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El acuerdo de San Ignacio entre la «tercera generación» panista

Aunque se hizo público hasta el lunes 10, fue en realidad el viernes 7 de agosto cuando se signó este pacto entre miembros de la llamada tercera generación de panistas que exigen los espacios que, dicen, se les han negado.

La reunión se realizó en un jardín que el ex secretario de desarrollo social del estado, Paulo González consiguió cerca del Puente de San Ignacio para acordar con miembros de prácticamente todos los grupos del blanquiazul, a excepción del de el gobernador Martín Orozco y del ex senador, Rubén Camarillo.

Entre los asistentes estuvieron quienes encabezan el “grupo Calvillo”, Adán Valdivia López, actual alcalde de ese municipio y Javier Luévano, quien, dicen, es quien en realidad manda en el la tierra de las guayabas.

Silvia Garfias, de quien luego se supo, habría sido expulsada del primer círculo del vocero nacional del PAN, Fernando Herrera, también llevó un papel protagónico en dicha reunión a la que también fue convocado el operador de Tere Jiménez en el Congreso, Enrique García López, quien se autonombra como Kike Galo (cuestiones mercadológicas, dice).

Refugio Muñoz, director de CCAPAMA, también estuvo presente además de otros panistas de menor jerarquía en la “nomenklatura” blanquiazul.

El acuerdo entre ellos fue uno y claro: ahora son un nuevo grupo dentro del fragmentado partido y desde ahí empezaron ya a proyectar la organización del gobierno del estado de a partir del 2022. Todos alineados con Tere Jiménez, a quien desde ahora dan por ganadora . Todos exigiendo posiciones de primer nivel para ellos y su nuevo grupo.

La fotografía, comentan, habría sido en respuesta a una anterior proyectada desde las oficinas del Comité Directivo Estatal del PAN, en la que, como se comentó en este espacio, aparecen los tres “tlatoanis” del panismo local: Fernando Herrera, Rubén Camarillo y Arturo González, reunión en la que, se supo, se habría pedido al presidente panista, Gustavo Baez, afín al gobernador Orozco, que dejara el puesto, presuntamente para dejar a Paulo González regresar a la silla de la avenida Independencia.

Por el acuerdo de San Ignacio hubo algunas reacciones: la primera, de la que poco se supo, fue del enfriamiento de parte del gobernador al alcalde de Calvillo, Adán Valdivia. En política no hay casualidades y el calvillense fue borrado de todas las fotografías que emitió el gobierno estatal de la gira realizada por el gobernador el sábado 11 de agosto en Calvillo.

Valdivia, tampoco fue convidado a la reunión posterior en la que el gobernador reconoció  a dos calvillenses destacados: el director del Instituto de Educación, Raúl Silva Pérezchica y el Fiscal general del estado, Jesús Figueroa Ortega.

La otra reacción, comentan, fue la pretendida expulsión del grupo de Fernando Herrera a la diputada federal Silvia Garfias. Del resto, ya se sabía, estaban alineados con la alcaldesa desde antes de sellar este pacto de San Ignacio.

La mano que mece la cuna

Nos comentan que esta reunión fue concertada, convocada y organizada desde las catacumbas más escondidas de Palacio municipal: José Luis de Lira, operador político de la alcadesa la habría concertado, dejando afuera de la conspiración al grupo que actualmente le habla al oído con más incidencia a Tere Jiménez: el de Rubén Camarillo.

Un poco de forma esotérica, comentan, el número tres que aparecen los panistas signando con sus dedos, quiere decir que esta es la tercera generación de que busca inclusión. La primera generación, comentan, que no aspiraba al poder sino a una mejor sociedad; la segunda, que detentó el poder y sentó las bases para seguir disputándolo y ahora ellos.

“Es la serpiente que se muerde la cola auroboros, símbolo de la generación eterna. La razón de la unidad es el padre, el binario es la madre y el ternario es el hijo, es toda la extensión y medida del tiempo, ejemplo pasado presente y futuro”, cuentan los esotéricos ligados al grupo del pacto de San Ignacio.

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