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Evita tres conductas de riesgo durante la reactivación económica

Por Xicoténcatl Morales Hurtado, CEO SELF México

Lo que detiene realmente el avance de la economía de una región o un país no es necesariamente la amenaza de una crisis, sino el miedo. Las crisis no disminuyen las demandas del mercado (de comida, vestido, transporte o servicios, por ejemplo), sino que las desplazan a nuevos niveles de análisis donde su producción y consumo debe ser revalorado a la luz de las materias primas con las que se cuenta.

Las crisis producen fisuras en los sistemas comerciales, modelos de ventas y estructura de las unidades de negocio pero no alteran las necesidades sociales, antes bien las agudizan haciendo que pensemos quién, cómo y por cuánto tiempo se atreverá a tratar de satisfacerlas asegurando una adecuada provisión.

La participación de las empresas y el rol que vienen jugando en la reactivación económica de nuestra localidad tiene un efecto positivo cuando comprendemos que al cambiar las pautas de un proceso tradicional que venía abasteciendo determinado producto o servicio, también precisamos modificar los modelos organizacionales o de procesos deseados.

Desafíos a la economía local

La pandemia global nos ha demostrado que vivimos tiempos atípicos. La discrepancia en la interpretación de los semáforos para reactivar ciertos sectores productivos, el alcance e interpretación que tienen los protocolos sanitarios y otros factores no menos sencillos, como la reducción del personal, son situaciones que lejos de desanimarnos deben ayudarnos a que la relación con nuestros equipos de trabajo madure y adquiramos compromisos mutuos.

En una economía global tener dificultades multifactoriales es algo natural y eso hace que los procesos empresariales se vuelvan fascinantes, permitiendo que haya transiciones, incursión de nuevas ideas, apertura de servicios, ajuste de costos, reutilización de insumos o recursos y demás medidas que, como está ocurriendo en nuestra entidad, abren posibilidades para responder al futuro que deseamos diseñar.

¿Qué conductas de riesgo hay que evitar?

Ante todo debemos evitar estas tres conductas que pueden desenfocarte gravemente de tus intenciones empresariales llevándote lejos de los objetivos de tu firma:

  1. Decisiones compulsivas: Si no has experimentado aún todas las posibles estrategias de supervivencia o cambio no decidas nada que comprometa la existencia de tu empresa. La razón del éxito o fracaso empresarial muchas veces depende de cómo “juegas tus cartas” no de la “mano” que te toca. Enfócate en el manejo de oportunidades. Un recurso puede ser usar un mapa radial para detectar cuáles tienes al alcance y cuáles son menos próximas.
  2. Desvalorización: Este factor hará que abarates tus mercancías si no tienes cuidado de inventariar tu stock adecuadamente. No reduzcas costos sólo por querer atraer más clientes; si lo haces sin pensarlo tal vez des una imagen contraria a la que buscabas generar. Dicen que la calidad vuela sola. Comunica a tus clientes existencias, tiempos de envío, acuerdos sobre pedido y demás estrategias que alienten la compra.
  3. Desorganización: Las condiciones de la economía local dictan que plasmes nuevas y mejores estrategias de planificación. Reiteradamente los consultores insistimos en que una adecuada planeación asegura mejores ejecuciones permitiendo hacer además una evaluación permanente de los avances, fallos y objetivos logrados o por lograr. Sin organización sólo aumentarán los problemas y presiones, ¡cuidado!

La empresa al centro de la reactivación económica

Para concluir: las carencias institucionales, financieras u operativas que vino a evidenciar la pandemia no son, como dice Graciela Heldin, inevitables o irreversibles.

A simple vista estamos en el umbral de una situación angustiante, pero también en la mejor temporada para ser osados, más exigentes y claros con respecto a nuestros planes.

La reactivación económica es una tarea que compromete a todos: gobiernos, iniciativa privada, cámaras comerciales, agencias consultoras, clientes, etcétera. Actores que sin duda hoy estamos dispuestos a aprender de los demás.

Es temporada de echar mano de las distintas capacidades que en mayor o menor medida necesitamos potencializar para ser agentes activos del cambio económico y responder con asertividad y sano juicio a los desafíos de la economía local.

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