Por Xicoténcatl Morales Hurtado, CEO SELF México
En cada empresa hay un grupo de personas que pueden resultar más vulnerables a los desafíos que ha dejado esta pandemia. Ya sea que estuviste trabajando a un ritmo acelerado bajo el modelo home office o fuiste a realizar guardias a la oficina o centro de trabajo encontrándote con un escenario poco alentador, los efectos psicológicos de la contingencia sanitaria no se han hecho esperar.
Durante los pasados meses los sistemas laborales se desplomaron. Líneas de producción, espacios administrativos, dependencias de gobierno, entornos de coworking, etcétera, todos estos escenarios sufrieron drásticos cambios en su dinámica, haciendo que la simetría y regularidad de las actividades productivas se vieran seriamente afectadas.
¿Notas a tu alrededor gente que luce con la mirada caída? ¿Percibes que entre tus compañeras(os) de trabajo la voluntad se ha desgastado? ¿Hay bajos niveles de motivación en tu entorno o equipo de trabajo? Adaptarse a la nueva normalidad es sin duda la ruta que nos llevará hacia adelante, pero esa ruta puede esconder peligros como la depresión laboral postcovid. ¡Cuidado!
Entremos a las definiciones
Por supuesto que la palabra depresión se refiere a un desorden psicoafectivo profundo que debe ser diagnosticado y atendido por profesionales de la salud mental. Aunque el término se usa para describir afecciones que incluyen el trastorno bipolar, trastorno depresivo mayor y algunos otros que requieren asistencia especializada, lo estamos usando aquí como una nomenclatura de riesgo.
Utilizamos este concepto para ilustrar algunos efectos que de forma silenciosa están afectando las condiciones psicoafectivas propias de esta etapa de reactivación económica que se inclinan a los profundos cambios de humor.
Lo primero y más importante es distinguir algunos de sus síntomas, entre los cuales podemos homologar:
– Irritabilidad y cambios temperamentales repentinos.
– Dificultad para conciliar el sueño (insomnio) o exceso del mismo.
– Variaciones en la ingesta (falta de apetito) o desórdenes alimenticios.
– Cansancio y poca energía física.
– Sentimientos de incapacidad o culpa.
– Autocondenación y desánimo.
– Desmotivación y desorientación.
– Inactividad y retraimiento de las actividades usuales.
La mayoría de las personas tendemos a interpretar las señales de la salud mental de forma ligera. Definitivamente si sabes que requieres un análisis completo de tu estado psicológico insistiremos en que lo mejor es acercarse con profesionales.
La referencia a la que nos estamos enfocando trata del costo que ha dejado la emergencia sanitaria y su relación con el desgate psicoafectivo que ha traído alteraciones a nuestro carácter, concentración y vida emocional. Reiteramos que estamos usando el término depresión laboral como una analogía de un cuadro sintomático rodeado de problemáticas que se deben atender con diligencia.
¿Qué hacer ante la depresión laboral postcovid?
Cuando se trata de términos clínicos lo mejor es no abordarlos genéricamente, sino con cuidado. Cuando el temor, ansiedad o algún otro registro aparecen sin saber de dónde provienen, quizás estemos propiciando que estos patrones de conducta cobren fuerza debido a un tipo de hábito nocivo que venimos desarrollando paralelamente a las curvas de crecimiento del COVID-19.
La llamada cuarentena y los meses permeados por los cambios imprevistos en los semáforos que marcan la pauta de las actividades no han sido definitivamente las condiciones más saludables para sentirnos cien por ciento productivos.
La falta de socialización, el confinamiento y la preocupación por el escenario económico han generado un asalto abierto a nuestros estados de ánimo. Por ello recomendamos:
– Trata de confiar en la gente cercana y habla de cómo te sientes.
– Detén toda actividad que esté perjudicando tu salud y avisa a tu jefe inmediato.
– Genera una conexión con el personal de RRHH encargado de ver estos casos.
– Solicita asistencia personalizada vinculándote con la red de apoyo de tu empresa.
– Pide una valoración de tus cargas de trabajo buscando, de ser necesario, reducirlas.
– Trata este asunto con franqueza ante las autoridades de tu compañía.
Es comprensible que muchas personas abriguen algunos de los síntomas mencionados y que también sientan pena al externarlos. Dejar que avancen es peligroso y poco recomendable.
Aceptar los desafíos de esta nueva realidad encarando la batalla interna que ha dejado en su estela el coronavirus es parte de un trabajo que nos compromete a todos: directivos de alta gerencia, empleadores, gerentes, consultores y empleados.