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El ambiente negativo en el que vive el empresariado mexicano

Durante los últimos meses, el entorno de los negocios ha estado lleno de obstáculos; muchos de ellos parecían ya salvados desde hace tiempo; sin embargo, aún continúan siendo un dolor de cabeza para la mayoría de los empresarios. Ese es el caso de los llamados gasolinazos, los cuales han sido dos en este año y han provocado alzas en los costos de los fletes.

Otro hecho que preocupa es el de los bloqueos en carreteras y vías de ferrocarril en diversas zonas del territorio mexicano, a lo cual se tendría que añadir los actos vandálicos en centros comerciales, aeropuertos y comercios. Si bien este fenómeno solo se da en determinadas regiones del país, puede comenzar a generalizarse poco a poco como forma de protesta.

Lo más preocupante de dicha situación es la ausencia de la autoridad. Esto ha motivado a los organismos empresariales a exigir que los tres poderes de la federación cumplan con su responsabilidad de proteger los derechos ciudadanos. De hecho, una de las presiones que los empresarios esgrimieron para alentar la acción gubernamental fue la de dejar de pagar impuestos, o bien, declarar en ceros. Este recurso hizo que el gobierno, a través del SAT, contestara que si se actuaba de tal manera, impondría multas y los implicados deberían responder por una violación a la ley… pero no ofrecieron resolver el conflicto, como es su obligación.

Lo anterior provoca inquietud, pues si bien el secretario de gobierno se ha comprometido a eliminar los bloqueos, no dice cómo ni cuándo; y los desestabilizadores continúan presionando y actuando como les pega la gana, con total impunidad (más ahora que las autoridades están a la defensiva por el caso de Nochixtlán, Oaxaca, del cual no han podido demostrar que lo sucedido fue desencadenado por grupos ajenos a los profesores disidentes).

Otro tema delicado es la corrupción, la cual cuesta demasiado a las empresas, ya sea en dinero o en tiempo. Muchas compañías no acceden a las demandas de gestores públicos que pretenden ganar dinero fácil utilizando su posición en alguna dependencia pública (prometen agilizar procesos, cobran de más por la realización de trámites, obstaculizan acciones con tal de obtener beneficios); sin embargo, en algunas ocasiones no tienen opción. La realidad es que mientras las leyes no sean simplificadas y se dejen de repetir procedimientos en varias oficinas de gobierno, esto seguirá incrementándose y, por supuesto, encarecerá tanto los costos como la competitividad.

La inseguridad también es un flagelo latente. Por ejemplo, las compañías no saben si las mercancías que transportan llegarán a su destino o caerán en manos de los delincuentes. Los robos en las carreteras van en aumento y parece que no habrá una solución pronta a ello. También, es alarmante el incremento de los asaltos a trabajadores, principalmente a aquellos que tienen turnos de noche: muchas de las víctimas terminan muy lesionadas y deben tomar incapacidades laborales, lo cual afecta la productividad de los negocios. Súmese a lo anterior, el alza de los robos a comercios, los cuales son perpetrados cada vez con mayor facilidad.

Ante esto, no cabe duda que es necesario, de manera urgente, reaccionar y tener resultados contra la delincuencia, que está totalmente desbocada.

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