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El ecosistema emprendedor y el desarrollo económico regional: Mitos, leyendas y realidades

Antonio Martín del Campo 

Chairman 02X y Venture Studio México 

 

No es noticia que la mejor manera de sobrevivir para un negocio en sus primeros años es el crecimiento: moverse rápidamente, generar tracción y seguir en la carrera por el escalamiento. Ésta es una de las fórmulas que han resultado un éxito para las pymes mexicanas. Así lo demuestran diversos estudios, como el más reciente del INEGI en la materia, el cual señala que las micro y pequeñas empresas en México tienen una esperanza de vida de 6.9 años; mientras que las de mediano tamaño, al considerar una planta laboral de entre 51 y 100 trabajadores, registran una esperanza de vida de 22 años. 

Con las mediciones y la información oficial disponible hasta el momento acerca de la cadena de crecimiento de las organizaciones mexicanas, es casi imposible categorizar el punto de inflexión en el cual se deben focalizar los esfuerzos y apoyos para ayudar a los emprendedores a crecer. Es por demás obvio que los emprendimientos que cuentan con 10 empleados no requieren de las mismas herramientas que los que tienen 50 colaboradores.

Con datos recolectados durante más de once años en la región y generalizando el crecimiento empresarial independientemente de la industria en la que se participe (se excluyeron empresas tecnológicas puras), detectamos claramente seis etapas críticas de crecimiento; de las cuales tocaremos tres en este artículo con el fin de ejemplificar la movilidad de las mipymes.

La primera etapa va del nacimiento al registro de 25 empleados y ventas que están en el rango de los 25 millones. La segunda termina con 50 empleados y ventas con un rango entre los 50 y los 60 millones. Y por último, la tercera etapa culmina con los 100 empleados y ventas cercanas a los 90 millones. Estas tres fases definen claramente los periodos de crecimiento de micro, pequeña y, dependiendo del estudio y la clasificación, mediana empresa.

Ponernos de acuerdo en cómo clasificar el crecimiento de los negocios es una de las premisas básicas para poder entender cuáles son las necesidades de los emprendedores y desde ahí, direccionar y elaborar programas que les permitan continuar con su movilidad.

El ecosistema emprendedor en México ha llegado a su juventud. Es vigoroso y genera grandes expectativas; sin embargo, salvo muy pocas excepciones, los jugadores que hoy lo integran no superan los diez años de experiencia. Para poder llamar a un proyecto caso de éxito, es necesario que éste rompa la barrera de los cinco años y hay muy pocos en el país que lo logran. Por eso, hoy no existen las suficientes experiencias inspiradoras y se cuentan más historias sobre instituciones de fomento al emprendimiento que historias sobre emprendedores, quienes son los grandes superhéroes del ecosistema.

En la actualidad, en México hay gran efervescencia en el fomento a la cultura emprendedora: cada vez hay más eventos e iniciativas que apoyan el desarrollo de startups. Ésta es una gran noticia; pero hay que cuidar, otra vez, el no equivocarnos con los términos: changarros no son startups (y ojo, son fan de los changarros).

Dejar de hablar de herramientas generales sin distinguir las etapas en las que están las empresas, ha creado mitos como que la institucionalización es buena para todas las firmas cuando ni siquiera se cuenta con un modelo de negocios probado. O, por ejemplo, hablar de planeación estratégica cuando apenas se está validando un modelo de negocios, y así podemos comentar un sinnúmero de errores que acaban pagando los emprendedores. Lo bueno es que de poco a poco se están superando estos desaciertos.

Los ecosistemas de emprendimiento en el país han llegado para quedarse y, sin duda, son algo de lo que todos podemos sentirnos orgullosos. La experimentación de los actores es parte fundamental para su crecimiento y para poder apoyar nuevos emprendedores. El enfoque hacia el fracaso está cambiando: aunque se vale fracasar, hay que levantarse rápido para comenzar de nuevo y cada vez más fuerte.

El éxito de los emprendedores, sean apoyados por quien sean apoyados, es motivo de fortalecimiento y celebración. En este juego, se gana o se pierde en equipo y todos necesitamos de todos, el impacto de los cambios en la idiosincrasia del empresariado mexicano lo estamos viviendo todos los días y éste ha sido uno de los grandes logros del ecosistema emprendedor actual.

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