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Educación para el lucro o para la ciudadanía

Ante la urgencia de rediseñar el modelo educativo en México, es conveniente retomar algunas ideas del discurso que pronunció la filósofa norteamericana Martha Nussbaum (“Educación para el lucro, educación para la libertad”) al recibir el doctorado honoris causa de la Universidad de Antioquía:

“Estamos en medio de una crisis de proporciones masivas y grave importancia mundial. […] Ansiosas de lucro nacional, las naciones y sus sistemas de educación están descartando descuidadamente habilidades que son necesarias para mantener vivas las democracias. Si esta tendencia continúa, las naciones de todo el mundo pronto estarán produciendo generaciones de máquinas útiles, en lugar de ciudadanos completos que puedan pensar por sí mismos, criticar la tradición y entender el significado de los sufrimientos y logros de otra persona…

“…Las humanidades y las artes están siendo eliminadas, tanto en la educación primaria/secundaria como en la técnica/universitaria, en prácticamente todas las naciones del mundo, vistas por los responsables políticos como adornos inútiles…”

Para el neoliberalismo, avanzar significa aumentar el producto per cápita. Su única meta es el crecimiento económico y por esto, poco le importa la distribución de la riqueza, igualdad social, democracia, calidad de las relaciones de raza y género, y bienestar de los individuos.

La educación que necesita para alcanzar su objetivo es mínima, apenas debe proporcionar a la población las habilidades verbales y matemáticas básicas. Y tal vez, con el fin de atraer a más inversionistas extranjeros, requiera de una élite con conocimientos más avanzados en computación y tecnología. Hasta ahí. Ya no necesita de las artes y las humanidades.

Sin embargo, como bien refiere Nussbaum, esta manera de educar no forma a personas pensantes y comprometidas con los demás. Humanistas, historiadores, filósofos, literatos, psicólogos, pedagogos y artistas pueden resultar demasiado libres, críticos y hasta peligrosos para el sistema.

Ante el daño que podría causar el desprecio y desaparición de las humanidades y las artes en muchos planes educativos, la filósofa propone un modelo alternativo de desarrollo en el cual “lo que importa son las oportunidades o «capacidades» que cada persona tiene, en áreas clave que van desde la vida, la salud y la integridad física hasta la libertad política, la participación política y la educación. Este modelo de desarrollo reconoce que cada persona posee una dignidad inalienable que debe ser respetada por las leyes y las instituciones”.

Esta forma de educar trabaja tres habilidades cruciales para tener una ciudadanía democráticamente decente:

Nussbaum concluye que el pensamiento crítico, empatía e imaginación narrativa se forman mediante las artes y humanidades, que son tan esenciales para la democracia como para crecer de forma autosuficiente y con mejor distribución de la riqueza. La capacidad de innovar, crear y emprender requiere mucho más que capacidades técnicas.

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