El término seguridad laboral no solo hace referencia a la ausencia de accidentes en la práctica industrial, sino también, de una forma más integral, a la construcción de un lugar de trabajo verdaderamente humano en toda actividad económica. El reciente rescate de 63 menores de una empacadora en Coahuila, donde recibían solo dos comidas al día, contaban con solo medio día libre a la semana y dormían en tapetes en el suelo, es un triste recordatorio de que en México no se ha erradicado por completo la existencia de malos tratos laborales, los cuales rayan en la esclavitud.
Aguascalientes es un estado que desde hace varias décadas apostó por la industrialización; sin embargo, no todos los implicados en esta transición se comprometieron, en igual medida ni entusiasmo, con el desarrollo de las mujeres y hombres dentro de las líneas de producción, es decir, no se comprometieron con crear centros de trabajo dignos.
Cuando se habla de seguridad en la fábrica, muchas veces solo se toman en cuenta las condiciones de seguridad en el área de trabajo y la atención médica para los empleados. Pero este concepto conlleva mucho más. Desde mi punto de vista, empieza con la certeza de mantener un empleo; tener las debidas prestaciones, equidad de género, oportunidades de crecimiento; erradicar la discriminación y, con ello, incluir en el ámbito laboral a personas con capacidades diferentes.
Desafortunadamente, las pobres condiciones de trabajo aún pueden verse en muchas compañías, las cuales no las mejoran por falta de recursos o por simple negligencia. Todas esas empresas que no toman en cuenta al factor humano como su eje (no apuestan por la persona) no deben ser tomadas como modelo a seguir, pues operan bajo la idea de aumentar la productividad a costa de cualquier cosa, incluso a costa de la dignidad o integridad de los empleados.
En cuanto al tema de la discriminación, no cabe duda que todavía hay un gran campo de acción y de cambio de mentalidad: según datos del centro de rehabilitación infantil Teletón, hasta 2014, solo 36 empresas asentadas en Aguascalientes impulsaban la contratación de personas con capacidades diferentes.
Las trabajadoras y trabajadores aguascalentenses son personas sociables y aunque las compañías no son propiamente un lugar de recreación, es cierto que están destinadas a triunfar, si operan bajo el principio de que el crecimiento del personal se reflejará en su productividad, generación de valor y prestigio.
Aguascalientes es un estado con una fuerza industrial ejemplar, pero aún hace falta que cada sector se desempeñe de manera más igualitaria y justa. Favorecer el desarrollo de las competencias de mujeres y hombres, generar más oportunidades, promover la equidad de género y dar mejores prestaciones debe ser tarea tanto de los líderes empresariales como de gobierno.
Es indudable que un desarrollo verdaderamente sustentable no solo es aquel que cuida los recursos naturales; sino también es el que contempla las necesidades y aspiraciones de las personas.
Aguascalientes ha sabido crecer; sin embargo, es tiempo de dar vigor y humanizar ese crecimiento, porque dentro de cada estructura industrial hay personas que pasan la mayor parte de su tiempo en el trabajo, aspirando tener una vida mejor para ellos y sus hijos. A ellos, hay que darles la confianza necesaria de que se va por buen camino.