Icono del sitio Líder Empresarial

Fallece Ignacio Rivera Río, juez y artífice de la plaza taurina más bonita de México

Fotos: Eduardo Escamilla

El arquitecto Ignacio Rivera Río falleció el día de hoy en la mañana, pero su huella en la tauromaquia de Aguascalientes es imperdurable. Artífice de la remodelación de la Monumental de Aguascalientes, considerada tras su intervención uno de los cosos taurinos más bonitos del mundo y el más bello de Latinoamérica, fungió también como juez en una plaza que siempre consideró su casa. 

Si bien creció en un seno eminentemente taurófilo, por sus venas corría el amor a la ‘Fiesta Brava’: su bisabuelo paterno era dueño de las ganaderías de reses bravas de Begoña (hoy perteneciente a don Alberto Bailleres) y Cieneguilla, epicentro de las reuniones familiares. Por el lado materno también había toreros: sus tíos eran vaqueros y caporales de la Hacienda de Begoña, e incluso sus descendientes seguían trabajando ahí.  

Aparte de los toros, Ignacio Rivera Río compartía una inclinación marcada por la arquitectura, gusto inculcado por tres hermanos de su papá quienes le animaron a seguir ese camino. Rivera Río decidió irse a la capital del país a estudiar en la Universidad Nacional Autónoma de México, pero nunca perdió la pasión taurina. 

Seguir el derrotero de la arquitectura le permitió vivir lo que califica la experiencia más hermosa de su vida: ser el artífice de la reconstrucción de la Plaza Monumental de Aguascalientes culminada en 1991. 

Fiel a su humildad, el arquitecto recordó  en una entrevista con Líder Empresarial que le presentaron una modesta maqueta de remodelación al entonces gobernador hidrocálido, el Ing. Miguel Ángel Barberena Vega, quien en poco tiempo dio luz verde a la propuesta. 

«Pero una de las instrucciones del gobernador fue no tocar la plaza anterior, pues había mucho esfuerzo detrás de la construcción que había que reconocer y valorar”, comentó.

Rivera Río reconoció que la plaza anterior a su reconversión era “muy bonita”, pero tenía un foro insuficiente a la afición taurina que se atestaba alrededor cada Feria de San Marcos, por lo que se sintió inmensamente complacido de ser el responsable de liderar el proyecto de remodelación. 

Tenía un pánico del tamaño del mundo porque una cosa es planearlo y esperar que todo se dé, y otra es que te digan que tú eres el responsable y empiezas mañana. Nos dimos a la tarea de desarrollar el proyecto, tanto estructural como arquitectónico. Empezamos a hacer la cimentación cinco meses antes de la feria del 90. Lo interrumpimos durante la feria y ni siquiera llevábamos la mitad. Al finalizar la verbena, volvimos a trabajar”, declaró.

El arquitecto externó que la obra de remodelación del coso taurino se inspiró en la plaza de Campo Pequeño en Lisboa, la plaza de las Ventas en Madrid y una plaza de Barcelona que es de azulejo talavera. Detalló que originalmente edificaron cuatro torres redondas, no obstante, por el problema estructural, las adecuaron a una forma cuadrada. Hoy sirven como acceso a los tendidos y albergan los tinacos, pararrayos y almacenes. 

Demolimos los arcos, hicimos un cinturón que circunda la plaza viejita y que la dota de una nueva imagen, con su arcada, sus bóvedas de pañuelo, con sus elementos de tezontle, sus torres y su cantera que dan cierto aire a las plazas de toros españolas y portuguesas”, explicó. 

Adrián Sánchez, reconocido periodista taurino, opinó que la remodelación fue sin duda un suceso que marcó la consolidación de la plaza: “al dejarla así, como la conocemos actualmente, con un aforo para 15 mil personas, se convirtió en uno de los cosos más emblemáticos de América donde se desarrollan seriales muy importantes”.

De arquitecto a autoridad

En 1999, Ignacio Rivera Río transitó de aficionado a autoridad, al ocupar el palco de juez de plaza, lugar que ocupó con responsabilidad por más de 20 años no continuos. 

La vida me ha llevado, ni siquiera lo planee (…) Todo ha sido por esta afición que disfruto inmensamente (…) Hemos ido aprendiendo; sin embargo, todavía nos falta muchísimo”, explicaba con modestia. 

El arquitecto reflexionó que ser juez es un puesto que no tiene comparación: debes saber evaluar lo que ocurre en el ruedo junto con lo que ocurre en el tendido.

La gente es quien manda, pero cada uno piensa diferente; entonces se trata de tomar decisiones que a la mayoría le agraden. Es hacer las cosas con conciliación, todos queremos lo mismo, éxito”. Así se veía Rivera Río: no como una autoridad, sino como un conciliador. 

El juez recordó que quedó prendado por  Manolo Martínez; pero no escatimó en elogios por el maestro Curro Rivera, con quien tuvo una gran amistad; tampoco por el maestro Miguel Espinosa y su “excepcional arte”, al igual que el maestro Fermín Espinosa. De los toreros actuales, le llenaba el ojo ‘El Juli’, a quien se refirió como un maestro consumado; en tanto que de los hidrocálidos, sentía especial inclinación por Juan Pablo Sánchez y “su estilo templado”. 

El arquitecto Rivera Río profesaba un amor incalculable a Aguascalientes y su afición taurina; nunca dudó en calificar a la entidad acalitana como la capital de la tauromaquia en el mundo. 

No en cuanto a densidad de seguidores, sino a calidad. Los lidiadores aquí tienen un gran potencial. Tenemos muchos años produciendo toreros, muchos han llegado a ser grandes figuras y ahora hay algunos con una gran fuerza”, manifestó. 

Arquitecto, juez, autoridad, padre, abuelo, amigo, la vida de Ignacio Rivera Río siempre resonará en la tauromaquia de Aguascalientes. Siempre se rigió bajo una máxima: “Si quieres que te respeten, lo primero que debes aprender es a respetar”. Descanse en paz. 

Salir de la versión móvil