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El diplomático inglés que pasó la Navidad de 1826 en Zacatecas

Escrito por Manuel González Ramírez, cronista de Zacatecas

Las efemérides, los ciclos y las costumbres nos inspiran o sugieren los temas que compartimos con usted, amable lector. En ocasión de las festividades decembrinas y del Año Nuevo que en tiempos normales propiciaban la llegada de un gran número de turistas a nuestra entidad, se nos ocurrió hablar de la visita que realizara a Zacatecas el diplomático inglés Herny George Ward en el año de 1826. Este personaje describió lo que vio e investigó en este distrito minero. La información generada forma parte del libro México en 1827 que fue publicado en inglés en 1828. De este interesante y valioso documento rescatamos una parte de la descripción de la ciudad de Zacatecas realizada por tan notable visitante en 1826.

           Henry George Ward era un diplomático inglés que permaneció en nuestro país de 1825 a 1827, una de sus principales encomiendas era la investigación de las condiciones existentes en México con miras a negociar un Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre México e Inglaterra. Hacía poco tiempo que nuestro país había conquistado su independencia y en sus primeros años de vida ya se lo estaban disputando Inglaterra y Estados Unidos, el primero buscaba ampliar su imperio comercial y el segundo pretendía un dominio político sobre Latinoamérica. En este tenor, «México fue la manzana de la discordia entre las dos potencias, que trataron cada una a su manera de infiltrarse tanto en su economía como en su política», según lo afirma Matty F. de Sommer, en el prólogo de la edición de 1995.

            La minería era uno de los asuntos que despertaron el mayor interés de Ward, de tal suerte que la mitad de su obra la dedica a este tema. Cabe señalar que desde un primer momento asumió con seriedad su trabajo de investigación y descripción de los lugares que recorrió. Antes de todo, recurrió a algunos autores que ya habían escrito sobre la Nueva España, a comienzos del siglo XIX, como era el caso de William Robertson y el Barón de Humboldt, entre otros. Y debido a su interés particular por el asunto de la minería, se documentó lo más que pudo sobre la materia.

            Inició su recorrido por el centro de México, luego, a partir del 3 de noviembre de 1826, Ward y su familia, acompañados de sus sirvientes emprendieron su recorrido por el norte desde Querétaro. Más tarde pasaron por los estados de Guanajuato, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango, Sonora, Sinaloa y el Golfo de California. Luego regresaron a Durango para llegar a la ciudad de Zacatecas, de donde plasmó una descripción que ahora le presentamos.

            El diplomático inglés llegó a Zacatecas el día 21 de diciembre de 1826 donde pasaría la navidad, ya que dejó este asentamiento minero el día 26. En la descripción que hace de este lugar nos comenta que la ciudad no es visible a cierta distancia sino hasta a una media legua de distancia de la entrada por estar ubicada en medio de una cañada. La traza urbana sigue «la dirección de una profunda barranca que limita a un lado la montaña llamada La Bufa, con una capilla erigida en lo alto de su cima curiosamente rematada. Las calles son angostas y, debido a la falta de buena policía, se encuentran afeadas por los restos de las matanzas, frecuentes en Zacatecas, en que se hace una gran cantidad de sebo. También se ven llenas de pandillas de niños sucios, cuya apariencia, así como la de sus escuálidos padres, no es de ninguna manera atractiva».

            Quizás le parezca al lector que las impresiones de Ward no son muy halagadoras ni favorables para los habitantes de la ciudad pero dichas circunstancias nos revelan la situación por la que vivían muchos de sus pobladores. Sin embargo, enseguida reconoce un rasgo que sí debe considerarse como un piropo a Zacatecas, y en un tono de aclaración agrega: «Pero la vista de la población, de lejos, es bonita, debido a la cantidad de iglesias y conventos que se yerguen orgullosos por encima de los demás edificios; en las cercanías de la gran plaza hay también varias casas excelentes, donde nos alojamos; y el mercado, ante nuestras ventanas, ofrecía una escena al mismo tiempo animada y curiosa».

            Y nuestro visitante nos ofrece un esbozo de los productos que se ofrecían en ese gran espacio público convertido en mercado donde el autor del relato pone énfasis en el gran consumo de chile: «Había abundancia de pescado, especialmente bagre (un pescado grande sin escamas, de tierra caliente), así como de legumbres y frutas. La cantidad de chile que se vendía era realmente prodigiosa: carretas cargadas, tiradas por seis bueyes, llegaban cada hora de Aguascalientes, a pesar de lo cual su contenido desaparecía rápidamente; cantidades de picante suficiente para escoriar los paladares de medio Londres se esfumaban en el curso de unos cuantos minutos».

            Después de plasmar estas notas sobre sus primeras impresiones de la ciudad de Zacatecas, daría paso a la descripción y producción de las minas de este distrito, así como las compañías que operaban en este lugar… pero esa… es otra historia.

            Felices fiestas a todos ustedes en esta nueva realidad que vivimos. Síganse cuidando mucho.

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