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Dr. Alfonso Pérez Romo: «La salud se ha convertido en un bien negociable»

“Nunca me imaginé pasar por una situación así. Es una experiencia totalmente nueva para esta generación, para mí, para todos”, reconoce el Dr. Alfonso Pérez Romo.

Uno de los fundadores y ex rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Aguascalientes transcurre la cuarentena en su domicilio, leyendo autores que se han acumulado al tiempo que defiende a la cultura y el arte como antídotos terapéuticos que cobran relevancia en momentos como éste. A la par, continúa con su labor de docencia en la Máxima Casa de Estudios. 

La autoridad académica señala que tras la pandemia deben plantearse una serie de reflexiones y conversaciones para reformular el estilo de vida que se ha llevado por mucho tiempo. Lamenta que la salud, ese derecho humano, se haya convertido en un bien negociable al alcance de un número reducido de personas; además de señalar el extravío del “sentido sagrado de las cosas». 

¿Cómo vive esta situación que el mundo atraviesa?

Expectante. Un poco alarmado, pero me preocupa mucho lo que vaya a pasar después de la emergencia sanitaria por la paralización de todas las cosas que han tenido que detenerse; incluso me preocupa más que los efectos propiamente sanitarios de la pandemia. Creo que se podría haber manejado de otra manera, en fin, no sé, pero bien. 

Me la he pasado leyendo, aprovechando para deshacerme de tanta cosa que se va juntando en la vida que no sirve; encontrando muchas otras que hacía  tiempo que no veía, pero bueno. En eso me la he pasado. Y con algunas cosas de colaboración con la Universidad

¿Cómo ha experimentado la transición de una educación presencial a una en línea?

Bien, para mí no ha sido mucha sorpresa, porque la Universidad tiene varios años trabajando este asunto, con equipos especializados, de personal y de medios, con algunos cursos que estuvieron funcionando muy bien, de tal manera que cuando vino esto [el confinamiento], fue relativamente fácil incorporar a muchos profesores que trabajan con una muy buena voluntad.

Creo que esta [experiencia] es una cosa importantísima para el futuro de la enseñanza, porque una gran cantidad de materias, de ciencias, de prácticas, de profesiones, van a poder enseñarse así, con una gran eficiencia y gran ahorro de tiempo y economía.

No todas, por ejemplo, algunas carreras como medicina solamente la aprendes con enfermos, no hay de otra manera. Pero algunas otras sí: lo que es administrativo, todo lo que es teórico, financiero, se pueden enseñar muy bien con este sistema. Funciona muy bien, sí.

¿Anticipa otros cambios a raíz de esta pandemia?

Yo creo que tiene que haber muchos cambios. Esta pandemia nos ha enseñado cuestiones muy graves, en relación con todo el camino que ha seguido la humanidad en general. Creo que después de esto habrá momentos de reflexión muy importantes, muy fuertes: movimientos poblacionales grandes, cambios políticos importantes, reflexiones sobre el mundo económico… Creo que nos hemos equivocado mucho.

En fin, pienso que después de todo no va a quedar el mundo como estaba. Pero ojalá que sea para bien, hay que ser optimistas. Tiene que ser para bien. 

¿Qué tanto cambia la perspectiva de este evento histórico estar ubicado en una etapa avanzada de la vida?

Es muy importante, porque a esta edad se hacen reflexiones que más joven no es posible hacerlas…o sí, pero no se le ocurren a uno.

Pero al final de la vida sí, porque tienes un riesgo mucho mayor que los demás y esto te obliga a hacer una serie de reflexiones de urgencia que no estabas muy acostumbrado a hacer (risas).

¿Estas reflexiones de urgencia sobre qué serían?

Todo lo que no has arreglado a tiempo cuando se está acercando tu salida, ¿entiendes? Cosas que vas dejando y entonces te das cuenta que ¡ah caray! a mí me puede pasar una cosa gravísima dentro de cinco minutos y no he preparado nada sobre un montón de pendientes que piensas que tienes que dejar arreglados, pero los vas difiriendo. Entonces uno se va angustiando más.

El Dr. Pérez Romo recibió en 2018 el Premio Aguascalientes Bona Gens, por el legado y compromiso de este icono de la educación y la cultura

Dijo también que vivimos una época pragmática, materialista y escéptica, en la que se ha perdido el sentido de lo sagrado en todas las actividades de la vida. ¿Qué es lo sagrado que se ha perdido?

Mira, el sentido de lo sagrado es el sentido de que tienes que respetar por encima de todo la vida social, la vida personal. Es lo que se ha perdido en el mundo. Ya no hay respeto a la autoridad. No hay respeto a las leyes, no hay respeto a las reglas éticas ¡no existe la ética! Lo que la gente piensa que es bueno, es bueno, lo que es malo es malo. Hay un individualismo total. Un desorden total de las costumbres: se mata, se roba. El capitalismo se volvió brutal, en fin, todo ese tipo de cosas son consecuencia de la pérdida del sentido de lo sagrado. 

Y lo sagrado es la convivencia social ordenada en la que todo el mundo tiene que respetar cosas. Mira, en países donde vivimos millones de personas, no se puede que la gente haga lo que tiene que hacer a la fuerza, porque necesitarías otro millón de policías, un policía para cada persona. 

