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Así viven la pandemia por COVID-19 tres médicos del Hospital Hidalgo

Artículo originalmente publicado el 22 de octubre de 2020.

Un informe de Amnistía Internacional publicado en septiembre reveló que en México, al menos 1,320 trabajadores de la Salud han muerto atendiendo la lucha contra la pandemia por COVID-19, lo que sitúa a nuestro país como el más riesgoso y mortífero para el personal sanitario del mundo.

A estos funestos números, propios de la indefensión con la que en algunas partes del país el personal médico se bate contra la pandemia (evidenciada en la falta de equipo de protección), se suma una lucha constante contra la desinformación y la ignorancia en algunos sectores de la sociedad.

Paradigmático resultó el caso del Hospital Las Américas, en Ecatepec, Estado de México, ocurrido en el mes de mayo, donde familiares de un paciente que falleció por el nuevo coronavirus agredieron al personal del hospital (un urgenciólogo, tres vigilantes y un administrativo) al acusarlos entre lágrimas de matar a su pariente a través de inyecciones y hacer pasar la causa del deceso como COVID-19.

Así, lo que en otros lugares del mundo han sido aplausos unánimes a los trabajadores del sector salud como gesto de reconocimiento por su incansable labor, en algunas partes de nuestro país se transforman en acciones de violencia.

Más allá de aquellos que han sufrido la pérdida de una persona querida o han padecido la sintomatología más grave del coronavirus, es difícil contradecir que el sector sanitario ha sido, es y seguirá siendo uno de los más afectados por la pandemia.

Las cicatrices emocionales, mentales y físicas provocadas por un virus microscópico que ha causado más de un millón de muertes en el mundo serán difíciles de borrar. Dentro de los muros de los hospitales, sólo ellos han vivido in situ por un tiempo prolongado la manifestación más crítica de la contingencia sanitaria.

Durante meses han sido sometidos a una presión extenuante; han convivido con el dolor, la tristeza, la ansiedad, la frustración, la depresión; pero también han experimentado alegría y la satisfacción del trabajo realizado que deriva en el salvamento de una vida.

Por ello, en Líder Empresarial queremos reconocer el incansable trabajo que el personal médico ha realizado a lo largo de este tiempo. Los doctores distinguidos en este especial son las caras reconocibles de equipos multidisciplinarios que se han batido contra el coronavirus en Aguascalientes; compartimos sus momentos más angustiosos; sus mayores satisfacciones en estos tiempos difíciles; las lecciones aprendidas a título personal; y las enseñanzas que debería dejar en el mundo esta situación única.

Los galenos reconocidos son el doctor Alejandro Castillo González, intensivista; el doctor Samuel Dueñas Campos, especialista en Medicina Interna; y el doctor Ricardo Cruz Silva, urgenciólogo. Agradecemos su disposición por compartir sus experiencias en el combate contra la pandemia.

Dr. Alejandro Castillo González: «El personal ha dado grandes ejemplos de abnegación y amor a los pacientes»

“Han sido seis meses muy difíciles”. De manera lacónica, así describe el doctor Alejandro Castillo González, jefe de Terapia Intensiva del Centenario Hospital “Miguel Hidalgo” (CHMH), la situación que han atravesado por la pandemia.

Sin embargo, menciona que el personal de Salud ha aprendido a vencer sus temores y dar el extra para sacar a los pacientes adelante a pesar de las carencias de personal que se ha evidenciado en todo el mundo ante una pandemia cuya magnitud no se observaba en más de un siglo.

“Aguascalientes no fue la excepción, no obstante, el personal ha dado grandes ejemplos de abnegación y amor a los pacientes para responder a las necesidades de nuestro estado y proporcionar a la población servicios de calidad, a la altura de cualquier hospital de Estados Unidos y Europa”, señala.

Para Castillo González, el mayor desafío al que se enfrenta un médico que lucha contra la COVID-19 es la obtención de resultados. “Desde el momento en que un paciente ingresa a terapia intensiva, sabemos la gravedad de la situación y que el gran temor de él y su familia es no sobrevivir a la enfermedad, por lo que obtener resultados positivos es el principal reto”, asevera.

