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El gigante asiático se convertirá en primera economía

Por: Walter Buchanan, CEO de SaveNest

Por casi dos milenios, China fue una de las dos economías más grandes del mundo. Sin embargo, a finales del siglo XIX perdió poderío. Con la revolución industrial, los países europeos y Estados Unidos tomaron ventaja -relegando al país asiática por varias décadas-.

Hoy China se alista para retomar su liderazgo. Por tanto, es natural que Estados Unidos, que ha ejercido una hegemonía global ininterrumpida por los últimos sesenta-setenta años, lo vea como su principal competidor. Y esto no es algo que le guste mucho al tío Sam.

El anterior presidente de Estados Unidos se tomaba esto muy en serio (incluso como amenaza). Emprendió una serie medidas para tratar de frenar al tigre asiático. Sin duda, el cambio de administración en la Casa Blanca ha resultado en un giro benéfico para sus competidores.

En cuestiones financieras, este país no sólo es la segunda economía del mundo. También su mercado accionario y de deuda ocupan el segundo puesto.

Varios analistas, como los de JP Morgan, esperan que se convierta en la economía más grande del mundo para 2027. ¿Cómo ha logrado esto?

Sus tasas de crecimiento sostenidas han sido muy superiores a las de sus peers europeos y Estados Unidos,  pues sus cifras de doble dígito le han permitido crecer de manera exponencial.

Fuente IMF World Economic Outlook Database, abril de 2021

Matemáticamente con un rendimiento de 10%, estamos hablando de duplicar el tamaño de su  economía en 7 años. De 1990 a 2020, China logró un crecimiento anual a precios constantes, compuesto del 9.24%.

Esto implica que su economía se habría duplicado cada 7.84 años. Exponencialmente, esto da como resultado que, en un periodo de 30 años, haya multiplicado 14 veces su tamaño inicial. En cambio, en el mismo periodo, Estados Unidos (con el crecimiento más alto del G7 al 2.28%) tan sólo estuvo cerca de duplicar el tamaño de su PIB.

Fuente IMF World Economic Outlook Database, abril de 2021

Una curiosidad sobre China es que en realidad no le interesa ser la primera economía del mundo. En realidad, le importan el crecimiento de su mercado interno y el PIB per cápita. Para este último, el objetivo es duplicarlo en diez años (actualmente en alrededor de $16,300.00 dólares).

Fuente IMF World Economic Outlook Database, abril de 2021

De lograr esto, China se parecería más a una nación desarrollada (y quizá dejaría de ser un país emergente), como lo son Brasil, Rusia, India y, por supuesto, México.

El PIB per cápita de las naciones del G7 se ubicaba a finales de 2020 entre los $38,700 dólares y $60,114 dólares. Si por curiosidad te lo preguntas, el PIB per cápita de México se ubicaba en $18,134 dólares a finales de 2020.

El consumo chino ha crecido en los últimos 20 años. En el 2000, representaban 8% del consumo global y hoy representa 22%. Hoy en día, solicita más patentes que Estados Unidos. Como inversionista, es un país que cobra relevancia; aunque hoy pesa menos del 9% en índices internacionales, todo indica que crecerá su representación en mercados accionarios globales.

El modelo económico chino ha sido muy diferente al del G7 y que ha predominado en la era de la globalización, -el neoliberalismo con economías orientadas al libre mercado-. En contraste, la economía china, aunque se orienta al mercado, está fuertemente influenciada por el gobierno, a través de políticas industriales y planes estratégicos de cinco años.

De hecho, una controversia en los últimos años, y un factor importante para que China logre el objetivo planteado, es su plan para mantenerse como líder en desarrollo de tecnología 5G. La sucesora de la tecnología 4G es 20 veces más rápida que las redes que usamos actualmente.

Marcas como Huawei y ZTE sufrieron prohibiciones durante la administración pasada en Estados Unidos, debido a temores de que los dispositivos de estas marcas contuvieran puertas traseras que permitiesen la vigilancia y el monitoreo del gobierno chino.

Sin duda, es un caso de éxito económico digno de estudio, tanto para los economistas como para los inversores. Sin embargo, a muchos les preocupa que su modelo -el Estado que, además de planificador, se convierte en un vigilante (el ojo que todo lo ve)- sea el predominante en las próximas décadas, ahora que se encaminan a ser la primer economía global.

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