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Energía+Experiencia: Química perfecta al emprender

Lyana Kahn

Originalmente publicado por Editorial Hotbook

 

Mark Zuckerberg, Larry Page, Serguéi Brin… Son nombres que hemos venido escuchando en los últimos años, emprendedores que han destacado en los “headlines” con la creación de sus startups, las cuales fundaron con menos de 26 años de edad. En el ecosistema emprendedor y la industria del capital privado, existen grandes paradigmas sobre las características de los jugadores y la manera en la que estos han alcanzado el éxito.

Adentrándonos en estos paradigmas, es evidente que existe una inclinación hacia los jóvenes; sin embargo, con el tiempo hemos visto que existen grandes oportunidades en puerta para empezar a incluir a gente con mayor experiencia, próxima a su retiro profesional, en la apuesta hacia el éxito.

Durante mi trayectoria en una aceleradora de negocios, he analizado a más de 100 empresas en crecimiento y he identificado dos variables cruciales en los emprendedores que logran el éxito: la energía y la experiencia. Observando estas dos variables a lo largo del tiempo, es indudable que cuando un emprendedor es joven, sus niveles de energía están en el punto más alto, aunque tiene una escasa experiencia. Conforme va transcurriendo el tiempo, se va invirtiendo esa balanza paulatinamente: mientras la experiencia va aumentando, la energía se va consumiendo.

Siendo así, si pudiéramos encontrar el punto óptimo para emprender, sería a la mitad, o alrededor de los 40, algo sustentado por investigaciones conducidas por la Universidad de Duke en Estados Unidos. Éstas también indican que en industrias de alto crecimiento, hay el doble de emprendedores exitosos con más de 50 años que con menos de 25.

En una encuesta realizada en Estados Unidos por el Kauffman Foundation, más de dos tercios de los millennials (generación nacida entre 1981 y 1995) mostraron interés en empezar una empresa, mientras que menos de la mitad de las personas mayores a 38 años manifestaron ese interés.

Entonces, si el ecosistema emprendedor siguiera siendo impulsado por ideas disruptivas y ese “arranque” inevitable de los jóvenes por empezar nuevos negocios, su mejor postura para complementar sus habilidades adquiridas en tan poco tiempo, pudiese estar en asociarse con personas que posean mayor experiencia. Aunque estos quizá tienen menores niveles de energía, ideas menos “innovadoras” y son más adversos al riesgo; su trayectoria personal y laboral les ha dado mucha práctica, conocimiento intensivo en industrias para identificar necesidades en el mercado, contactos en diferentes ámbitos relevantes para el negocio en puerta, mayores posibilidades de acceso a financiamiento e incluso una mejor posición económica para emprender.

Cuando menciono la gran oportunidad de mezclar estos dos tipos de talentos en momentos tan diferentes de su carrera profesional, es esencial tener en cuenta que existen diferentes esquemas para poder asociarlos.

Uno de estos pudiera ser a través de un consejo consultivo, en el cual el emprendedor joven sería el operador de la firma y los profesionales con mayor experiencia fungirían como consejeros o mentores. Estos se reunirían periódicamente para guiar al emprendedor en su toma de decisiones, poner nuevas metas, analizar resultados anteriores y, lo más importante, generar nuevas estrategias para el crecimiento.

Otra manera pudiera ser que quienes tengan mayor experiencia fueran “inversionistas ángeles”. Así, aportarían capital, apoyo en la parte administrativa y algunos conocimientos clave para la parte estratégica del negocio.

Y una más sería por medio de una sociedad conjunta en la cual el joven y los adultos con mayor experiencia fueran los fundadores y operadores de la empresa. En este caso, cada socio tomaría el rol más conveniente para el proyecto y más adecuado según su momento profesional y personal.

Cuando gente con amplia experiencia en una industria o sector quiere emprender, a pesar de su edad, tiene grandes probabilidades de ser exitosa. Como he mencionado, posiblemente tenga más características que puedan jugar a su favor que en su contra.

Un gran ejemplo que demuestra esto, incluso en el sector de tecnología, es David Duffield. A sus 65 años, Duffield fundó Workday, compañía dedicada al desarrollo de software basado en la “nube” (tecnología que permite el almacenamiento de datos de manera remota) especializado en gestión financiera y de capital humano. Su extenso conocimiento en la industria le permitió identificar oportunidades en la misma para crear y desarrollar su empresa, logrando apalancar su red de contactos para impulsar el crecimiento del negocio.

En 2012, la compañía hizo una oferta pública de venta (IPO, por sus siglas en inglés) en la bolsa de Nueva York; fue valuada en 9.5 billones de dólares y logró recabar 637 millones de dólares, más que cualquier otra firma en la industria de tecnología en Estados Unidos desde el IPO de Facebook de 16 billones.

Otros ejemplos muy claros del éxito que se puede alcanzar sin importar la edad son: Ray Kroc, quien a sus 52 años fundó McDonald’s; John Pemberton, quien inventó Coca-Cola a los 55 años; y Harland Sanders, quien empezó Kentucky Fried Chicken a los 65 años.

Desde una perspectiva gubernamental, considero que entidades como el INADEM (Instituto Nacional del Emprendedor), a través de sus programas que incentivan la generación de empresas para el impulso de la economía, deberían enfocar esfuerzos hacia posibles emprendimientos en industrias tradicionales. Al mezclar los talentos de jóvenes y la experiencia de profesionales, se pueden generar cambios disruptivos en campos en los que hoy predomina la inflexibilidad en procesos, la falta de innovación y grandes ineficiencias estructurales. Estas trabas pudiesen, eventualmente, transformarse en soluciones gracias a emprendimientos innovadores que impulsen una mayor productividad y generen más y mejores empleos. Algunos ejemplos de estas industrias tradicionales pudieran ser desde el transporte y la manufactura, hasta la agricultura.

Para fomentar el éxito de las empresas nacientes, lo que se requiere es un entendimiento exhaustivo de cómo, cuándo y por qué diferentes jugadores en el ecosistema emprendedor interactúan entre ellos y cómo va evolucionando cada parte a lo largo del tiempo.

Sería utópico sugerir que simplemente se asociaran los emprendedores jóvenes con los profesionales de mayor experiencia para generar negocios exitosos. Igualmente es evidente que no existe una fórmula secreta que garantice el éxito al emprender. Lo que sí, es que no cabe duda de que existen grandes oportunidades al combinar los talentos de diferentes generaciones: apalancar el conocimiento, la práctica, el capital, el tiempo y los contactos de las personas mayores con las ideas frescas, la energía y la poca adversidad al riesgo que tienen los jóvenes para llegar a ese balance óptimo y extraer lo mejor de ambos mundos.

Referencias

State of Entrepreneurship, 2015 Address, Kauffman The Foundation of Entrepreneurship

“Entrepreneurs get Better with Time”. Harvard Business Review, 2013.

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