En este sentido, manifiesta que la satisfacción más grande es estar dando una respuesta adecuada ante la pandemia. La mortalidad de la terapia intensiva en el Hospital “Miguel Hidalgo” es de alrededor del 20%, lo que significa que han podido ayudar a una gran cantidad de personas a superar la enfermedad.

“Pero esto es el resultado de un trabajo en el que participan enfermeras, camilleros, el personal de intendencia y todos los que forman el equipo de Salud”, reconoce. También expresa que una gran satisfacción es ser un ejemplo para su hija, quien es estudiante de Medicina.

Naturalmente, también han habido momentos muy duros, refiere el doctor. “Uno nunca se acostumbra a la pérdida, a dar malas noticias, a decirle a las familias que se ha perdido la vida de un familiar, a observar el dolor y el sufrimiento que se vive, el remordimiento. Es algo a lo que no te habitúas, porque también eres parte de una familia: eres padre, hermano, hijo, y siempre tenemos que ubicarnos en el lugar del paciente y en lo que está sintiendo”.

Por ello, el especialista en Terapia Intensiva enfatiza que una de las lecciones que debe de dejar al mundo la presente crisis de salud es que debemos estar preparados para la siguiente pandemia, pues a lo largo de la historia de la humanidad hemos atravesado por catástrofes similares y nunca se ha estado preparado en su totalidad pese a los avances tecnológicos.

Por último, el doctor Alejandro extiende un mensaje de gratitud al personal sanitario y a sus compañeros por el esfuerzo encomiable que han sostenido en estos seis meses complejos: “A pesar del estrés y el cansancio siguen en primera línea. Estoy seguro de que pronto podremos regresar a nuestra vida normal, con la satisfacción de haber cumplido con nuestra encomienda”.

Dr. Samuel Dueñas Campos: «La pandemia ha cambiado la vida de todos nosotros»

No hay ningún resquicio en la vida del doctor Samuel Dueñas Campos, jefe de Medicina Interna en el Centenario Hospital “Miguel Hidalgo”, que el coronavirus no haya transformado por completo.

“Todo ha cambiado: mi vida personal, familiar, laboral. El no poder hacer lo que acostumbramos hacer; convivir; se echa de menos el abrazo y beso de la familia; el ambiente laboral…”, reflexiona el oriundo de Zacatecas.

Es muy difícil regresar a casa y olvidar lo vivido en el hospital. Es duro pensar que puedo enfermar y morir de COVID-19, pero lo peor es no dejar de pensar que puedo ser un portador e infectar a las personas que más amo. ¿Qué podemos hacer ante esto? Diariamente vivimos la realidad de ver pacientes con esta enfermedad, de todas las edades, ámbitos sociales, con y sin antecedentes de enfermedades. Es muy difícil”, se sincera.

La pandemia por COVID-19 ha situado al personal médico y científico ante el reto más grande de una generación. La ausencia de una vacuna (pese al maratónico esfuerzo de los investigadores) y la falta de un tratamiento para los pacientes más graves dificulta la lucha contra el virus SARS-CoV-2:

“El principal desafío ante pacientes COVID-19 es dar la mejor atención. Es una enfermedad nueva, donde no existe el tratamiento específico ni una vacuna para este padecimiento. Cada día hay recomendaciones nuevas, pero las que fueron sugerencias iniciales en estos momentos sabemos que no funcionan”, manifiesta Dueñas Campos.

Atravesar estos desafíos conlleva experimentar momentos complicados. Para el especialista en Medicina Interna, éstos han sido observar el cansancio de sus compañeros; la frustración por no poder ayudar más a los pacientes; la poca empatía de la población hacia el personal sanitario.

“A pesar de todo seguimos intentando dar lo mejor de nosotros, y no ver esta reciprocidad en la sociedad, con algunos que aún no creen en la enfermedad, otros que no se cuidan…”, se lamenta el doctor.

Otro momento arduo, comenta el especialista, es observar las despedidas de los pacientes con sus familiares a través de videollamadas antes de ser intubados, puesto que es latente la posibilidad de que sea la última vez que los vea ante un desenlace fatal. “Esto ha cambiado la vida de todos nosotros”, asegura.

