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El Santo Jarocho busca devotos del sabor

Desde 1947 en México hay un santo que invita a la gula. Al principio, lo hacía de forma de convencional: servía tacos de guisado estilo D.F. en diversas sucursales de la capital del país. Pero le llegó el momento de modernizarse… si lo dejan.

La franquicia de comida artesanal mexicana El Santo Jarocho busca expandir sus horizontes bajo el modelo de negocio de los food trucks. Nacida como un negocio familiar, ha prosperado con franquicias de tacos de guisado y de parrilla en diversos puntos del Distrito Federal.

Jean Carlo Aquino, miembro de la tercera generación, es quien tuvo la idea de convertir la taquería de la familia en un food truck y traerla a Aguascalientes. Y aunque ha cubierto todos los requisitos y ya cuenta con los permisos sanitarios para operar, es otro de los emprendedores que se ha topado con un reglamento municipal atrasado.

“Yo estoy registrado ante el SAT, pago impuestos y estoy tratando de sacar un permiso con municipio y ellos no me han apoyado”, cuenta este joven, cuya solicitud de permiso tiene tres meses sin recibir una respuesta.

En cambio, señala, en la ciudad siguen operando puestos de comida que no son formales, que tienen dimensiones mayores a las de los camiones, que no siempre cuentan con licencias sanitarias y a los que el ayuntamiento les permite seguir trabajando.

El problema es el mismo para el Santo Jarocho que para otros negocios sobre ruedas: no hay una figura o categoría que los incluya en el reglamento que regula el ambulantaje y el comercio semifijo.

Aunque autoridades municipales se habían mostrado tolerantes a la presencia de los food trucks en la vía pública, bajo ciertas condiciones, algunos empresarios denunciaron este viernes que la dirección de mercados, sin otorgarles ningún documento, les informó que definitivamente ya no podrán operar de esa forma.

Durante el tiempo que lleva tramitando su permiso, El San Jarocho ha operado solo con la licencia sanitaria y en predios privados, donde comparte espacio con otros negocios como La Troca Gourmet y Tablajero.

Jean Carlo es uno de los emprendedores que busca constituir la asociación de foodtruckeros, que empuje por los intereses de este sector. Hasta ahora, dice, tiene la impresión de que las autoridades municipales trabajan descoordinadas entre sí y sin coordinación con las de gobierno del estado y federal, que incluso destinan capacitación y recursos para quienes emprenden con este modelo de negocio.

Incluso ha propuesto “pagar dos permisos para que sean 6 metros por tres –el Código Municipal considera semifijos a los puestos con dimensiones de 3×1.5 metros-“, asegura.

Por ahora, Jean Carlo y sus colegas se enfocan en obtener permisos para operar dentro de predios privados. Pero en el futuro, “nuestro punto final, pero más importante, es que nos llegaran a dar un permiso para podamos trasladarnos por diversos puntos de la ciudad, mientras respetemos lo que nos piden”, explica.

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