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Estanislao Díaz Soria, el maestro por excelencia de la formación musical

Se dice que la música tiene el poder de cambiar vidas. El mismo Ludwig van Beethoven dijo alguna vez que este arte es una revelación incluso mayor que la sabiduría y la filosofía. Para el maestro Estanislao Díaz Soria, estas palabras son una realidad; su trayectoria como docente musical le ha hecho comprender que esa frase predicada por uno de sus autores favoritos es cierta.

El profe Tanilo, como le dicen sus alumnos, se ha convertido en un emblema para la cultura musical de Aguascalientes; pero alcanzar este logro requirió de esfuerzo y persistencia para sobreponerse a las dificultades que atravesó, ya que su situación económica fue desfavorable cuando era pequeño.

A los 12 años tuvo la primera oportunidad de acercarse a su pasión. Escuchó un instrumento peculiar y rudimentario que se utilizaba en el coro de la iglesia cercana a su casa, la cual estaba ubicada en un pueblo contiguo a Encarnación de Díaz, Jalisco.

El sonido provenía de un armonio, un instrumento que se asemeja al piano, pero cuyas notas suenan por medio del aire generado con el movimiento de sus pedales.

Tanilo tuvo la inquietud de tocar aquel instrumento, así que decidió unirse al coro eclesiástico. La primera vez que interpretó algunas notas, un sacerdote le hizo ver que esa podría ser su vocación: “Al escucharme, me dijo que ese era mi talento y que a pesar de no saber nada sobre música, se comprometía a apoyarme. Mientras tanto, yo también buscaría aprender por mí mismo”, comenta.

Al pasar unos meses, conoció a una profesora originaria de Aguascalientes que impartía clases de música en una localidad ubicada a 15 kilómetros de su casa. Para asistir, tomaba su bicicleta y recorría en total 30 kilómetros al día solamente con la intención de aprender más sobre la disciplina que tanto disfrutaba.

“En las clases había un par de niñas que, al verme tocar, decían que algún día sería famoso, algo que para mí sonaba inalcanzable”. Al término de las sesiones con su profesora, Tanilo llegaba a su casa para escuchar los programas de música que transmitían por la radio. Con esa actividad, su día de preparación concluía.

Pero lo mejor estaba por venir. A sus 15 años se mudó a Aguascalientes para ingresar a la Escuela de Música Sacra, donde cursó materias de Piano, Composición, Órgano y Canto Gregoriano. Su desempeño sobresaliente le permitió irse becado a Morelia con el objetivo de regresar a Aguascalientes para convertirse en formador de talento musical.

Corría el año del 72 cuando regresó a la tierra hidrocálida, ahora como profesor. A partir de ese momento, comenzó a formar a los próximos talentos musicales del estado.

En este proceso, el profe Tanilo fue una de las primeras personas que impartió clases en la Casa de la Cultura Víctor Sandoval. Después de dos años, se fue a la Escuela de Música Manuel M. Ponce, donde trabajó por más de 28 años en la enseñanza musical. Posteriormente, regresó a la Casa de la Cultura, donde hasta el día de hoy sigue formando a cientos de jóvenes músicos de Aguascalientes.

Líder Empresarial (LE): ¿Cómo es desempeñar un papel como el suyo en el desarrollo de nuevos artistas?

Estanislao Díaz (ED): Maravilloso. Sentir el ambiente musical a diario y ver a tanta gente que viene por su interés hacia la música es algo que me satisface, es una buena labor. Mi experiencia de vida me ha traído muchos conocimientos que me gusta compartir.

LE: ¿Cuál es el mensaje que busca transmitir a sus estudiantes?

ED: Que esta es una profesión complicada. Puede costarles mucho y en ocasiones no ser tan valorada. Lamentablemente se quedó la idea de que el músico no cobra; pero es importante que nos sintamos felices haciendo lo que nos gusta. Ya si el dinero llega, es bienvenido.

LE: ¿Cuál es su melodía favorita?

ED: Claro de Luna, de Claude Debussy, por el manejo de las sonoridades. Es música impresionista, que utiliza otro tipo de estilos, corrientes más nuevas, ya más alejado de Mozart y Beethoven.

LE: ¿Cuáles son los momentos que más recuerda de su trayectoria?

ED: Hubo una época en la que pude tocar en los mejores escenarios de México. Estuve presente en el Auditorio Nacional y en el Conservatorio Nacional de Música interpretando música de Bach; sin embargo, no hay como la primera melodía que toqué. Fue en mis primeras clases de piano a los 12 años. Cada vez que la escucho me transporta a esa época, es un sonido que siempre llevaré en mi memoria; la pieza se llama Vals Caressante (Vals Cariñoso) de Ricardo Castro, un autor mexicano.

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