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¿De qué color es la corbata?

Hace algunos años estuvo al aire la serie The West Wing, cuya trama giraba alrededor de la administración de un ficticio presidente de Estados Unidos y las actividades de sus colaboradores más cercanos. Era una serie ágil e inteligente que nos permitía imaginar el “detrás de cámaras” de un gobierno y las decisiones que toma.

La referencia viene a colación por los tiempos electorales que vivimos actualmente. En uno de tantos capítulos de esa serie, los protagonistas se encuentran en campaña y se están alistando para un debate importante. Preparativos se hacen hasta decir basta, se ensaya el discurso, las posibles preguntas y sus respectivas respuestas, se plantean diferentes escenarios y los mensajes a transmitir en cada uno de ellos.

Lo más entretenido de ese episodio es la atención prestada a las corbatas. Muestran a un grupo de estilistas buscando la corbata perfecta: el color adecuado, la textura apropiada, el efecto de la iluminación del set en ella y, finalmente, el efecto que la cámara ejercerá en todo el conjunto, ya que puede ser influencia importante en la percepción del público sobre el candidato.

Una corbata. Parece algo sin importancia; sin embargo, es un detalle al cual se presta mucha atención para causar una impresión adecuada.

El debate presidencial entre John F. Kennedy y Richard Nixon en 1960 fue el primero que se transmitió por televisión en blanco y negro. Para 1976, la televisión ya era a color y cuando se enfrentaron Jimmy Carter y Gerald Ford, el traje y el color de la corbata cobraron gran relevancia. Curioso, ¿no? Un simple pedacito de tela parece decir tanto y puede dar tantos dolores de cabeza a consultores de imagen, publicistas y asesores políticos.

Todos sabemos que la imagen es básica en cualquier circunstancia y en una campaña política es predominante. No solo habla del candidato y su partido, también les ayuda a conectar con su público meta. Eso explica porqué los equipos electorales cuentan con un consultor de imagen que los guía para utilizar las mejores estrategias lingüísticas, entender cómo funciona la comunicación no verbal, hacer los gestos adecuados, modular la voz y, por supuesto, seleccionar el guardarropa correcto para cada ocasión.

En este episodio del que hablamos, treinta segundos antes de salir al aire e iniciar el debate, la primera dama toma unas tijeras y corta la corbata del presidente justo por debajo del nudo obligándolo, después de unos segundos de pánico, a sustituirla con una que le proporciona un miembro de su equipo y que, obviamente, no se ha probado frente a la cámara. Con ella sale al escenario lleno de energía y se lleva de calle a su contrincante.

¿Era tan especial la corbata? En realidad, no. Después de estudiar los mejores ángulos, probar varios trajes y una variedad de corbatas que daría dolor de cabeza a los de Scappino, lo evidente es que detrás de ese triunfo se encontraba simplemente un mensaje claro. Sus palabras, lo que representan para el candidato y para sus votantes es lo que debe ser, al final del día, la columna vertebral en cualquier elección.

De regreso al debate de 1960, vale la pena señalar que Nixon estaba convaleciente por una lesión en la rodilla, la cual, si bien lo llevó al hospital, no hizo que detuviera su campaña sino hasta el último momento; por esta razón, el día del debate, el cansancio y su negativa a usar maquillaje para la transmisión causó que, además de brillar por los reflectores, se viera delgado, pálido y desmejorado. Por si lo anterior fuera poco, su traje gris se perdía con el fondo del estudio (la transmisión era en blanco y negro). Por su parte, Kennedy, había descansado antes del evento, se veía confiado y relajado, su aspecto era saludable y su traje obscuro lo hacía destacar. Al finalizar el debate, la mayoría de las personas que lo vieron por televisión nombraron ganador a Kennedy; no obstante, para quienes lo escucharon en la radio, el vencedor fue Nixon.

Estos dos casos -uno ficticio y otro real-, nos sirven para destacar que, independientemente de los accesorios o el corte del traje (el tamaño del espectacular o el spot de radio más ingenioso), a lo que debemos prestar atención es al mensaje y la congruencia de quien lo comunica.

Este año no votaremos por un presidente, pero sí por el grupo de personas que nos representarán en el Congreso y quienes deben ver por los intereses de las personas de nuestro estado; pero ya sea que estemos eligiendo a un diputado como en esta ocasión o a quien dirigirá la asociación de vecinos de nuestro fraccionamiento, el principio debe ser el mismo: debemos tomar una decisión informada, conocer nuestras opciones y votar.

Los invito a ver más allá de la propaganda y conocer realmente a los candidatos: quiénes son, cómo piensan, cuáles son sus valores y qué proponen para el futuro de Aguascalientes. Con ello podremos elegir de manera responsable y entonces, lo de menos será el color de la corbata.

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