Por el contrario, no hay mayor satisfacción, afirma, que ver cómo un paciente que estuvo al borde de la muerte logra recuperarse y egresar del hospital. Dice que pocos momentos tan emotivos como cuando reciben fotografías con las familias reunidas tras pasar la angustia: “Vale todo lo que hacemos”.

Al doctor Dueñas Campos no le gusta ser reconocido por su labor en la pandemia, no le agrada ser considerado héroe, pues es un trabajo que decidió hacer desde que quiso ser médico. Le gustaría más que la población fuera más empática y fortaleciera sus cuidados.

Finalmente, señala que un gran motivo de orgullo y satisfacción es observar a sus compañeros de hospital, desde el portero hasta el mismo director del nosocomio, todos trabajando bajo el mismo fin: “Tener lo necesario para poder atender a nuestra población. Eso es lo más gratificante para mí”.

Dr. Ricardo Cruz Silva: «Las personas fuera de los hospitales jamás van a entender lo que vivimos»

Para el doctor Ricardo Cruz Silva, jefe de Urgencias del CHMH, hubo un antes y un después en la pandemia en México tras el incidente en el Hospital Las Américas en Ecatepec. Lo que antes eran muestras de respeto y gratitud al personal médico se tornaron en actitudes hostiles por algunos sectores de la población. La gente esquivaba los hospitales pese a manifestar síntomas graves de COVID-19.

Corrieron teorías y rumores y la gente nos tuvo miedo. Verdaderamente hubo mucho dolor: demasiados pacientes llegaron al hospital tras dos semanas de la infección casi que directamente a ser intubados”, rememora el urgenciólogo.

A más de seis meses inmerso en la pandemia, Cruz Silva describe la experiencia como un constante reaprendizaje. Esto, pues reflexiona que el personal médico tuvo que reaprender lo que ya sabía hacer, pero ahora con un equipo de protección asfixiante que exige una rigurosa preparación:

“Hemos aprendido a sobrevivir dentro de estos equipos. Nos hemos acostumbrado a la deshidratación, al cansancio, te habitúas al mareo, al asco, a las ganas de vomitar. No es algo sencillo, pero fuimos acostumbrándonos”, menciona.

Nuevamente, a lo que es imposible familiarizarse es al dolor que provocan las despedidas y la muerte, indica: “Al momento de intubarlos, los pacientes se sienten angustiados, les falta el aire, pero también saben que la posibilidad de la muerte existe. Y no se aferran a la posibilidad de éxito, se aferran a la posibilidad de la muerte”.

No hay día que alguien del equipo no esté llorando dentro del hospital: porque se despidió de algún paciente, porque otro les suplicó que no lo dejáramos morir… Pero el equipo está sólido. Aprendimos ese nivel de hermandad que tienes cuando te apalean y estás adolorido. Somos las únicas personas que nos entendemos. No puedes decirle a tu esposa o a tus hijos lo que viviste porque son cosas que nadie más va a entender más que los que están dentro de un hospital”, reflexiona profundamente.

Sin embargo, hay momentos de luz dentro de esta situación compleja. El urgenciólogo señala que uno de los instantes de más satisfacción es ver la sanación de pacientes que permanecieron durante varias semanas internados en el hospital con pronóstico grave, pero que finalmente superaron la enfermedad.

El doctor señala que es ilusorio tratar de desligar todo lo ocurrido en el hospital cuando llega con su esposa e hijos, pero agradece los momentos con su familia.

“Creo que convertí a mi esposa en mi confidente y a mis hijos en receptores de experiencias. No les comparto lo que vivo, sino cómo me siento”, apunta. También dice que planea escribir un libro sobre las vivencias que ha dejado la pandemia.

Manifiesta que su mayor razón de orgullo es pertenecer a un equipo con una extraordinaria calidad humana, más que ser distinguido por su labor. Esperanzado, expresa que saldrán de esta pandemia más unidos y más fuertes.

Por último, el doctor Cruz Silva exhorta a la población a retomar los cuidados preventivos que adoptó a inicios de la pandemia, “cuando sentían que su vida estaba en riesgo”.

“Debemos volver a ser un equipo. No podemos estar peleados, porque finalmente la guerra es contra un virus, no entre nosotros mismos. Eso es básicamente lo que considero necesario que retomemos para ponerle fin a la pandemia. Si no, difícilmente terminará”.

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