Por: Dr. Guillermo Huizar Carranza
Director General del Despacho de Asesores Patrimoniales, S.C.
México se acerca al final del sexenio del Presidente Andrés Manuel López Obrador, cada ciudadano, en ejercicio pleno de su arbitrio, tendrá su propia valoración de los resultados alcanzados. Así funcionan las democracias.
El inminente inicio del ejercicio fiscal del 2023 está empujado por una serie de acontecimientos globales acaecidos durante los años previos: la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2 y la confrontación armada entre Rusia y Ucrania que incrementó el desabasto de insumos industriales y desencadenó la inflación, son quizá los más relevantes. Ambos representan desafíos a la política económica que habrá de implementarse en los años porvenir.
El paquete económico que año con año envía el titular del Poder Ejecutivo Federal al Congreso de la Unión es, sin duda, el instrumento más eficaz para aliviar la condición de bienestar de la mayoría de la población. La inteligente correspondencia entre los ingresos públicos y su aplicación a los reglones del gasto, harán que la economía crezca y con ella los empleos y el ingreso con la consecuente reducción de la pobreza, meta de todo gobierno democrático.
El pasado 25 de octubre, en sesión vespertina la Cámara de Senadores aprobó la Ley de Ingresos de la Federación para el año fiscal 2023; contempla un ingreso total de 8.3 billones de pesos en números agregados, dicha cifra es producto de estimar un crecimiento del PIB-2023 del 3 por ciento, fijar la plataforma petrolera en 1.8 millones de barriles diarios a un precio de 68.7 dólares americanos, un tipo de cambio promedio de 20.6 pesos por dólar americano y una tasa de interés del 8.5 por ciento anual. Variables que, en mi opinión, son demasiado optimistas.
Del total, 2.5 bdp es impuesto sobre la renta, 1.4 bdp es IVA y 0.4 es IEPS, es decir los ingresos tributarios representan el 51 por ciento; el resto son aportaciones al Seguro Social, ventas del sector energético (PEMEX y CFE), transferencias y deuda.
Cómo se ve en la estructura descrita de la Ley de Ingresos de la Federación, México financia sólo la mitad de su gasto con impuestos, evidenciando una de sus más grandes debilidades. Ningún país, empresa o familia puede sostenerse y crecer si sólo la mitad de sus necesidades las cubre con sus ingresos recurrentes, porque la otra mitad la paga con venta de bienes no renovables y con deuda, tal debilidad se explica por la escasa capacidad recaudatoria que tiene el estado mexicano con apenas 13-14 puntos del PIB, cuando los países miembros de la OCDE reportan 33 puntos en promedio.
Esa realidad demanda la impostergable necesidad de acordar una gran reforma fiscal que, al tiempo que fortalezca los ingresos del estado, sea más justa y equitativa para los contribuyentes, esto es perfectamente posible desde el plano técnico, lástima que políticamente sea un tema al que todos los gobernantes le sacan la vuelta.
Uno de los más potentes motores de crecimiento económico es la inversión pública, pero el gobierno mexicano, con los ingresos que recauda, apenas alcanza a cubrir el gasto corriente y mantener los programas asistenciales. Ese motor sigue apagado, el petróleo se está acabando y la capacidad de endeudamiento también, no debemos perder más tiempo, estamos perdiendo viabilidad como país.