Imagina esto:
Durante años realizas actividades productivas o comerciales para ponerlas a disposición de tus clientes, y cuando el producto es bueno, prácticamente no es necesario detenerse a pensar más sobre sus necesidades, pues ellos acuden a comprar sin mayor esfuerzo. En ese momento tuviste “el tino” de acertar ofreciéndoles lo que buscaban en el momento adecuado.
Puede que esa sea la realidad de muchos negocios y probablemente les sucedió a muchos de tus colegas, familiares o amigos empresarios. Sin embargo, las circunstancias han ido cambiando, el entorno económico se modifica, los gustos de los clientes evolucionan y se puede observar muy de cerca que el número de competidores aumenta.
Es entonces cuando la cabeza comienza a dar vueltas sobre lo que realmente quieren o no nuestros clientes, lo cual no podemos dejar pasar por alto si no queremos perder ni uno de ellos.
No hay que perder el foco: cualquier empresa quiere hacer de su organización un mecanismo que genere beneficios para sus propietarios. Y ese mecanismo o sistema, incluye a las personas que colaborarán en el éxito del negocio.
Esto quiere decir que toda organización sana y próspera debe de contar con procesos relacionados a la dirección que ésta tome, el trabajo que desarrolle y la cultura en la que vive.
Evidentemente en la mayoría de nuestros negocios descuidamos cualquiera de estos procesos (dirección, ejecución y filosofía), ya sea por costumbre, por ego, o por un periodo de bonanza que solo nos ha permitido ejecutar para cumplir.
Hoy en día el enfoque comercial, de monetización o simplemente de ventas nos obliga a ver desde otro perfil la función de las operaciones de nuestros negocios, en donde simplemente hay que ofrecer “beneficios”. Beneficios que se traducen en experiencias para tus clientes y también para tus empleados.
Desde este ángulo es importante vender ahora “el concepto” de los negocios también a nuestros empleados más allá del dinero, porque de lo contrario las tasas de rotación serán altas como hemos visto en datos estadísticos de los últimos años.
Y ¿quién no quiere ser feliz?
La felicidad en el trabajo existe para establecer bienestar a los empleados a través del equilibrio en factores que los hacen felices: ambiente laboral, flexibilidad, salarios, desarrollo de habilidades, oficinas, recursos, formación, y cultura. Estos son elementos frecuentes en las organizaciones que logran destacar de sus competidores.
Dicen que para saber a dónde va tu negocio debes de compararte con tus grandes competidores. Después de ello, podrás hacer un análisis para redireccionar tu negocio y generar estabilidad; un factor fundamental para lograrlo será lograr un equipo de campeones.
Bien lo apunta el señor Richard Branson (Virgin Group): “Los clientes no son primero, lo primero son tus empleados, si cuidas de tus empleados, ellos cuidarán de tus clientes”. Se vale imaginar tu negocio en otro nivel. Y se vale hacerlo a través de la satisfacción de tu equipo.
¡Que tengas buenas ventas!