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El nuevo aeropuerto

La idea de construir un nuevo aeropuerto para la Ciudad de México nació en Pachuca hace 29 años (en 1993). El entonces Gobernador Jesús Murillo Karam estaba preocupado de que Hidalgo se convirtiera en otro Chalco o Ecatepec por el crecimiento de la mancha urbana de la zona metropolitana que ya estaba llegando a su Estado.

Y es que la Ciudad de México ya no puede crecer hacia el sur por la barrera natural del Ajusco, tampoco hacia el occidente por la barrera natural de La Marquesa, hacia el oriente (donde está Chalco y Ciudad Netzahualcóyotl) el crecimiento es francamente indeseable y no se diga hacia el norte donde está Ecatepec. Por eso la capital está creciendo hacia arriba, en zona telúrica y hundible por estar sobre un lago, con un volcán activo al lado, a más de 2,200 metros sobre el nivel del mar y con millones de motores permanentemente encendidos.

Por si fuera poco, la Ciudad de México es de las pocas metrópolis en el mundo que no tiene ciudades alternas como las tiene París, Londres, Tokio o Nueva York. Ni Toluca, ni Cuernavaca, Querétaro, Pachuca o Puebla tienen las características y la infraestructura propias de una ciudad alterna.


El crecimiento no lo puedo evitar me dijo el Licenciado Murillo —pero si lo podemos ordenar. Diseñó entonces un programa de desarrollo para el Valle de Tizayuca con zonas residenciales y de vivienda media, parques industriales, áreas comerciales y de oficinas, muchas áreas verdes, amplias vialidades y en el centro un gran detonador, el nuevo aeropuerto. Pero el aeropuerto no era el fin, era el medio para un propósito superior.

Murillo Karam le presentó el megaproyecto al Presidente Salinas y le encantó, solo que su gobierno estaba por concluir y ya no podía concretarlo. Se lo presentó entonces a Colosio, también le fascinó, pero lo asesinaron. Se lo trató a Zedillo pero el titular de la SCT le puso mil trabas. Llegó Fox y en lugar de hacerlo en Tizayuca lo quiso hacer en Atenco, le brincaron los macheteros. Calderón enfrió el tema seis años. Finalmente Peña Nieto si lo empezó pero en el Lago de Texcoco, craso error, llegó López Obrador y lo echó abajo.

El 21 de marzo, AMLO inauguró el nuevo aeropuerto de la capital, ni en Tizayuca ni en Texcoco, sino exactamente en medio, en la base militar de Santa Lucía. La verdad es que a México no le urgía un nuevo aeropuerto, lo que le urge es una ciudad alterna con aeropuerto incluido.

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