Zacatecas es una de esas ciudades imprescindibles de visitar para todo viajero que llega al Bajío. Su encanto colonial pone el broche de oro a esa atmósfera especial que rodea a las urbes mineras.
A menos de dos horas de Aguascalientes y San Luis Potosí, siquiera una vez en la vida hay que pasar la noche en la capital con rostro de cantera y corazón de plata, que propone dos diferentes (y divertidos) planes para tener una velada inolvidable.
Unirte a la callejoneada y pasear con el “burro mezcalero”
Caminar por las calles empedradas de Zacatecas puede ser muy agradable… Si a eso se le agrega algo de música y un burro con sombrero cargando garrafas de mezcal, será mejor. Aunque parezca un cliché mexicano, se acostumbra mucho en aquella ciudad. Les llaman callejoneadas y cada fin de semana hay una.
No tienen un horario específico y solo grupos pueden solicitarlas, según la Secretaría de Turismo de Zacatecas. Por ejemplo, universidades, empresas que organizan congresos o parejas que se casan –en este último caso, se usa bastante–. Pero esa no es razón para sentirse desalentado, cualquier turista puede unirse a la marcha.
El recorrido comienza en puntos cercanos al centro histórico. La gente camina por las calles acompañada de músicos que complacen casi cualquier petición, no importa si son canciones viejitas o más actuales.
La bebida es opcional, pero asiduos asistentes de las callejoneadas dicen que lo divertido es cargar al burro con lo que el grupo quiera tomar –muchas veces termina siendo mezcal–. Durante el camino, el baile y la cantada son casi obligatorios.
Bailar en una mina a medio kilómetro bajo tierra
El segundo plan suena peligroso aunque en realidad no lo es: visitar el único antro en el mundo que se encuentra dentro de una mina. Al lugar solo se puede acceder y salir en un tren. Está a 550 metros bajo tierra.
Se llama La Mina Club y es parte de la mina del Edén, que empezó a explotarse en 1586. Por aquella época, Zacatecas acababa de recibir su título de ciudad. La extracción de minerales terminó en 1960 y, en 1975, el sitio fue convertido en un atractivo turístico.
Está completamente acondicionado como antro-bar y equipado con los mejores sistemas de sonido e iluminación, según la Sectur de Zacatecas. La entrada cuesta 150 pesos y abre todos los fines de semana.
Además de la fiesta, vale la pena asistir al club simplemente para admirar el imponente interior y sentirse pequeño como una hormiga.