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En energía, México debe apuntar al Sol

Con información de Deloitte

Al sur de Coahuila, en la región de la Comarca Lagunera, se localiza una extensa área desértica donde están instalados 2.3 millones de paneles solares. Se trata de la Planta Villanueva, el proyecto fotovoltaico más grande del continente americano, con una superficie 3.5 veces mayor a la del Bosque de Chapultepec, en la Ciudad de México.

Las instalaciones, desarrolladas por una importante empresa italiana, comenzaron operaciones en septiembre de 2018, con la intención de aprovechar el enorme potencial que tiene nuestro país en la generación de energía solar. Pero, exactamente, ¿a qué potencial nos referimos?

De acuerdo con información del Atlas Global SolarMéxico se encuentra entre los principales países con mayor radiación solar a nivel global, con 5.5 kilovatios hora por metro cuadrado (kWh/m2) en promedio –este tipo de radiación es la que puede ser transformada en energía eléctrica o de calefacción–.

A junio del presente año, según reportes de la Asociación Mexicana de Energía Solar (Asolmex), México contaba con una capacidad instalada de 4.05 GW. A nivel mundial, China es el país líder en la materia, con 175 gigavatios (GW); le sigue Japón, con 56 GW; los Estados Unidos, con 51 GW; y Alemania, con 45 GW.

Sin embargo, si tomamos en cuenta el crecimiento de 370% que la capacidad instalada de energía solar registró en el país en solo un año (al pasar de 0.67 GW, en 2017, a 3.1 GW, en 2018) y el incremento de más de 100% que alcanzó en el primer semestre de 2019, contra el mismo periodo de 2018, la perspectiva cambia.

Tomando en consideración los aspectos anteriores, podemos señalar que la energía solar se ha convertido en un sector sumamente atractivo para los inversionistas, así como en un factor capaz de potencializar no solo la generación de energías limpias y el desarrollo sustentable, sino también la economía nacional.

Ventajas para las inversiones

En los últimos años, México ha avanzado en la atracción de inversiones en energía renovable, posicionándose como uno de los países con mayor aceptación y crecimiento en este sector.

Por un lado, el marco regulatorio en la materia ofrece a los inversionistas ciertos beneficios, entre los que destacan incentivos fiscales y certificados de promoción, como son, por ejemplo, los Certificados de Energías Limpias (CEL), instrumentos que pueden comercializarse en el mercado de acuerdo con la oferta y la demanda de los mismos. Además, los CEL obligan a grandes consumidores a tener un nivel mínimo de este tipo de energías.

Por otro lado, a partir de la entrada en vigor de la Reforma Energética (21 de diciembre de 2013) del gobierno anterior, las subastas eléctricas acumularon un elevado porcentaje de inversión privada y aumentaron considerablemente el portafolio de proyectos de generación eléctrica en el país.

Los precios del suministro de electricidad, en las tres subastas a largo plazo que se han realizado desde 2015, fueron, en su momento, los más bajos a nivel internacional y reflejan la gran competitividad de los recursos renovables en el país. En 2017, México y Emiratos Árabes Unidos impusieron récords con las ofertas más bajas del mundo para las energías solar y eólica. El menor precio registrado en nuestro país fue de 20.57 dólares por megavatio-hora (MWh).

Adicional a lo anterior, la ley establece los lineamientos para la generación distribuida, es decir, la generación de energía eléctrica a pequeña escala, con la posibilidad de vender los excedentes de energía. Este mecanismo es fundamental para evolucionar hacia un consumo energético más económico y sostenible, por lo cual es necesario llevarlo al siguiente nivel de penetración.

De acuerdo con datos de la Asolmex, el número de contratos firmados con generadores fotovoltaicos residenciales, comerciales e industriales, bajo el esquema de generación distribuida, alcanzó, a la fecha, aproximadamente 100 mil. Para 2018, la capacidad instalada de este tipo de generación en nuestro país alcanzó los 693 MW, lo que representó 1% de la capacidad total.

Finalmente, hay que recordar que, además de los incentivos fiscales y los cambios regulatorios, existen, a nivel global, otros factores que promueven el uso de energías renovables, como la paridad de precio y desempeño con respecto a las energías convencionales, la posibilidad de ayudar al balance de la red eléctrica, la aplicación de nuevas tecnologías, así como la nueva tendencia de los consumidores a usar fuentes de energía más limpias.

Energía eólica: Otro gran mercado potencial

La energía solar representa solo una parte del total de energías renovables con las que cuenta nuestro país. Otra de ellas, que destaca también por su gran potencial, es la eólica.

Entre 2017 y 2018, el crecimiento registrado en capacidad instalada para este tipo de energía fue de 18%, pasando de 4,190 MW a 4,935 MW. Con ello, se convirtió en la infraestructura de tecnología renovable con mayor aportación al total de la capacidad instalada en el país, después de la energía hidroeléctrica.

De acuerdo con información de la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE), un total de 745 MW de capacidad instalada fue adicionada a la red de México durante 2018, principalmente en los estados de Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León.

En México, las instalaciones cuentan con un factor de planta (porcentaje de tiempo que opera una central de energía a su máxima capacidad, en un año) que fluctúa entre 20% y 50%, mientras que en los países líderes en esta tecnología (Argentina y Nueva Zelanda), los porcentajes son de entre 50% y 80%.

Por esa razón, es importante centrar esfuerzos para impulsar este sector, pues de esa manera se contribuirá, tal como ocurre al aprovechar la energía solar, a tener más energías limpias.

Almacenamiento, una pieza clave

Para planificar en el país grandes participaciones de generación eólica y fotovoltaica, en un futuro próximo, es necesario trabajar en el mejoramiento de la red eléctrica y, sobre todo, en la integración de las tecnologías de almacenamiento de energía.

En 2018, la Comisión Reguladora de Energía (CRE) comenzó a trabajar en un marco regulatorio para el almacenamiento de energía a gran escala. Y, más recientemente, funcionarios de la Secretaría de Energía han señalado que, en el nuevo esquema energético, se incluirá la modalidad de almacenamiento, así como una mayor participación de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en generación renovable.

El mercado para el almacenamiento de energía es amplio y se puede diversificar en varios campos: mitigación de congestiones de la red, suministro de electricidad, manejo de cargo por demanda, administración de costos en horas pico y apoyo para integración a la red eléctrica, entre otros. De esta forma, se vuelve necesario fortalecer la regulación e incentivar la inversión en la materia.

Si bien se han establecido buenos cimientos para una transición energética, México no debe bajar la guardia, si lo que quiere es alcanzar las metas establecidas y seguir siendo uno de los mercados líderes en este tema. Para ello, se requiere reinvertir en infraestructura, talento e innovación. Y, por supuesto, apuntar a la energía solar y a otras energías limpias con potencial.


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