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Dejar de aprender: la ruina de todo emprendedor

Por Xicoténcatl Morales Hurtado, Director de Grupo Gavata

El destacado concertista español Pablo Casals fue entrevistado al cumplir ochenta años. A su edad era considerado el mejor violoncelista del mundo y a todos sus familiares y conocidos siempre sorprendía la capacidad progresiva con la que ejecutaba sus notas desde joven.

En la conferencia dedicada al festejo de su aniversario hubo momentos que detonaron interesantes comentarios a nivel internacional, uno de ellos quedó registrado de la siguiente forma:

-Periodista: ¿Por qué sigue practicando durante horas todos los días? ¿Cree que a sus años necesita aprender algo más?

-Casals: Porque creo que estoy mejorando…

El mundo de la música y el mundo empresarial no están compuestos por personas expertas que se hayan conformado con sus logros. La verdad es que las grandes mentes de la iniciativa privada siempre están aprendiendo, descubriendo nuevas habilidades o impulsando a otros a superar sus propios límites.

La disciplina, dedicación y búsqueda de nuevos horizontes son atributos que destacan en los mejores perfiles de los líderes de negocios, directivos e innovadores de las visiones que transforman nuestra realidad a través de sus ideas.

Uber, Alibaba, Facebook, Apple, Microsoft, Amazon, Berkshire Hathaway, Alphabet, ​Tencent Holdings, Tesla, etc., son ejemplo de compañías que fueron fundadas por personas que dedicaron su vida a explorar cómo se pueden perfeccionar los servicios y seguir mejorando a lo largo de los años.

Desempeño, productividad y rendimiento    

Cuando hablamos de aprendizaje continuo no debemos confundir estos tres conceptos. Las personas necesitan saber con exactitud qué deben exigirse y esperar de sí mismas según la temporada o situación en la que se encuentran.

La productividad, por ejemplo, tiene un toque cuantitativo. Puede ser medida en función de la eficacia demostrada en la ejecución de una tarea repetitiva. Es un término asociado con parámetros establecidos a lo largo de un ciclo medible o un proyecto cifrado en números claros.

El rendimiento guarda mucha relación con las exigencias definidas o efectos esperados ya no sólo cuanti, sino cualitativamente. Su gestión es un asunto que mezcla durabilidad pero también utilidad.

Por su parte, el desempeño se inclina hacia las expectativas. Como tópico central del ecosistema emprendedor no debe reducirse sólo “a las cosas hechas”, sino a la actitud, vigor, fortalecimiento y claridad en la definición y logro de resultados a largo plazo.

Como indicadores se debe saber medir y documentar cada término pues tienen una función clara y específica en los periodos que pueden componer un proyecto o iniciativa.

Ir más allá de los estándares          

¿Cómo se vinculan con el aprendizaje continuo que caracteriza a los genuinos emprendedores? ¿Deben usarse para evaluar éxitos inmediatos o a lo largo de todo un curso de acción?

Creo que aquí hay una clave que nos ayudará a entender su significado: un emprendedor debe conocer las metas y requisitos que su idea de negocio exige para establecer un parámetro de productividad, instituir un proceso de seguimiento y monitoreo de sus logros para gestionar adecuadamente su rendimiento, pero aprender a evaluar constantemente sus logros y fracasos para determinar la congruencia de su desempeño (no sólo cuando haya victorias, sino sobre todo cuando las cosas parezcan salirse de control, como en esta pandemia).

El aprendizaje es un asunto de desempeño, pues este último factor no sólo se refiere a los fines parcialmente logrados en el desarrollo de una empresa o a la operación de estándares y reglas que garantizan el progreso de una visión en sus primeras etapas.

Dejar de aprender: la ruina de todo emprendedor

Por ello, dejar de aprender es riesgoso. Nadie que quiera triunfar en el entorno empresarial debe desentenderse de una tarea que se compromete a realizar durante toda la vida útil de su producto o servicio. ¿Imaginamos siquiera los riesgos de esta actitud?

En términos muy claros, aprender constantemente mantiene abierta la mente emprendedora a la adopción de nuevos estilos, desarrollo de aptitudes, formas nuevas de llevar soluciones a un mercado y expandir carteras de clientes con idoneidad y profesionalismo.

Lo más importante de todo esto es crear un acuerdo con nosotros mismos que nos ayude a desculpabilizar algún reproche oculto. El COVID-19 ha traído derrotas en muchos frentes de la IP; derrotas que significan mucho para una productividad limitada o un rendimiento que tomó a los líderes de negocio con los dedos en la puerta, pero no para un desempeño vehemente y valioso de lago alcance.

La clave para lograrlo es mantenerte aprendiendo, renovando propósitos cuando sea necesario y reorientando constantemente nuestras ideas sobre lo que significa ser virtuoso en una disciplina. Miremos el ejemplo de Casals: un octogenario que seguía insistiendo en mejorar su maestría en una fase en la que muchos sólo piensan disfrutar su retiro.

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