursos hídricos, por lo cual dirige grandes esfuerzos en el desarrollo de tecnología en este tema. En todo lo relacionado al agua son líderes, y yo quería trabajar en un país que fuera líder en mi área y aportar al desarrollo tecnológico en una organización global. Vi la oportunidad de entrar, apliqué a la vacante, les gustó mi perfil y me aceptaron».

Gonzalo lleva ahí desde 2016. Su área de dominio es la gestión de recursos hídricos con nuevas tecnologías: Mi especialidad es cómo podemos cuantificar y manejar el agua de una manera más eficiente para poder sacar un beneficio mayor por cada gota. Esto lo realizo a través de nuevas tecnologías: datos de satélites, datos de modelos globales, todo esto relacionado con el Big Data».

Al ser un instituto ligado a la Unesco, el IHE trabaja en diversos proyectos, la mayoría en países en vías de desarrollo o naciones donde hay potencial para mejorar el uso del agua. En este sentido, destaca su trabajo en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO).

El proyecto busca mejorar la productividad del agua en los cultivos de Medio Oriente y África: «La tarea es cómo sacarle mejor provecho a cada gota de agua, tanto en cultivos como en generación de energía eléctrica y otras actividades relacionadas”. Otras de sus ocupaciones son la capacitación de ingenieros en la materia en los países de las regiones anteriormente citadas; así como el análisis de los recursos hídricos en cuencas hidrográficas en naciones con problemas de aprovechamiento del agua, como Líbano, Jordania, Etiopía o Malí.

México, con déficit de investigadores

México es el país de la OCDE con menos investigadores por cada 10,000 habitantes, señalan divulgadores científicos como Rufino Tamayo.

Gonzalo Espinoza apunta que lamentablemente en el país no se invierte como debiera en investigación y desarrollo tecnológico, aunque reconoce que existen esfuerzos como el de la UNAM, la Universidad de Las Américas en Puebla o el Tecnológico de Monterrey.

«México forma muchos ingenieros, somos una nación reconocida a nivel mundial en ese aspecto; pero no tenemos tantos investigadores. Aplicamos los conocimientos que son desarrollados en otros países, pero es relativamente bajo lo que desarrollamos localmente. Creo que el reto que tenemos para la siguiente generación es cómo podemos invertir en ciencia y tecnología, y que sea redituable, porque sí es económicamente redituable”.

Por ejemplo, las investigaciones que está desarrollando Gonzalo pueden retribuir en una mayor producción de alimentos o en la reducción del abatimiento del nivel freático. «Son áreas muy concretas en las que se puede trabajar y que conllevan beneficios».

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