Las instituciones de banca múltiple alrededor del mundo captan y colocan el ahorro quedándose con un margen de intermediación por sus costos, riesgos y desde luego para generar utilidad.
Esta diferencia entre tasas pasivas (las que pagan) y activas (las que cobran) son objeto de debate y en ocasiones de legislación en la mayoría de los países y México no es la excepción.
La banca concesionada, en su mayoría a grupos financieros del extranjero (sobre todo en participación de mercado más que en número de participantes), ha argumentado repetidamente que: las tasas deben ser reguladas por el mercado; que la situación de México, donde la recuperación de la cartera vencida es jurídicamente tortuosa, implica niveles de riesgo crediticio que no tienen en otras partes; y que en consecuencia los spreads en las tasas deben ser amplios. Este argumento no parece tan razonable ante las estadísticas que muestran la altísima rentabilidad que los bancos tienen en México gracias a este margen y a las incontables comisiones que cobran por sus servicios.
Este tema sale a flote en estos días cuando algunos bancos ante la circunstancia del alza de la tasa de referencia que se dio por parte de Banxico el pasado 30 de junio, la cual se incrementó del 3.75% al 4.25%, aprovecharon para subir sus tasas en sus productos de crédito, muy en especial en los que corresponden a tarjetas de crédito, el segmento de mercado con mayor variabilidad.
El Banco Central, en su anuncio de política monetaria, advirtió que con esta acción se buscaba evitar que la depreciación de la moneda nacional observada durante los últimos meses y los ajustes de algunos precios relativos se tradujeran en un desanclaje de las expectativas de inflación en nuestro país.
El alza se dio luego de que el Reino Unido votara por salir de la Unión Europea y contrario a lo que la Reserva Federal hiciera el 15 de junio, cuando mantuvo su tasa en un rango de 0.25 – 0.50 por ciento; ¿es esto una estrategia?, ¿una necesidad para nivelar costos y riesgos? o como mucha gente supone el aprovechar una coyuntura del mercado para incrementar su margen de beneficio a costa de los usuarios.