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Don Ramón Jiménez Peñaloza, en la ventana más sensible del Ayuntamiento capitalino

“Mi vida ha cambiado al mil por ciento”, responde contundente don Ramón Jiménez Peñaloza, cuando se le pregunta cómo ha sido su experiencia en el DIF Municipal de Aguascalientes, organismo que preside desde que su hija, la alcaldesa de la capital, Teresa Jiménez Esquivel, lo invitó a que asumiera el cargo, uno que es honorario, pero que implica mucha entrega y dedicación porque tiene la responsabilidad de velar por los sectores más vulnerables de la población.

El vínculo que actualmente tiene el originario de Valle de Bravo, Estado de México, con el servicio público no es nuevo. Su padre, Jesús Jiménez Robles, fue alcalde y diputado federal, de ahí que no es extraño que una etapa muy importante de su vida la haya dedicado a trabajar en un programa social como el de Oportunidades.

“Mi hija Tere me ayudaba; abríamos la oficina a las tres de la mañana, era una cosa insólita: la gente quería tener un apoyo y desde ese tiempo ella empezó a conocer los programas sociales, las reglas de operación; se empezó a forjar en cómo es el trabajo a favor de los que menos tienen”, recuerda don Ramón de cuando laboraba para la Secretaría de Desarrollo Social federal, en el sur de su estado natal.

Y aunque se graduó como médico veterinario y ejerció la profesión, el primer voluntario del DIF Municipal de Aguascalientes se ha dado el tiempo para concluir la licenciatura en Economía, en el sistema abierto de la Universidad de San Luis Potosí, con el fin de estar acorde con las necesidades del puesto que ostenta.

No obstante, rememora con mucho cariño su labor frente a las aulas, pues también se dedicó a impartir clase en prácticamente todos los niveles, desde primaria hasta preparatoria, quizá inspirado por su esposa, quien era oriunda de Aguascalientes y maestra de matemáticas y química.

“Mis hijas fueron educadas en una forma tan especial en dos cosas muy importantes: el estudio y el trabajo, una cosa bastante fuerte para ellas, así fueron formadas, porque mi esposa era una mujer muy disciplinada y una maestra muy buena”, señala Jiménez Peñaloza.

Pero nada se puede comparar con el aprendizaje que le ha dejado trabajar en el área que califica como “la ventana más sensible del Ayuntamiento”, dado que es en el DIF donde se atienden los casos más difíciles, pero también donde se tienen las satisfacciones más grandes cuando verdaderamente se escucha con el corazón a la población.

“Hemos atestiguado casos difíciles en todas las áreas, pero también son muchas personas las que han logrado salir adelante. Fácilmente podemos hacer un libro de anécdotas con todas las cosas bonitas que han pasado aquí”

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