Icono del sitio Líder Empresarial

“El robo de mi coche me salvó de un accidente”

Un escalofrío me recorre el cuerpo. Al ver los cristales rotos del parabrisas pienso que pude haber sido yo la que se estrellara. O peor, mis hijos. Pero le tocó a él, a esa persona que decidió que mi auto ya no sería mío sino de él… por una noche.

Cómo empezó todo

Llego a mi casa como una noche cualquiera. Bajo a mi hija del coche, tomo de la mano al mayor y entramos. Mi obsesión por la seguridad me hace verificar que el auto esté cerrado y que el cerrojo de la puerta tenga el seguro. Pero entre mochila, pañalera, niños, bolsa, computadora y uniformes me olvido de lo que puede detonar todo: el estéreo.

Vamos a dormir sin sentir nada extraño, sin escuchar nada, esperando amanecer como un jueves cualquiera. Así parece. Desayunamos, preparo a los niños para la escuela y me encamino a la puerta tomando la mano de mis hijos. Ahí nos quedamos, un minuto, dos, cinco…

“¿Y el carro, mamá?¿Va a venir mi abuela por nosotros?”, mi hijo interrumpe el silencio abrumador que me rodea. Pienso en la miserable vida que debe tener alguien para arrebatarme lo que he conseguido a base de esfuerzos. Mi auto no esta. Soy parte de la estadística: mi carro es uno de los seis vehículos robados al día en Aguascalientes.

En el Ministerio Público una mujer que arrastra con pesadez las palabras me pide mis datos: nombre, teléfono, dirección, especificaciones del auto, placas, color, modelo, número de circulación. Respondo sus preguntas, pero sé que lo último que quiere es enterarse de lo que le estoy diciendo.

En medio del trámite interminable pienso que las redes sociales pueden ser más efectivas. Brevemente, describo lo que ha sucedido en una publicación de Facebook.

¡¡SE BUSCA!! Chavos me robaron el carro, por favor en caso de verlo me pasan la información. Sentra modelo 2000 color gris con placas del Distrito Federal, tiene un golpe en la parte de enfrente del cofre y el faro trasero izquierdo roto, lo robaron por el camino a la UPA.

Para mi mala suerte, el Sentra es uno de los modelos más robados en el país. En 2014 hubo 1,526 reportes de robo de este vehículo.

Mi paciencia se agota. En un intento desesperado por encontrar mi auto me dirijo a la Dirección de Tránsito de la Secretaría de Seguridad Pública. Me dicen que no han encontrado ni remolcado ningún auto esta mañana. Siento que ya hice todo lo que pude, solo queda esperar. Vuelvo a casa, donde me espera un representante de la aseguradora, quien saca fotografías y levanta la denuncia.

La aseguradora me dice que debemos esperar un mes para hacer válido el seguro por robo total. Al mismo tiempo me dan una mala noticia: en caso de que el coche aparezca, los daños corren por mi cuenta.

Es tarde. Después de arreglármelas para volver a casa, lo único que quiero es descansar. Apenas cierro los ojos, recibo un mensaje: “Hay una nota en internet, chécala”, me dice una de las personas que compartieron mi publicación en Facebook.

Leo el titular: “Recuperan dos autos reportados como robados en el municipio de Jesús María”. Habla, entre otras cosas, de mi carro. Está abandonado y semi desvalijado junto a un Jetta color tinto. Esta vez soy parte de estadísticas más alentadoras. Durante el último año de los 66 mil 780 autos robados, 27 mil 683 fueron entregados a sus dueños.

Al despertar estoy emocionada por recuperar mi auto. No imagino que será solo el inicio de un largo proceso para recuperar lo que me han arrebatado.

Lo que pasa después de que te roban el auto

Días después del incidente, le pido a Roberto Muñoz, abogado de la aseguradora, que me cuente el proceso para recuperar un auto robado. Me dice que una vez presentada la denuncia, el Ministerio Público debe otorgar al afectado un número de carpeta (antes llamada averiguación previa) y mandar un oficio a la policía ministerial. Ellos investigan la zona donde ocurrió el robo e identifican otras que sean “de riesgo”, donde existan antecedentes de ese tipo de delitos.

Posteriormente envían un boletín a todos los accesos de la ciudad para evitar que el carro sea trasladado a otro estado de la República. A su vez lo boletinan en las redes policiacas: federal, estatal y municipal.

La información del auto robado se sube a la “Plataforma México”, que según el abogado, es un sistema de gobierno donde se encuentra toda la información de los vehículos con reporte de robo a nivel nacional.

“Nosotros (los abogados asesores) nos encargamos de acompañarlos y apoyar a las personas en el proceso, además de canalizarlas al área judicial cuando sea tiempo de acreditar la propiedad”, me dice.

Cuando localizan el auto, los policías se comunican por radio con la central para verificar la información de la plataforma México. Revisan su estatus y una vez que les confirman el reporte de robo, lo llevan en una grúa a un corralón particular o judicial, según corresponda. Ahí lo entregan al ministerio público con una cadena de custodia, es decir, una serie de oficios que describen en qué condiciones encontraron el vehículo, si hubo o no detenidos y si tenía algún reporte de actividades ilícitas.

Una vez recibido, el ministerio público manda un oficio para que comience el peritaje. Deben verificar que el número de placas, serie y motor coincidan con el del reporte. También se cercioran de la ausencia de objetos que presuman la presencia de otro delito (armas, drogas, dinero o personas).

Cuando el Ministerio verifica que se trata del mismo vehículo, hace una cita con los dueños para acreditar la propiedad del coche. En la pensión donde se encuentra el automóvil se entrega un oficio.

Si el dueño pertenece al 30 por ciento de los autos asegurados que hay en México, debe realizar un trámite en la Oficina Coordinadora de Riesgos Asegurados. Ellos dan de baja el reporte de robo y se da un aviso formal de que el auto apareció dentro del margen de tiempo que marca la aseguradora.

El corralón es el menor de los gastos

Tengo que recuperar el auto y pagar el corralón en el que estuvo las últimas dos semanas, además de la grúa. Comienzo a buscar los daños. La batería está en su lugar: no la pudieron sacar. El estéreo pasó a mejor historia. Junto con la ropa, juguetes y todo lo que estaba dentro. Pero eso no es todo, de hecho, es casi nada.

El parabrisas está roto. La llanta delantera izquierda y su rin también. El cofre está semi levantado y la fascia cuelga un poco, pero ¿por qué?. Mi padre y yo lo llevamos al taller para averiguarlo.

El mecánico analiza la situación y el vehículo. Nos da el veredicto: los ladrones tuvieron un accidente en el trayecto. El carro se quedó sin frenos y tuvieron que estamparse para que se detuviera. Casi seguro que el impacto hizo que la cabeza del conductor se incrustara en el parabrisas. “El accidente provocó que abandonaran el vehículo”, me dice.

Siento alegría, tuvieron su merecido. Pero no fue una coincidencia. El carro iba a fallar, con ellos o conmigo dentro. Ahora entiendo lo cerca que estuve de tener un accidente que podría haber salido muy mal. Los ladrones se llevaron algo que era mío, pero me salvaron a mí y a mis hijos de un final inesperado.

Salir de la versión móvil