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El CEO de una fábrica de sueños: Eduardo Gama Abuasale

“Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino”, dijo el dramaturgo inglés Charles Reade. 

Eduardo Gama Abuasale construyó un destino rodeado de “coincidencias” que lo situaron en un puesto en el que hace 20 años jamás habría imaginado estar. Su pasión innata por servir a los demás lo llevó a asumir esa responsabilidad como toda una vocación. Hoy, está parado en el lugar indicado. Donde más se siente cómodo. Un sitio donde puede trascender. 

Es originario de la Ciudad de México, donde vivió por 27 años. Durante ese tiempo, atravesó por grandes retos personales; uno de los más complejos fue decidir a qué dedicarse el resto de su vida. Estudió tres carreras: contabilidad, turismo y psicología, ésta última fue la única que concluyó. 

La hacía de todo para conseguir ingresos mientras cursaba su tercera carrera en la UNAM, ya con 24 años de edad. Era vendedor de cosméticos, de manuales, de cursos de aprendizaje, entre otras cosas. Su abuela era su principal clienta. 

No fue una etapa sencilla. Perdió a su madre siendo aún muy joven y atravesó por altibajos emocionales que le costaron subir 30 kilos en menos de dos años; sin embargo, todo lo que vivió le dio fuerza para sobreponerse a situaciones adversas, junto con dos cómplices especiales: la pluma y el papel. 

Su gusto por la escritura despertó en medio del escenario solitario por el cual atravesaba. Escribió sobre el amor, el dolor, la lucha por superar una pérdida, los sueños y otros temas más. “Descubrí que una hoja en blanco es de los caminos más maravillosos de recorrer porque, al igual que en la vida, comienzas con algo que no sabes cómo terminará”, menciona. 

Al concluir su carrera se encontró con Sofía, el amor de su vida, quien se convirtió en su soporte emocional para crecer personal y profesionalmente. Contrajeron matrimonio tiempo después de conocerse y, a la par, Eduardo comenzó a tocar puertas para encontrar un empleo apegado a su profesión. 

Con su especialidad en Psicología Organizacional, una de las primeras oportunidades que tuvo fue en una consultora que lo contrató para diseñar la estructura institucional de un nuevo cliente. Se trataba de una asociación civil que daba sus primeros pasos en el país, pero que gracias a sus canales de difusión encontró un rápido posicionamiento: Teletón. 

La sensibilidad que se volvió un oficio 

Gama tuvo su contacto inicial con Teletón en 1997. Se sorprendió de ver que en su primer programa, la fundación superó la meta de recabar 80 millones de pesos: logró reunir un total de 120 millones de pesos destinados a miles de niñas y niños con discapacidad en México. 

Después del primer evento, arrancó la construcción de uno de los primeros Centros de Rehabilitación Infantil (CRIT) en Tlalnepantla de Baz, Estado de México. Lalo dio soporte para vertebrar y dar orden a la institución; después de un tiempo, lo asignaron al proyecto del CRIT Guadalajara, donde fungió como director de Recursos Humanos por ocho años.

A finales de los 2000, cambió de aires para dirigir el CRIT Aguascalientes, donde lleva más de doce años. “Me abrazó la causa. Cuando conocí a los niños y me di cuenta de lo que se quería lograr, me enamoré de la organización. Vi personas buenas trabajando para personas buenas”.

En medio de su paso como director, le diagnosticaron una enfermedad que complicaría su motricidad. La noticia fue dura. Le resultó sorprendente el padecer una discapacidad mientras dirigía Teletón; sin embargo, lo asimiló como una oportunidad para inspirar a más gente y convertirse en un líder sensible. El enfoque de su vida cambió: 

“La situación se convirtió en un terreno fértil para hacer buenas cosas. Un camino de servicio y una obra de amor. Tengo la posibilidad de coordinar esfuerzos para crear desde mi trinchera un mejor lugar. Es un privilegio, un orgullo estar aquí”

De la afición a la profesión 

Tras el suceso, Eduardo retomó su vieja pasión de escribir. Publicó su libro Camino al conocimiento, en el cual hace una analogía sobre la forma cooperativa en que viven los gansos y cómo su comportamiento se puede relacionar con el autoconocimiento y la superación personal en el ser humano. 

Exploró nuevas formas de compartir sus pensamientos y llegar a más gente desde plataformas de radio y televisión. En poco tiempo, se volvió una figura de inspiración para diferentes personas, convirtiendo su trabajo en toda una vocación: “Hay causas que te encuentran […] Estar en este papel es muy rico porque mi testimonio puede ser útil para muchos”

Se considera un hombre de fe y reconoce que esa es una de sus principales virtudes. Señala que la vida le fue dando distintos talentos que, comenta, debe aprovechar para compartirlos con otros: “Creo en una parte de Dios, en una humanidad buena; pero sigue habiendo mucha indiferencia que debemos de pulir. Nos hemos acostumbrado a ser individuales, no cooperativos”

En su preocupación por romper el individualismo de la sociedad hidrocálida, creó la campaña “Proyecto Invisible”, la cual promueve los valores, el diálogo y la colectividad para construir un estado más unido: “Es un movimiento generador de conciencia que busca cambiar nuestro chip hacia la comunión, el abrazo y el gusto por apoyar al otro”

7,000 sonrisas al cuadrado 

En sus más de doce años trabajando junto con Teletón Aguascalientes, Eduardo Gama ha sido testigo de las más de 7,400 niñas, niños y familias beneficiadas por los servicios de rehabilitación que ofrece el CRIT. Actualmente son 720 los que están siendo atendidos en el centro y 300 más están en la lista de espera para una vida mejor. 

Las instalaciones se mantienen en óptimas condiciones para propiciar un ambiente relajado, incluyente y alegre para niñas y niños con discapacidad. Son más de 2,300 trabajadores los que cooperan para conservarlas de tal forma y, junto con más de 2,000 voluntarios, hacen mancuerna para crear todo un parque de diversiones para los pequeños. 

Si bien es alto el número de personas detrás de Teletón, las manos para apoyar nunca sobran. Lalo refiere que en Aguascalientes, la población de entre 30 y 50 años difícilmente es voluntaria. En su mayoría, son adultos mayores y jóvenes estudiantes los que brindan apoyo, por lo cual considera una necesidad latente sumar a más gente a la causa: 

“Falta mucho seguir impulsando el voluntariado. Vamos por buen camino pero necesitamos más. Hay demasiadas necesidades por cubrir y algunas otras causas sociales por atender. No debemos de contentarnos solamente con lo que llevamos, sino siempre buscar que más gente se beneficie con nuestro apoyo”

Difícilmente Lalo se vería en otro lugar que no fuera como el Teletón. No descarta dejar en algún tiempo la institución, pero menciona que de cambiar de aires, seguiría inclinándose por colaborar dentro de una organización que fomente los valores de inspiración, superación personal y trascendencia en los demás: 

“Cada uno debemos de buscar nuestra vocación en la vida y dejar huella en los demás. Somos pinceles de Dios, hay que pintar con lo que nos está dando. Mi parte es sirviendo y eso es lo que me llevaré al final del día… No cosas materiales”.

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