Aguascalientes, tierra de contrastes donde el progreso industrial coexiste con la tradición vitivinícola, fue el escenario de un diagnóstico de precisión quirúrgica. Pedro Poncelis Raygoza, voz autorizada en el universo del vino mexicano, hizo un llamado a la introspección: la reinvención o el abismo.
En la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), bajo el auspicio del programa “Vinos de Aguascalientes MX” –diseñado por la SEDECYT y otros organismos para posicionar e impulsar el sector vitivinícola del estado-, Poncelis descorchó una realidad galopante.
El mundo del vino, un sector que evoca imágenes de tradición y terruño, enfrenta un parteaguas.
La sobreproducción, la saturación de un mercado globalizado y un consumo que se resiste a crecer dibujan un panorama inquietante.
Las fórmulas mágicas son un espejismo; solo el análisis riguroso, el estudio constante y la adaptabilidad sin concesiones pueden asegurar la supervivencia.
El dilema del presente: entre la tradición y la crisis
En este contexto de incertidumbre, Pedro Poncelis atisbó una grieta por donde se filtra la esperanza.
Mientras las grandes regiones vitivinícolas del mundo luchan por mantener su hegemonía, el vino mexicano, durante mucho tiempo relegado a la sombra, emerge con una fuerza inusitada.
Un resurgimiento que no es fruto de la casualidad, sino del esfuerzo, la pasión y la búsqueda constante de la calidad.
Las cifras, aunque frías, no mienten: 39.6 millones de litros producidos en 2023 y un consumo per cápita en ascenso. Un despertar que, sin embargo, exige una estrategia clara y una visión de futuro.
Poncelis propuso una hoja de ruta, un camino sinuoso pero necesario hacia la revitalización del sector.
La innovación y la sostenibilidad, dos conceptos que a menudo se pronuncian sin comprender su verdadero alcance, se erigieron como pilares fundamentales.
No se trata simplemente de producir vino, sino de cultivar un compromiso profundo con la tierra, de abrazar prácticas agrícolas regenerativas, de apostar por la viticultura orgánica y de incorporar tecnologías que respeten el equilibrio del ecosistema.
Más allá de la botella: la construcción de una narrativa
Pero el vino, como la propia historia de México, no se reduce a la mera producción. Necesita una narrativa que lo conecte con su origen, con su gente, con su cultura.
“Crear emociones para que, cuando piensen en vino, piensen en ti”, sentenció Poncelis.
A su vez, convocó a construir marcas con alma, a tejer relatos que trasciendan la simple etiqueta.
En un mundo dominado por la inmediatez y la virtualidad, Pedro Poncelis instó a aprovechar las herramientas del marketing digital, a conquistar las redes sociales y a generar contenido que dialogue con un consumidor cada vez más informado y exigente.
El enoturismo, la venta directa y el comercio electrónico se presentan como canales imprescindibles para diversificar y llegar a nuevos públicos.
La internacionalización, con la mirada puesta en mercados estratégicos como Estados Unidos y Canadá, se vislumbra como un desafío ineludible.
En Aguascalientes, un estado marcado por la dualidad entre tradición y modernidad, este mensaje adquiere una resonancia especial.
La pregunta crucial persiste: ¿están las bodegas locales dispuestas a escuchar este llamado a la transformación, a abandonar la comodidad del pasado y a abrazar la incertidumbre del futuro?
La respuesta, como el sabor de un buen vino, se irá revelando con el tiempo.
Si quieres conocer más sobre las ideas de Pedro Poncelis, no te pierdas nuestro podcast ReWine, donde tendremos una conversación en profundidad con el experto.
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