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¡Desconéctate!

En clase, cuando toco con mis alumnos el tema sobre la importancia de satisfacer necesidades y deseos de los consumidores, invariablemente empieza el debate sobre si las primeras se pueden crear o no -la respuesta es no, por cierto-, y sin falta uno de mis estudiantes levanta la mano y me presenta, según él, la prueba irrefutable de que sí es posible crearlas y como ejemplo cita los teléfonos celulares. De ahí deriva usualmente, una conversación sobre cómo, efectivamente, lo que buscamos es comunicarnos pero que el teléfono celular es solamente un medio entre tantos que tenemos disponibles para cubrir esa necesidad.

Es fácil entender el origen de su argumento. Es verdad, si dejamos en algún lado el teléfono celular sentimos como que olvidamos un pedacito de nosotros y el tiempo que nos toma recuperarlo se vuelve eterno mientras imaginamos con angustia cómo van entrando los SMS, correos electrónicos, mensajes de whatsapp y otras alertas. La ansiedad que puede causar se ha extendido tanto que incluso ya le han dado un nombre: por un lado está la “nomofobia”, (del inglés, nomophobiano-mobile-phone-phobia-) que es el miedo irracional a estar sin teléfono móvil y la sensación de estar incomunicado que provoca; por otro está también el “síndrome de la vibración fantasma” que es cuando sentimos que el teléfono vibra cuando no lo está haciendo.

Hay estadísticas que señalan que el usuario promedio revisa su Smartphone 110 veces al día e incluso existen aplicaciones como Checky que te dicen cuántas veces desbloqueas el celular para revisarlo a lo largo del día.

Con lo anterior se explica por qué la “desintoxicación digital” empieza a convertirse en tendencia mundial. Por fin nos estamos dando cuenta de que la tecnología nos absorbe y que su uso excesivo daña no sólo nuestras relaciones interpersonales, también –y aun cuando pensábamos que tener la oficina en el celular sería una ventaja- afecta nuestro desempeño profesional y productividad laboral (¡oh! la ironía).

Si investigamos un poco encontraremos que hay diferentes recomendaciones para empezar esta desintoxicación: las hay muy drásticas que aconsejan cancelar tu plan de telefonía y olvidarte de cualquier dispositivo durante seis meses y otras más relajadas que sugieren dejar el teléfono durante las vacaciones. Depende de cada quién, pero yo soy de la idea de no se trata de irse a los extremos sino de empezar a formar el hábito y tener presente que todas las cosas tienen su lugar y momento. A final de cuentas es un tema de voluntad: usemos la tecnología sin que esta nos consuma a nosotros.

Comparto algunas sugerencias para adquirir el “hábito de la desconexión”:

  1. Apaga el teléfono y olvídate de la computadora. Sí, parece obvio pero por algún lado hay que empezar. Establece el periodo de tiempo durante el cual estás dispuesto a olvidarte de estos artefactos. Pueden ser horas, pueden ser días, tú decides. ¿Crees soportar un fin de semana “unplugged”?
  2. Olvídate del celular durante los momentos de convivencia. Hace poco empezó a circular en redes sociales un reto en el que se proponía a los asistentes a una comida o cena que todos pusieran en un recipiente sus teléfonos celulares en silencio. En caso de sentir que uno de ellos vibra, el primero en ceder a la tentación y tomar su celular para revisarlo, paga la cuenta. Ese puede ser un buen principio para fomentar la convivencia. Otra idea puede ser dejar el celular en la entrada si vas a visitar a alguien, así puedes dedicarle el tiempo y atención que merece.
  3. Activa el modo “no molestar” en tu teléfono. Puedes programarlo para que deje de recibir mensajes o mails desde la hora de cenar de un día hasta después de desayunar del siguiente y con ello podrás enfocarte en otros asuntos importantes. Después de todo, ese correo que te enviaron a las 2:00 am. puede esperar a que lo respondas cuando llegues a la oficina en la mañana.
  4. Deja tus aparatos electrónicos fuera de tu habitación. Además de que la luz que emiten las pantallas de las tabletas y los teléfonos interfieren con el ritmo natural del cuerpo y tienen un efecto estimulante lo que no te deja descansar, tenerlos cerca hace que aumente la tentación de revisarlos con frecuencia.
  5. Lo retro está de moda. Si te gusta leer por la noche elige un libro en lugar de un e-book, y si acostumbras poner la alarma del celular por las mañanas, mejor compra un despertador. Acciones como esta te ayudarán a dormir mejor y ser más productivo el día siguiente.

Finalmente, hay que tener presente que el celular, las tabletas, las computadoras y las aplicaciones que las acompañan son solo herramientas de comunicación pero al final del día, nada podrá superar el contacto personal. Después de todo, ¿qué hay mejor que reunirnos con un gran amigo a tomar un buen café o una copa de vino y conversar durante horas?

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