En un mundo donde las grandes regiones buscan redefinir su posición global, Norteamérica se encuentra en un cruce de caminos. Mientras bloques como la Unión Europea y los BRIC’S avanzan con una narrativa clara, instituciones sólidas y una red articulada de mentes brillantes, Norteamérica parece estancada en un modelo basado casi exclusivamente en la integración comercial.
Aunque el T-MEC es una herramienta valiosa, está lejos de ser suficiente para crear una región verdaderamente unida y competitiva.
Para que Norteamérica juegue un papel clave en el escenario global, necesita tres pilares fundamentales: 1) una narrativa unificadora, 2) instituciones sólidas de alcance regional y 3) una vinculación efectiva de sus mentes brillantes.
1. La falta de una narrativa unificadora
Una narrativa unificadora es más que un eslogan o una campaña de relaciones públicas. Es una historia compartida que da sentido, propósito y dirección a una región. La Unión Europea ha construido su narrativa alrededor de conceptos como unidad en la diversidad, paz y prosperidad compartida. Los BRICS, por su parte, promueven una narrativa de justicia económica, multipolaridad y reforma del orden mundial.
En contraste, Norteamérica carece de una narrativa clara. Aunque Estados Unidos, Canadá y México comparten lazos comerciales y culturales, no hay una visión compartida del futuro. No existe un relato que inspire a las nuevas generaciones a ver a Norteamérica
como un proyecto común, una región que va más allá de las fronteras nacionales y se proyecta al mundo con una sola voz.
La propuesta, ante esto, es que Norteamérica construya una narrativa que no solo hable de comercio, sino de una región donde la innovación, la diversidad y la colaboración sean los pilares de su identidad. Un relato donde cada país aporte su fortaleza: la tecnología e influencia de EE. UU., la estabilidad y diplomacia de Canadá y la cultura, creatividad y juventud de México.
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2. La necesidad de instituciones sólidas de Norteamérica
Las instituciones son el andamiaje invisible que sostiene el progreso. La Unión Europea cuenta con el Parlamento Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, instituciones que no solo establecen políticas, sino que también proyectan poder y estabilidad al mundo.
Los BRICS están en proceso de crear instituciones financieras y políticas que les permitan reducir la dependencia de Occidente y articular una voz común.
En Norteamérica, sin embargo, las instituciones regionales son prácticamente inexistentes. Más allá de los mecanismos del T-MEC, no hay instituciones dedicadas a la educación, la ciencia, la cultura, la sostenibilidad o la innovación tecnológica. No existen foros permanentes donde se discutan las prioridades de la región ni organismos que impulsen proyectos conjuntos en áreas estratégicas.
La propuesta es que Norteamérica debe crear nuevas instituciones que representen los intereses comunes de la región. Ejemplos podrían ser:
- Instituto Norteamericano para la Innovación y la Tecnología (NAIT), que promueva el desarrollo de tecnologías emergentes.
- Banco de Desarrollo de Norteamérica (BDN), para financiar proyectos de infraestructura, sostenibilidad y educación.
- Consejo Cultural y Educativo de Norteamérica (CCENA), que fomente el intercambio académico y cultural entre los tres países.

Estas instituciones serían claves para articular políticas comunes, financiar proyectos compartidos y proyectar una imagen de unidad y fortaleza al resto del mundo.
3. La articulación de Masterminds en toda la región
Una región no se construye sólo desde los gobiernos. Se necesita el talento, la visión y la creatividad de las mentes brillantes de todos los sectores: empresarial, académico, social y cultural. La Unión Europea ha sabido crear redes de conocimiento y colaboración a través de programas como Erasmus+, mientras que los BRICS han dado pasos importantes para conectar a sus think tanks y universidades.
En Norteamérica, la vinculación de masterminds es limitada y en muchos casos anecdótica. Los eventos regionales suelen estar enfocados en figuras públicas y políticas, mientras que las verdaderas mentes estratégicas quedan en la sombra, muchas veces por falta de plataformas o por el enfoque excesivo en el liderazgo visible y mediático.
Por ello, la propuesta es que sea esencial crear foros permanentes, think tanks y redes de colaboración donde las mentes más brillantes de EE. UU., Canadá y México puedan encontrarse, colaborar y crear juntos. No solo en eventos aislados, sino en plataformas donde las ideas se transformen en proyectos concretos y donde los líderes emergentes puedan ser escuchados y apoyados.

The Grand North America: Construir el futuro desde nuevas trincheras
El proyecto The Grand North America es un claro ejemplo de cómo esta articulación podría funcionar. Su visión no es solo hablar de Norteamérica, sino construir Norteamérica desde el pensamiento estratégico, la innovación institucional y la colaboración real. Es una iniciativa que entiende que el futuro de la región no puede ser diseñado sólo desde las oficinas gubernamentales, sino desde las trincheras donde están los verdaderos agentes de cambio.
El potencial de Norteamérica es innegable, pero sin una narrativa clara, sin instituciones fuertes y sin la integración de sus mentes brillantes, la región seguirá siendo un gigante dormido.
El desafío no es sólo adaptarse a las dinámicas globales, sino proponer un modelo propio, uno que no dependa de las tendencias políticas o de los ciclos económicos, sino que aproveche la diversidad y el talento de sus tres países.
Es momento de que Norteamérica pase de ser un acuerdo comercial a convertirse en una idea poderosa, en una nueva narrativa que inspire, una región donde las instituciones sean sólidas y donde las mentes brillantes encuentren un hogar. Porque el futuro no se espera, se construye. Y para construirlo, se necesitan mentes despiertas, instituciones visionarias y una narrativa que una.
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