¿Qué es lo que nos está pasando ahora? No hay policía ni ejército ni ninguna fuerza que sea capaz de detener lo que está pasando, que es que en la calle se puede robar fácilmente. Cuando la gente descubre que puede hacer todo sin que pase nada, todo puede suceder. 

La única forma en que se mantiene la vida ordenada, es el respeto. Que cada gente respete lo que tiene que hacer. Hace mucho tiempo en nuestra sociedad todo mundo respetaba la autoridad, las leyes, los contratos comerciales, los contratos sociales, el intercambio comercial, todo ese tipo de cosas se hacían con un sentido del deber que todo mundo respetaba. Nadie necesitaba que lo estuvieran forzando a hacer las cosas. 

Ahorita todo mundo está haciendo lo que quiere, y solo si hay alguien detrás de él con un rifle diciéndole que no lo haga, no lo hace. Es la pérdida del sentido de lo sagrado. No se refiere únicamente al sentido religioso, sino al deber con los demás y con uno mismo.

¿Tendría optimismo que tras el término de la pandemia esta conversación salga a flote para replantearnos todas estos elementos que nos han conducido a llegar a este punto?

Sí, claro, ve lo que le pasa al país. Yo oigo que el presidente acaba de hacer un decreto para usar al ejército en las calles, pero no va a lograr nada, va a ser lo mismo. Mientras un millón de ciudadanos, cada uno en lo personal, no haga lo que tiene que hacer, no va a pasar nada. Perdimos eso un día, lo dejamos perder todos, y ahora para volverlo a recuperar va a ser una cosa bastante difícil. 

Pero ojalá la conclusión de esta pandemia nos conduzca a una reflexión sobre todas estas cuestiones que nos lleven a volver a enderezar nuestras sociedades y nuestra vida comunitaria.

Mencionó días atrás que se han dejado los hallazgos de las ciencias, de las investigaciones al servicio de la salud, lo cual es un patrimonio de toda la humanidad. ¿Estamos ahora pagando el precio de ese desdén generalizado hacia estas ciencias?

Sí, mira, a través los años la humanidad fue permitiendo que la salud se convirtiera en una cosa también  negociable, es decir que pasara a ser una cosa que se pudiera comprar y vender, hasta llegar al punto en el que estamos ahora a límites verdaderamente escandalosos. 

Yo lo que sostengo es que el conocimiento médico, ya sea de las investigadores, de los médicos, es un patrimonio de toda la Humanidad, es decir, de nada sirve que tengamos unos adelantos maravillosos en las técnicas para hacer operaciones o curaciones, o cosas que antes eran impensables, pero que al mismo tiempo estén a disposición de un grupo de reducido de personas.¡No puede ser!

Es una gran injusticia social que es totalmente inaceptable. La salud debe de ser patrimonio general. Yo admiro a las naciones, que son pocas pero lo han logrado, que tienen sistemas sanitarios abiertos a toda la población de muy buen nivel, y  que funcionan perfectamente bien. 

Hay otras sociedades, que las hemos seguido, como la norteamericana, que ‘el que tenga dinero se cura y el que no, pues que le haga como Dios le dé licencia’. ¡Oye! En sociedades como la nuestra, profundamente desiguales, donde hay tantísima gente en situaciones económicas tan precarias, es una cosa absolutamente inaceptable.

No es posible que en una misma sociedad, se dé una curación de una enfermedad o un proceso quirúrgico, por el que una persona paga tres cuatro millones de pesos, y haya otra persona que no se la pueda hacer a ningún precio de ninguna manera. No es posible. 

Yo creo que todas estas cosas tienen que aflorar algún día, y que la sociedad haga lo que tenga que hacer para poner las cosas en orden.

Se especula que las farmacéuticas que hallen el tratamiento contra la COVID-19 priorizarán al mejor postor…

Sí, es lo que te digo. La salud ya se compra y se vende, es un negocio. Es un negocio producir medicamentos, es un negocio asegurar a las personas contra las enfermedades, es un negocio importantísimo invertir en poner clínicas privadas, es un negocio estudiar medicina, ¿me entiendes? Todo ese tipo de cosas nos ha llevado a esta deformación absoluta; es una injusticia total contra el sentido de la Humanidad y contra el sentido mismo para el que existe la profesión de la Medicina. 

He llegado a pensar, ya en mis pocos años. que incluso la medicina no debería ser una profesión liberal. Es decir, debería ser una profesión controlada por el Estado, bien pagada, porque el médico necesita vivir, su trabajo es bastante arduo y complicado como para que no tenga holgura para vivir.

Pero nada más. La salud debe estar al servicio de toda la población a cualquier nivel. Y que todo mundo tenga el mismo acceso a  todas las cosas; que haya un proceso, una técnica, un aparato nuevo para que esté al servicio de todos. ¿De qué sirve tener un hallazgo en salud importantísimo y que solo esté a la disposición de quien pueda pagar un millón de pesos? Y la persona que vive a 20 kilómetros al oriente de la ciudad,  que tiene la misma enfermedad, y tiene el mismo derecho, que no pueda acceder al servicio. Es lo que no acepto.

Alguna lección a título personal que le ha dejado esta experiencia.

Hay que estar ocupados. El ocio tiene que ser creativo; cuando tengas tiempo, y el trabajo te lo permita, hay que procurar que sea ocio creativo. Estar ocupado te permite, creo yo, vivir más años,  vivir mejor, más tranquilo. ¡Ah! Y no ambicionar más cosas de las que se necesitan. También yo creo que es importante.

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