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El costo de cuidar el medio ambiente

Cosas que debes saber si compras o vendes productos verdes

Una caja de 5 000 hojas bond ecológicas tamaño carta cuesta casi 50 pesos más que una idéntica de papel tradicional. Un cuaderno forma francesa importado, de 80 hojas de papel reciclado, con pastas de cartón grueso puede costar mucho más de 100 pesos; mientras uno profesional hecho en México y de papel normal tiene un valor de 10 pesos o menos. Un vaso atolero de unicel tiene un precio de 20 centavos y uno de papel plastificado, un peso.

Los productos ofertados como ecológicos, verdes o sustentables casi siempre son más caros que los tradicionales. La razón es que los fabricantes le dan un valor monetario a los recursos naturales, aunque estos no lo tengan, al invertir en su conservación (por ejemplo, cuando implementan procesos limpios o, más formalmente, recurren a los bonos de carbono).

El problema de esto, entre muchos otros, es que no siempre lo etiquetado como ecológico realmente lo es. Por ejemplo, un estudio comparativo del Centro de Análisis de Ciclo de Vida y Diseño Sustentable (CADIS), realizado en México, encontró que los vasos de papel plastificado tienen mayor potencial de impacto en siete de nueve indicadores ambientales, entre ellos toxicidad humana, ecotoxicidad terrestre y en agua dulce. Desde la obtención de su materia prima hasta su desecho, consumen una gran cantidad de agua y elevan el potencial de calentamiento global cuando se tiran al relleno sanitario.

Ya sea por desconocimiento o estrategia, “existen en el mercado muchos productos que tienen todavía este discurso. El diseño verde es fácilmente utilizado como estrategia mercadológica”, señala Ana Gabriela Encino, especialista en sustentabilidad y diseño, y autora de la tesis Diseño industrial y manufactura. Análisis de los aspectos socioculturales y ecológicos del mueble bajo el esquema de la sustentabilidad. El caso de Aguascalientes.

Para el consumidor, la cuestión es saber qué productos son verdaderamente sustentables. Para la empresa, cómo elaborarlos. El camino para ambos es muy similar.

1. Conócelos

A partir de paradigmas de clasificación propuestos por el diseño industrial, se pueden identificar tres tipos:

Verdes. La materia prima para su elaboración viene de la tierra; es reciclada, reciclable o biodegradable.
Se centra en aspectos individuales del impacto ambiental del producto. Alienta el consumismo al promover lo verde.
Ecológicos. Los procesos mediante los que se elaboran son planeados en función del análisis de su ciclo de vida, es decir, del impacto potencial del producto desde la obtención de materia prima hasta su desecho.
Sustentables. El fabricante produce con responsabilidad ética y social; se limita por los ciclos de la naturaleza.
Se privilegian los aspectos ecológicos y sociales sobre la producción. Tiende a la desmaterialización del producto.

Si eres consumidor, ve al número 2. Si eres empresario, ve al número 3.

2. Identifícalos

“Se llama ecoalfabetización: darte cuenta”, nos dice la también docente de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA). Como en México la implementación de la ecoetiqueta todavía no es una realidad, dice, algo que se puede hacer de entrada es fijarse si el fabricante tiene alguna certificación en materia ambiental.

“Hay certificaciones que te pueden orientar; algunas en cómo se extrajo la materia prima; otras en cómo se procesó; o en cómo se está haciendo comercio justo con ellas”, apunta.

Otra manera es tener en cuenta el uso y la intención de lo que se ofrece como amigable con el medio ambiente.

“Es prácticamente imposible hablar de materiales sustentables. En lo que te debes fijar es en el uso: su tiempo de vida, para qué lo quieres y las condiciones bajo las cuales es fabricado”, recomienda.

Otros tips son:

● Lo hecho con material reciclado no es ecológico; generalmente no tendrá mayor beneficio.
● Algo de material biodegradable u oxodegradable no causará ningún daño al ser desechado y se integrará a la tierra en poco tiempo.
● Hay productos de primera necesidad y otros de consumo. Es menos probable que algún objeto de moda haya sido elaborado con procesos ecológicos.
● En el caso de comestibles o cosméticos, fíjese en los compuestos e ingredientes; investigue si son naturales, derivados, artificiales o tóxicos.

3. Prodúcelos

Ana Encino también diseñó un curso sobre ecoinnovación para empresas, el cual espera impartir próximamente, por eso sabe que “muchas veces no es que no les importe; pero les resulta muy costoso invertir, aparte de los impuestos que se deben pagar y los salarios”.

Sin embargo, indica, existen estrategias de ecoeficiencia adaptables para todos los giros y posibilidades.

Algunos ejemplos son:

● Conversión de procesos a procesos limpios por medio de nuevas máquinas o nuevos materiales
● Implementación de la estrategia de “la producción más limpia” u otras para mejorar el ciclo de vida del producto
● Certificaciones internacionales (como la ISO 14001, por ejemplo) en materia ambiental

“La ecoeficiencia es una propuesta totalmente orientada a los negocios, promueve la mejora de sus procesos productivos. Le dice a la empresa: tú puedes ayudar al medio ambiente y al mismo tiempo puedes ganar más”, explica.

Implementarla, considera, es una forma de decirle al consumidor “que puede confiar al momento de consumir un producto que ellos estén vendiendo”.

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