Por: Javier Díaz
Es común en el mercado de las ventas, que al ver el éxito de un empresario o emprendedor se quiera copiar lo que está haciendo para generar grandes ganancias. Sobre todo si no existe mucha competencia alrededor.
Este fenómeno se deriva de la globalización de la economía donde las fronteras cada vez son más estrechas y cada vez es más sencillo vender productos de otros países. Generalmente, el mayor proveedor ha sido China.
En los últimos años, durante y después de la pandemia, el mercado se fortaleció mucho en las ventas en línea. Plataformas como Mercado libre, Amazon y otras crecieron considerablemente. Pero al ver las bondades de estas, entro mucha competencia y los ciclos de vida de los productos se volvieron más cortos sacando a muchas empresas del mercado.
Sí, por ejemplo, yo vendía un vaso de cierto modelo lo subía a la plataforma con un precio X, se empezaba a vender muy bien, pero antes de los 3 meses llegaba un competidor con el mismo producto (idéntico en color, características, tamaño etc.) a un precio más bajo y, por consecuencia, se dejaba de vender.
Recuerda que al comercializar un artículo por internet donde tienes toda la seguridad, el beneficio es idéntico, la empresa tiene buena reputación, sin pensarlo te vas por el precio más bajo, ¿cierto? También es cierto que derivado de todo lo anterior y la búsqueda de ser más rápidos y efectivos en las transacciones con los clientes, las personas se sienten cada vez más desatendidas y este fenómeno está creciendo más y más.
Recuerda que si no tienes un diferenciador tus márgenes de utilidad se irán reduciendo con el tiempo, y el principal tema que la gente busca hoy en día en el ámbito de ventas es valor genuino y la personalización de la experiencia.
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Las personas ya no sólo buscan productos, sino soluciones que resuelvan sus problemas específicos de una manera única y adaptada a sus necesidades. Te lo comento porque la gente está cansada de las transacciones rápidas y para ello el vendedor juega un papel de investigador.
Los consumidores modernos quieren sentirse comprendidos y que las marcas les ofrezcan algo que resuene con su estilo de vida, sus valores y sus deseos. Esto se traduce en una mayor demanda por:
- Productos personalizados. Ya sea en términos de características, experiencias de compra o comunicación, las personas valoran la individualización (nos gusta sentirnos especiales y exclusivos).
- Relaciones auténticas. Los consumidores esperan una interacción humana y auténtica, más allá de una venta transaccional. Nos hemos vuelto flojos y todo lo queremos automático como las contestaciones por bots (recuerda que la moneda más cotizada actualmente se llama tiempo).
- Beneficios claros y tangibles. La gente se ha vuelto más crítica respecto a la relación calidad-precio. Por esto, los beneficios del producto deben ser claros, fáciles de entender y demostrar un retorno de inversión o un valor real. A nadie le gusta comprar algo equivocado.
Además, hay una creciente importancia del marketing emocional, que conecta más allá de las características del producto y busca crear una experiencia que genere conexión y lealtad. Las marcas que logran establecer un vínculo emocional con sus clientes, ofreciendo experiencias memorables, son las que triunfan.
En resumen, hoy en día lo que más busca la gente en las ventas es una experiencia personalizada, un valor auténtico y una conexión emocional genuina.