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Evolución del combustible: La gasolina más cara en la historia de México

No es de extrañar que la industria petrolera sea determinante en el desarrollo de la economía mundial. El llamado “oro negro” representa el 40% del total de la energía consumida, de acuerdo con la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). 

México se erige como el doceavo país con mayor producción de petróleo en crudo, con 2% de la producción anual, según la OPEP. Siendo así, ¿por qué pese a ser un país productor, los costos de combustible en el país son sumamente elevados?

El aspecto con mayor afectación son los impuestos, pues poco más del 40% que se paga por cada litro de combustible recae en estos.

En México, además del 16% de Impuesto al Valor Agregado (IVA), existe otro gravamen: el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS). Este funciona como tasa variable que ajusta el precio internacional del combustible con el administrado por el Gobierno Federal (es decir, como subsidio a la venta final del combustible). Además, la relación directa entre el costo del petróleo en crudo y la tasa de cambio del dólar influyen en el alza de costos. 

Si se analiza la evolución del costo del combustible durante la última década, los mexicanos están comprando la gasolina más cara de la historia; es decir, el aumento de los costos de energía más elevado en los últimos dos años desde la crisis petrolera de 1973. 

Entre el inicio y el final del sexenio de Enrique Peña Nieto los precios de combustible registraron alzas promedio de 80%, lo que se traduce en un aumento de 8.4 pesos por litro. 

Estos famosos “gasolinazos” que marcaron el mandato de EPN se debieron en gran medida a los cambios en las políticas de los precios con límite máximo, así como a la liberación del mercado fijo por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. 

Durante su mandato, Petróleos Mexicanos (PEMEX) vendió 797 mil barriles diarios de gasolina en promedio. No obstante, la empresa perdió 97 mil millones de pesos por fugas y robos de combustible, lo que se tradujo en una pérdida de diez pipas por hora, según cifras de PEMEX.  

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) comenzó su sexenio con una guerra frontal al huachicoleo y con la promesa de reducir el costo de la gasolina. No obstante, los impuestos a los precios de los combustibles y la energía eléctrica no sólo no se redujeron, sino que incrementaron.

Si bien la administración morenista se ha visto afectada por el confinamiento por COVID-19, las ventas diarias promedio decayeron a 720 mil barriles en 2019, 571 mil en 2020 y 667 mil en lo que va de 2022. De seguir así, este índice podría posicionar a AMLO como el primer presidente que no supere las cifras de su predecesor. 

Resulta evidente que la actual administración se empeña más en la producción que en la venta de combustible; basta observar las refinerías de Dos Bocas y Deer Park.

Sin embargo, cabe considerar que, entre la creciente eficiencia de automóviles híbridos o eléctricos y los gasolinazos, los mexicanos consumen cada vez menos gasolina. 

El panorama actual indica que los precios del combustible permanecerán afectados por la fuerte apreciación del dólar, la volatilidad de los precios del petróleo debido a las tensiones ante la invasión rusa a Ucrania, así como la incertidumbre económica ante la relajación de las medidas de confinamiento tras la pandemia, señala la consultora Goldman Sachs.

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