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Dolores Castro Varela

A sus 95 años de edad, la luz de Dolores Castro Varela sigue deslumbrando entre las sombras y abriéndose paso en el camino de la vida, una vida a la que no deja de profesar su amor y a la que no pierde oportunidad de alabar.

La maestra Lolita, como le llaman cariñosamente sus allegados, nació el 12 de abril de 1923 en Aguascalientes, terruño al que regresó a principios de octubre para ser partícipe de la apertura de la nueva librería del Fondo de Cultura Económica, la cual como homenaje lleva su nombre.

En ese espacio, que pretende erigirse como un “monumento a la palabra” y que se ubica en el Patio Posada, Líder Empresarial platicó con la escritora, poeta, narradora, ensayista y crítica literaria, que todavía sigue embelesando con la palabra escrita y que seguirá haciéndolo “mientras no me llegue la etapa de la falta de memoria”, como ella misma dice.

Ésta es Dolores Castro, la virtuosa de las letras que desde niña ha sido amiga de las palabras, y a pesar de que hoy tiene dificultades para escuchar, sigue haciendo hablar al silencio a través de su poesía.

Líder Empresarial (LE): ¿Qué representa para usted este homenaje?

Dolores Castro (DC): Para mí representa una gran alegría y una oportunidad de dar las gracias a Aguascalientes que tanto me ha dado, sobre todo en una época donde uno ya no recibe mucho. Los libros fueron siempre para mí fuente de sabiduría, de bienestar, de alegría y de esperanza, y eso siguen siendo.

Y, por otra parte, no solamente agradecer a Aguascalientes, sino también al Fondo de Cultura Económica, porque han sido los que han difundido mi obra.

Quiero dar las gracias en una forma constante y cabal a esto que es una oportunidad de leer, de encontrar una serie de personajes con los que uno puede todavía sostener diálogo, que nos están diciendo mucho sobre la vida, mucho todavía. Tenemos que entender que la vida es hermosa, que la vida vale la pena, que la vida es respetable y que hay que conservarla. Y esto, estoy dispuesta a decirlo hasta los últimos días de mi vida.

LE: ¿Cuál ha sido su fuente de inspiración?

DC: Mi fuente de inspiración es la palabra. La palabra, creo yo, es lo que verdaderamente distingue al hombre del animal; la palabra oral con su musicalidad y la palabra escrita que parece estar fuera de sí, casi muerta, pero no muere. La palabra ahí está como la bella durmiente del bosque para que la despertemos por amor.

LE: ¿Cuál es su mensaje para los jóvenes?

DC: Yo lo que le recomiendo a los jóvenes, en primer lugar, es que lean. Si no se lee, no se puede escribir, solamente leyendo tiene uno contacto con los más sabios y aprende algo. Los jóvenes deben buscar toda clase de libros.

El que lee imagina. El que imagina tiene presente que el otro es como él; y si es como él, no lo mata, no lo hiere. Entonces, esto de amar al otro como a uno mismo es importante, pero se necesita imaginación. Si no es así, dice “éste sobra” y se acabó.

LE: ¿Qué le gusta leer?

DC: Yo leo de todo; principalmente leo poesía, porque escribo poesía. Quien no lee de todo, escribe una poesía sólo de yo, yo, yo, que no vale la pena. Hay que abrirse al mundo y a la vida para decir lo que uno contempla en ella. Esos son los libros que me gustan; pero también me gustan mucho las novelas, los cuentos, los ensayos, la historia de México, que a veces olvidamos mucho, pero que vale la pena recordar.

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