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Diagnóstico postpandemia: Voces de la academia médica en la región

academia médica Centro Bajío Occidente

Por Jesús Venegas y Daniel Villanueva

En 2021, se registraron más de 305 mil 400 personas ocupadas como médicos en México, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). 67% son médicos generales y 33% cuentan con alguna especialidad.

De acuerdo con el “Informe de Resultados 2021” del Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (CENEVAL), en México quince mil 384 personas de 128 planteles en el país presentaron el EGEL en Medicina General, en el periodo enero-noviembre de 2021. Sin embargo, no todas las instituciones de educación superior utilizan este recurso para acreditar a sus médicos egresados. 

De la mano, aunque con propósito diferente, el Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas (ENARM) avala a los médicos generales aptos para una de las plazas de estudio disponibles en alguna especialidad médica. En 2021, 49 mil 479 aspirantes aplicaron esta prueba. 

Ambos instrumentos pueden funcionar como un termómetro para aventurar un diagnóstico de la enseñanza médica en nuestro país. Próximos a conocer los resultados de ambas pruebas, dialogamos con los siguientes líderes de esta academia de nuestra región. 

Los síntomas y métodos emergentes frente a la crisis

Una de las afecciones principales para esta academia radica en que, desde sus orígenes, la enseñanza física es esencial, normada por la Comisión Interinstitucional para la Formación de Recursos Humanos para la Salud. En ese sentido, Rodolfo Pérez coincide que la crisis sanitaria fue un gran reto de reconversión educativa. 

“El problema más evidente fue con los alumnos pasantes de los últimos semestres, ya que los campos clínicos, donde se realizan las prácticas, cerraron al menos por un año[…] Aunque le quedamos a deber a nuestros alumnos, hicimos lo mejor que pudimos”, argumenta.

Fabián Fernández añade que, con justa razón, la primera resistencia encontrada fue en la plantilla docente de la universidad, quienes reiteraron que “los médicos se forman en la práctica clínica”. No obstante, ellos mismos fueron responsables de que estas generaciones no quedaran “a la deriva”. 

“La pandemia exigió el desarrollo de habilidades para los docentes y la adquisición de recursos para la enseñanza en las instituciones. En nuestra universidad, como en otras, teníamos un área de simulación donde se impartieron algunas clases presenciales”, arguye. 

Por su parte, Paulina Andrade destaca que los rezagos no fueron exclusivos de los últimos semestres, puesto que las materias y habilidades que requieren del contacto personal están presentes durante toda la carrera: 

“Desde técnicas quirúrgicas y cómo suturar o inyectar, hasta habilidades propias de la semiología para escuchar al paciente y percibir sus signos vitales[…] También los estudiantes que iniciaban su carrera perdieron talleres de anatomía, fisiología y farmacología; aunque algunos conceptos aplican de manera teórica, la práctica ante paciente no”, explica. 

Potencial tratamiento, nueva oportunidad para una nueva generación

En medio de la pandemia por COVID-19, el número de sustentantes para ingresar a una especialidad se redujo en casi 2% entre 2020 y 2021. 

La doctora Andrade estima que, si bien existe un gran número de médicos generales sin acceder a alguna de las plazas concursadas y que también hubo deserción al interior de estas facultades, este fenómeno se explicaría mejor desde la experiencia de muchos estudiantes médicos que prefirieron esperar a que las condiciones sanitarias fueran mejores.

“Entre los alumnos se valoró solicitar una residencia médica en tiempos de pandemia. Muchos decían: ‘prefiero esperar al siguiente año a ver cómo están los hospitales, porque no creo correcto entrar a un hospital cuando en general están reconvertidos a hospital COVID y los quirófanos están cerrados’”, recuerda

En este sentido, unos de los principales retos es que el número de plazas concursadas no cubren la demanda total de los sustentantes del ENARM. No obstante, la decana apunta que dicha demanda responde a la realidad y necesidades del país: 

“No se pueden aumentar las plazas espontáneamente para que ingresen ocho de cada diez aspirantes. No debemos caer en la sobreproducción de especialistas y descuidar lo esencial: la formación de los médicos de primer nivel, los generales. […] Ellos están al alcance de la mayoría de la población y la pueden encauzar oportunamente con un especialista, sólo y cuando sea necesario. La carrera de medicina no es un curso de preparación para el ENARM”, aclara.

El doctor Pérez Carrillo añade que la infraestructura en México no está preparada para recibir una sobreproducción de médicos especialistas, ya que “en México tenemos 1.96 camas por cada mil habitantes, cuando existen países con trece”. 

Asegura además que, aunque las enfermedades cardiovasculares y crónico degenerativas son las principales causas de muerte en el país, no existe un censo actual y puntual de qué es lo que necesita la población. En cambio, estas enfermedades pueden ser atendidas efectivamente por un médico general bien capacitado, pero uno mal instruido puede agravar seriamente cualquier malestar. 

“Eso nos cuesta mucho a toda la sociedad. No nos podemos permitir no tener buenos médicos generales. Ese es el compromiso de nosotros, universidades, para con nuestra sociedad —con pandemia o sin pandemia—. Yo les digo a mis alumnos: ‘Sean médicos todo terreno’, lo mismo en la montaña que en una zona urbana”. 

En este sentido, las demandas recientes del mercado han generado una diversificación laboral y han abierto diversas oportunidades para los egresados. “Por ejemplo, DHL tiene un área especial de logística médica. ¿Quién puede aplicar? Un profesional de la salud. Y si es por dinero, ganan muy bien”, señala. 

Por su parte, el doctor Fernández Cruz refiere que, aunque “Salud para todos en el año 2000” fue el slogan de la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud de Alma Ata —realizada en Kazajistán en 1978—, aún queda mucho por hacer para brindar una atención universal.

“¡Qué bueno que hay médicos especialistas! Pero la mayor parte la pueden hacer los médicos generales. Es nuestra gran responsabilidad formar y moldear su personalidad terapéutica con ese enfoque de universalidad, atención de riesgo y previsibilidad”, concluye.

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