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Esgrima, mucho más que un deporte aristocrático

La vida de Antonio Nava e Isabel Montalvo gira entorno a dos temas muy diferentes entre sí: el café y las espadas. Ambos, originarios del Estado de México, trabajan en la industria del café desde hace varios años. La empresa familiar de Antonio distribuye su propio café, que es extraído de Chiapas, tostado y preparado en Aguascalientes. Son proveedores de algunos establecimientos y cafeterías del estado hidrocálido.

Pero, lo que mejor caracteriza a esta pareja es su pasión por las artes marciales históricas, la cual les brinda toda la inspiración para desarrollarse personal y profesionalmente.

Un estilo de vida medieval adaptado al mundo actual

El gran interés de Nava y Montalvo por las espadas los llevó a capacitarse en su uso con ayuda de diversos manuales históricos. Uno de los que tomaron en cuenta tiene más de cinco siglos de existencia: Las técnicas de la espada a dos manos en largo, del maestro italiano Fiore dei Liberi, experto en combate histórico. El libro fue traducido por Isabel, especialista en italiano antiguo.

Luego de su aprendizaje, fundaron el grupo Marte-Esgrima Histórica, apoyados por una de las escuelas más reconocidas a nivel mundial en artes marciales históricas, The Schola San Marco, ubicada en San Diego. En el club, se imparten varias disciplinas como el manejo de la espada medieval, la ropera y técnicas de esgrima.

Los entrenadores definen al deporte de la esgrima como “el arte de tocar sin ser tocado”. En clase, es “el hábil quien gana al más fuerte”, pues uno de los elementos más importantes es la estrategia.

Isabel compara este tipo de combate con “un juego de ajedrez”, ya que “estudiar al oponente será fundamental para llevarlo a la zona en la que mejor puedas responder a su ataque”. Además, considera a las artes marciales históricas como “una herramienta útil para cualquier momento de la vida”.

   

Un “deporte de clase”

Antonio recuerda que en la antigüedad los nobles eran los únicos que podían tener derecho a un duelo, un acto en el cual se enfrentaban a un rival para resolver cualquier conflicto con clase y gallardía. El clasismo de la época no permitía que estratos sociales más bajos tuvieran este “privilegio”.

Incluso, entre aquellos que ya practicaban el combate uno a uno, se establecían distinciones según sus habilidades. Por ejemplo, las técnicas de desarme solo eran utilizadas por novatos; la técnica para romper articulaciones era usada por combatientes más avanzados; el empleo de llaves que inmovilizaran al oponente era digno de un maestro; y derribar al contrario, característico de un luchador reconocido y con experiencia.

La democratización del esgrima

La nueva ola de las artes marciales históricas claramente ha cambiado este mecanismo al permitir que toda persona sea capaz de practicar la disciplina. Así lo asegura el grupo Marte, el cual defiende que “cualquiera puede practicar esgrima u otro tipo de combate histórico”. De hecho, Nava destaca “el trabajo en equipo, honor e igualdad” como algunos de los principales valores de su academia.

Montalvo menciona que uno de los grandes atractivos de este deporte es que concede muchos beneficios en el ámbito profesional, debido a la “preparación para saber reaccionar en situaciones de mucho estrés”. Se vuelve un aprendizaje importante para trabajar bajo presión y ayuda a visualizar a la competencia laboral como un rival a vencer.

Para la escuela Marte, el conocimiento es otro de los valores de la disciplina: por un lado, imparten conceptos de biomecánica que involucran el estudio de ángulos y matemáticas; y por otro, historia mundial, la cual es relevante para comprender las técnicas de combate.
Tampoco se olvidan del valor humano que les ha aportado este deporte: “se da prioridad al cuidado y respeto que conlleva el uso de un arma”. Por eso, lo primero que enseñan a todos sus alumnos es la importancia de “ser una mejor persona, consciente de las consecuencias y con mucha concentración”.

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