Por: Xicoténcatl Morales Hurtado. CEO Gestión Avanzada
El efecto worn out (o sentirse sumamente desgastado) es quizás uno de los síntomas más frecuentes entre quienes llevan a cabo labores empresariales. No sólo se trata de tener una jornada con pocos descansos, este fenómeno abarca presión psicológica, debilidad física y riesgos de colapso.
¿Esperas con ansias la semana que viene? ¿Te sientes refrescado y despreocupado por tu agenda del mes? ¿Percibes que tu horario te permite disfrutar de tu familia y diversos pasatiempos? ¿Estás durmiendo lo suficiente? ¿Tus fines de semana te parecen largos? Si respondiste “no” a por lo menos tres de estas interrogantes, es posible que estés experimentando varias de las señales del desgaste laboral.
La insistencia en querer cubrir todos los frentes de batalla de una empresa o no darse tiempo para “respirar” y bajar la velocidad de nuestros ritmos de trabajo pueden ser dos errores estratégicos o, por lo menos, de planificación con respecto a lo que un directivo y líder de empresa debe hacer.
Causas (más que previsibles) que olvidamos
El agotamiento (burnout) suele ser el primer indicio del desgaste laboral. Ante sus atisbos, las personas suelen prestar muy poca atención. Cuando del cansancio pasamos a la ansiedad o la extenuación, parece que las cosas pueden cambiar, pero la verdad es que es justo en ese momento cuando muchas personas meten el acelerador a fondo y caen en la falsa premisa que puede parafrasearse así: “si acabo más rápido mi jornada… podré relajarme después y seguir adelante”. Nada más distante de la realidad.
Las causas del worn out están asociadas precisamente al ajetreo que normalizamos toda la semana y a la demanda de más tareas ejecutivas. La excesiva presión por el rendimiento, el agobio, el insomnio, la pesadez y la falta de ánimo deberían ser indicadores suficientes para saber que merecemos un descanso (no sólo por derecho sino por cuestiones de salud).
Las estadísticas que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan datos duros sobre este problema: en México ocho de cada diez personas viven con estrés laboral, en China siete de cada diez, y en Estados Unidos seis de cada diez. Ante estos números, interrumpir nuestro acelerado estilo de trabajo no debería ser una eventualidad, sino una norma.
Riesgos a la productividad
Por supuesto en este, como en muchos otros problemas, querer resolverlo por la vía rápida puede ser contraproducente. Algunas compañías se están ocupando del asunto dando a sus equipos la posibilidad de adelantar actividades para no “llevarse pendientes” que se sumen a la carga de la siguiente jornada.
Este tipo de tácticas pueden crear, de entrada, dos problemas: pensar en la organización de tareas con muy poco tiempo (lo que puede llevar en su momento a un rediseño o reorientación muy tediosos) y crear la sensación de que se está trabajando más tiempo (lo que corresponde a situar las tareas fuera de su contexto).
Si no se combate el worn out de forma adecuada, la productividad puede presentar diversos riesgos que deberían considerarse con bastante cuidado. Aquí algunos:
- Equipos de trabajo deteriorados por falta de atención a una programada suspensión de tareas, como vacaciones o días de asueto oficiales.
- Erosión en el clima laboral y poco espacio para la creatividad. Cuando hay corrosión del desempeño la innovación suele atascarse.
- Invitación a adquirir vicios laborales como fingir reportes de cumplimiento para aparentar que el trabajo quedó hecho. Mucho del llamado cumplimiento de metas es simulado.
- Descenso en la motivación y falta de compromiso asociada al deterioro psico-afectivo de los trabajadores.
- Conflictos personales derivados de la irritación o explosividad que se producen por la tensión ante los plazos.
- Procesos que parecen a punto de desplomarse por causa del exhaustivo trato con el que los directivos actúan para mantener el equilibrio de toda la empresa.
Existen diversas soluciones ante dichos problemas. Con base en los principales riesgos ¿cuáles crees que podrían funcionar en tu empresa o negocio?