¡Paren las fábricas, no hay componentes para producir! Bien pudo ordenar un CEO que dirige a un gigante automotriz o de la industria electrónica ante la escasez de chips que aqueja al mundo desde el 2020.
La frase suena alarmante y el desabasto de semiconductores a una crisis; pero no es del todo cierto, simplemente hubo un freno en las líneas de producción que ocasionó la contingencia sanitaria por COVID-19.
Reiniciar las actividades internas toma tiempo y durante el periodo de paro las empresas retrasaron planes de inversión, así lo explicó Ricardo Zermeño, presidente de la consultora de negocios Select.
Además, reconoció que la enfermedad no es la única que causó un desbasto de chips tras incrementase la demanda de dispositivos electrónicos. Más bien, un conjunto de factores que frenó la disponibilidad y los tiempos de entrega:
- “Guerra comercial” entre China y Estados Unidos.
- Lentitud en la logística mundial y costos altos de transporte.
- Disrupción en las cadenas de suministro.
- Nuevas normas de seguridad.
“El ciclo de los componentes electrónicos no es nuevo, pues hay etapas de desabasto y abasto; es una industria que toma tiempo en reactivarse”, explicó el ejecutivo.
Resolver esta escasez de chips, opinó, depende de que los proveedores vuelvan a activar las líneas de producción; pero el arranque no es sencillo, pues insistió que toma tiempo trabajar con tecnologías muy sofisticadas.
¿Qué tan complejo es fabricar un chip?
El microchip es una pastilla muy delgada en el que se encuentran una cantidad enorme de dispositivos microelectrónicos interactuados. A su vez, es un instrumento capaz de almacenar y/o procesar información.
Lo complicado es fabricarlo, pues de acuerdo Bloomberg BusinessWeek que visitó una fábrica de Intel en 2016, un nuevo chip tiene un costo de mil millones de dólares (mdd) y construir un complejo para desarrollarlo vale ocho mil 500 mdd.
Pero la cantidad no incluye los costos de investigación y desarrollo (dos mil mdd) o de diseñar el trazado del circuito (300 mdd) y todo el proceso puede tomar hasta cinco años o más.
Te invitamos a leer:
En una reciente investigación, la revista norteaméricana señaló que la fabricación es de nivel atómico, pues los chips constan de hasta 100 capas de materiales, además de que su desarrollo generalmente es de tres meses e involucra fábricas gigantes, salas libres de polvo, máquinas multimillonarias, estaño fundido y láseres.
Aunque la inversión es alta, el CEO de Intel, Pat Gelsinger, dijo que la compañía invertirá 20 mil mdd en dos nuevas fábricas de chips en Arizona (Estados Unidos) con el fin de superar todos sus problemas en semiconductores y abrir nuevas vías de negocio, de acuerdo a la agencia EFE.
Por otro lado, en diciembre de 2020 países de la Unión Europea (UE) se unieron para invertir en tecnologías de procesadores y semiconductores, indicó Reuters.
Mientras que en mayo del 2021, informó que la UE busca ampliar la producción de semiconductores en Europa y así respaldar su cadena de suministro de procesadores para computadoras.
La escasez de chips llegó a México; pero no para todos
En lo que va del 2021, las industrias automotriz y de cómputo son las que más resienten esta carencia de semiconductores en México, aseguró el presidente de Select.
Como prueba, dijo que al cierre de agosto el 64% de las empresas tecnológicas indicaron no cumplir con la demanda de dispositivos por desabasto o tiempo de entregas largos.
El 12% reportó afectación en ventas y retraso en proyectos; sin embargo, indicó que hay empresas mayoristas que no han sufrido por esta falta de semiconductores ya que generaron previamente un plan de trabajo, contratos adelantados y tienen capacidad de liquidez.
A empresas pequeñas y sin contratos a largo plazo, agregó, tienen dificultad para comprar y si lo hacen es a un precio caro,»pero es un ciclo normal, el encarecimiento no solo es en la industria del cómputo sino en otros mercados, en parte por altos costos logísticos”, indicó Zermeño.
A diferencia de la industria automotriz donde algunos fabricantes optaron por no incluir componentes o funcionalidades a nuevos vehículos, describió como imposible que suceda lo mismo en la industria del cómputo.
Enfatizó que no es barato ni ágil reducir componentes; no aumentaría la producción, además de que los fabricantes prefieren competir con microprocesadores de última generación para integrarlos a sus líneas de cómputo gama alta.
De no resolver esta escasez de chips a nivel mundial (especialistas señalan que será en 2022 o 2023), las empresas de México no podrían satisfacer la demanda del mercado y perjudicará a distribuidores sin contratos a largo plazo, opinó Zermeño.