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Fernando Jiménez: el grabado como intérprete del mundo

Para encontrar arte en el contexto más inmediato, solo hace falta agudizar la mirada. En la propia acción del observar, han nacido artistas desde antes de tomar el pincel para imprimir ideas. Con una trayectoria de treinta años, Fernando Jiménez apunta que uno de los aspectos más importantes para el artista es poder absorber la realidad en toda clase de formatos para nutrir su percepción, así como para presentar nuevas propuestas en el ámbito artístico y cultural.

“De niño yo iba a la iglesia del pueblo, no a rezar, si no a ver las pinturas. En la parte de atrás de la sacristía realizaba un recorrido para ver todos los cuadros religiosos. Después me acercaba a la casa de Ismael Guardado para ver sus pinturas, que eran muy diferentes y poco entendibles. Todo esto me marcó en el sentido de querer crear”.

Las habilidades de Jiménez se nutrieron desde diferentes aristas. Prueba de ello es que, debido a que su padre se dedicaba a la panadería, aprendió a manejar formas, materiales y a modelar desde temprana edad. Desde entonces, cualquier pretexto puede ser un detonante que lo lleve de vuelta al taller para seguir descubriendo y reinventando sus propias creaciones; desde una conversación, una película o una escena de la vida cotidiana, hasta la lectura y paseos por las calles de la ciudad.


Aunque nunca tuvo una educación académica como tal en la materia, su primer acercamiento «formal» lo tuvo en el taller de grabado Julio Ruelas, de Alejandro Nava. A partir de ese momento, su vida se volcó por completo hacia el arte. “Yo dibujaba en casa sin saber. No había escuelas de arte aquí en Zacatecas. Jovita, mi esposa, me acercó al taller. Nava nos exigía bastante, si estabas ahí era porque te ibas a dedicar a eso. Fue un paso muy importante en mi vida”.

La técnica que definió el camino

Sin tener conocimiento previo sobre técnicas, Fernando Jiménez poco a poco se fue acercando al grabado. El trayecto para llegar al dominio de la técnica es largo y tiene diferentes fases. Inició con litografía, en la que trabajó un año. Más tarde, se dedicó a la xilografía y es aquí en donde encontró una herramienta para explotar sus habilidades.

A pesar de que tomaba distintos talleres para explorar nuevos métodos, siempre regresó a la xilografía. Esta consiste en la impresión que utiliza una matriz de madera para obtener una estampa. A partir de aquí, realizó toda una serie de grabados con distintas temáticas. Si bien ha experimentado con todo tipo de materiales y técnicas, el grabado es su especialidad. También ha sido a partir del cual ha desarrollado toda una serie de obras que le han brindado un estilo y un carácter distinguido.

“Exploté la técnica. Luego me acerqué a otras más experimentales que llegaban desde Europa. Una vez que las estudio, las adapto a mi estilo y a los materiales que puedo conseguir en Zacatecas. Esto me ha acercado a técnicas poco trabajadas en el estado como el Mokulito y me permitió diseñar mi propia técnica.”

La galvanografía: una proyección del ingenio de Fernando Jiménez

El nombre proviene del material que utiliza para realizar las obras: la lámina galvanizada. El artista explica que, la litografía precisa de un equipo que es bastante difícil de conseguir y pesado de manejar, debido a sus grandes dimensiones, ya que se necesita de una piedra de 10-12 centímetros de ancho por 40-80 de largo. A partir de una investigación, dio con la técnica japonesa, en la que utilizan un material más ligero, económico y fácil de transportar que brindaba los mismos resultados.

Decidió perfeccionar la técnica debido a que solo permitía impresiones cortas, de entre 4 y 6 piezas. Descartó el uso de madera y comenzó a experimentar con metales como el cobre, aluminio y zinc, hasta que finalmente llegó a la lámina galvanizada, que resulta más económica, fácil de usar y brinda mayor durabilidad. “Logré reproducir exactamente el mismo efecto de la piedra. El uso puede ser infinito, simplemente la limpias, la graneas y la puedes seguir usando”.

Explorando la posibilidad

La obra de Fernando Jiménez ha atravesado distintas temáticas a lo largo de su vida, manifestando las inquietudes que surgen en el día a día y sus posibilidades. En un inicio, su obra retrataba a los «personajes de la calle»: vendedores ambulantes, boleadores de zapatos, fruteros, entre muchos otros, para atraerlos a la atención del público. Más tarde se centró en la figura femenina, aunque deambulaba por otras temáticas, la constante siempre se presentó en este tópico.


Al cumplir veinte años como artista, realizó toda una serie de obras inspiradas en la literatura universal, entre estas, la más destacada fue la que realizó enfocada a Fausto. Asimismo, realizó toda una exposición, de 40 grabados titulada Los libros de mi vida, en donde plasmó las lecturas que lo han marcado a lo largo de su vida. El proceso aunque largo, permite al artista poder plasmar la esencia de la obra y su propia interpretación de la misma.

Sus grabados han sido expuestos en distintos museos de la capital, tanto de manera individual como colectiva. Resalta su exposición de las Cuatro Estaciones, inspiradas en la obra de Vivaldi, en el Museo Goitia, integrada por 40 piezas y dos grandes cuadros, tipo murales, dedicados a la primavera y el verano. Asimismo, indica que ha tenido exposiciones en Italia, Rumanía, Polonia y diversos países de Europa, así como en Canadá y todos los países de la Latinoamérica.

Destaca también la labor que realiza desde el Centro de la Gráfica, espacio que creó junto a su esposa, Jovita Aguilar, en el que promueven el arte y la cultura de Zacatecas. En esta área, Jiménez brinda talleres, mientras que Aguilar da conferencias sobre historia y cultura de la entidad y/o el país. Este binomio enriquece las cualidades y áreas culturales de la entidad.

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