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El versátil e inquieto Jesús Rivera

La trama que resulta del movimiento de los hilos ha formado una vida. Procede de la costura de Dios, del telar de un continuo viaje. Lo cálido, confortable y suave de las telas también son características que identifican a Jesús Rivera Franco.

Nació el 5 de enero de 1918 en Teocaltiche, Jalisco. Apenas tuvo la oportunidad de viajar y a sus 12 años se embaucó en un periplo a Aguascalientes para probar suerte y conseguir un trabajo. Gracias a un paisano suyo llegó a hacer sarapes en una fábrica textil de la ciudad.

Permaneció poco tiempo y decidió irse a San Luis Potosí. Allá llegó a trabajar a una empresa del mismo ramo, pero regresó a Aguascalientes para integrarse a El Sarape Azteca, lo que le permitió adentrarse a la industria del textil.

Comenzó a comprar terrenos -ya se delineaba su gusto por la construcción- e iba edificando empresas por Aguascalientes. Visionario, la curiosidad no le trajo más que beneficios. En varias ocasiones asistió a las grandes exposiciones industriales de Europa, de donde se hizo de lo más reciente en maquinaria y conoció lo que se encontraba de moda en el ramo textil.

Sus empresas se extendieron y abarcaron varios rubros de la industria, desde hilos de fantasía, hilo para cobija y cobertor hasta tapetes; con más de 10 plantas en el estado, Jesús continuó su camino y decidió venderlas al grupo regiomontano CYDSA.

Ya no vestía a las personas, ahora cubría a la ciudad, arropaba a los hidrocálidos con hogares agradables. Jesús Rivera se adentró cada vez más al ramo inmobiliario y logró construir los centros comerciales Plaza San Marcos, Plaza Universidad, y los fraccionamientos Residencial Río San Pedro, Modelo, Bosques, Del Valle, entre otros.

Entre sus obras más emblemáticas destacan Viñedos San Marcos y Torre Plaza Bosques, edificio icónico de Aguascalientes, a eso se suman casas de interés social, iglesias, el Colegio Marista, etcétera.

Su espíritu quería seguir andando, pero su cuerpo resintió el paso de los años. Ya no le bombeaba sangre por todo el cuerpo, no le llegaba hasta el cerebro y una caída empeoraría todo.

El 29 de abril del 2009 decide descansar en su alcoba, como solía hacerlo, le dolían los pies, suspiraba vida y anhelaba tranquilidad. Ese día, acostado, un ataque respiratorio acabó con su vida a sus 91 años, esa fecha el inquieto Jesús hacía un viaje más.  

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