Por: Francisco Martínez Domene, CEO de Adecco Group México
La flexiseguridad es un modelo laboral que combina la flexibilidad en el mercado de trabajo con la seguridad para los trabajadores. Originado en Dinamarca en la década de 1990, este enfoque busca equilibrar los intereses de las empresas con los derechos de los trabajadores. Ya que los primeros necesitan adaptarse rápidamente a cambios económicos, mientras los segundos requieren estabilidad y protección.
Su éxito radica en tres pilares fundamentales: una legislación laboral flexible, políticas activas de empleo y un sistema de seguridad social robusto.
Casos de éxito de la flexiseguridad
En los países desarrollados, la flexiseguridad ha demostrado ser un catalizador para reducir el desempleo y fomentar el empleo formal. Dinamarca es un caso ejemplar, ya que su tasa de desempleo se mantuvo por debajo del 5% en promedio durante las últimas décadas, incluso en periodos de crisis económica.
Este modelo permite a las empresas contratar personal con mayor facilidad, pero garantizando a los trabajadores una red de protección mediante indemnizaciones justas y acceso a programas de capacitación y recolocación.
Otro ejemplo son los Países Bajos, donde la flexiseguridad ha promovido altos niveles de empleo a tiempo parcial sin sacrificar derechos laborales. Allí, más del 70% de los trabajadores a tiempo parcial tienen acceso a prestaciones sociales, lo que fomenta la participación laboral de diversos grupos, incluidos jóvenes, mujeres y personas mayores.
Ventajas del modelo en México
Adoptar un modelo de flexiseguridad en México podría ser una solución innovadora frente a los retos laborales actuales. En un sexenio marcado por transformaciones estructurales y el impacto del nearshoring, el país enfrenta desafíos como la alta informalidad laboral, que afecta al 55.1% de la población ocupada, y un mercado laboral poco dinámico, donde las empresas enfrentan dificultades para adaptarse a las fluctuaciones económicas.
Un buen modelo para México sería regular las Empresas de Trabajo Temporal (ETT) de una manera adecuada y responsable. Con eso se estarían aprovechando las mejores prácticas de otros países donde funcionan hace muchos años.
Además, al establecer todos los filtros necesarios para evitar que se cometan irregularidades en la parte laboral, fiscal y de seguridad social se garantizarían el 100% los derechos de las y los trabajadores.
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Cómo podrían apoyar a México las Empresas de Trabajo Temporal
Si se regularan las ETT, estas podrían apoyar a México en al menos tres aspectos:
- Formalización del empleo. La combinación de flexibilidad y protección social incentivaría a las empresas y trabajadores a optar por empleos formales. De esta manera, se reduce la brecha de desigualdad y aumenta la base contributiva para el sistema de seguridad social.
- Mejora de la empleabilidad para colectivos desfavorecidos (como jóvenes, mujeres o personas mayores de 45 años). Esto se logra ofreciendo capacitación continua, invirtiendo en formación el 1% de su masa salarial, y los servicios de recolocación. Esto le permite a los trabajadores adaptarse rápidamente a los cambios en el mercado y necesidades de las empresas.
- Aumento de la competitividad. Empresas más ágiles y dinámicas estarían mejor posicionadas para atraer inversiones extranjeras y aprovechar oportunidades del nearshoring. Con esto, se fortalecería el crecimiento económico nacional.
¿Qué se necesita para aplicar un modelo de flexiseguridad y ETT en México?
La implementación de un modelo de flexiseguridad en México de la mano de las Empresas de Trabajo temporal requeriría un esfuerzo coordinado entre gobierno, empresas y trabajadores.
Es necesario fortalecer las instituciones laborales, diseñar sistemas de protección social más inclusivos y fomentar el diálogo social para construir un marco normativo que garantice derechos sin obstaculizar el dinamismo empresarial.
En este sexenio, donde se han planteado reformas laborales con el objetivo de mejorar las condiciones de los trabajadores, la flexiseguridad podría ser el puente entre el desarrollo económico y la justicia social. Adoptar este modelo no sólo permitiría enfrentar los retos laborales del presente, sino también construir un mercado laboral preparado para el futuro.
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