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¿Cómo terminaste el Blue Monday?

Por Octavio Gómez

Este 20 de enero hizo ruido en el mundo el término Blue Monday; una especie de tradición que ocurre el tercer lunes del primer mes del año en el que, se dice, es el día más triste del año. Esta supuesta efeméride se adjudica a una campaña publicitaria lanzada por la compañía Sky Travel en Inglaterra durante el año 2005, la cual se basaba en una compleja ecuación publicada por Cliff Arnall, profesor en el Centro de Aprendizaje de Lifelong de la Universidad de Cardiff, institución que años después se deslindó del estudio. 

Si bien es claro que no hay sustento científico en la aseveración, este es un pretexto válido para poner manos a la obra en el trabajo interno, desarrollar estrategias claras para alejarnos de la tristeza paralizante y seguir desarrollando nuestra inteligencia emocional: una habilidad blanda que hoy es clave para el crecimiento profesional de cualquier persona. 

A través de esta oportunidad, enlisto algunas conclusiones que este “Día azul” nos deja, esperando que sean de utilidad para más de una persona que atraviese por momentos complejos más de una vez al año, pero cuya capacidad y resiliencia le permitirá salir avante: 

Claro es que no hay ecuación que permita determinar cuál es el día más triste del año. Pero este tercer lunes de enero en una nueva década nos permite reflexionar lo importante que puede ser el alertar a nuestros sentidos para atender las emociones de la manera más inteligente posible. 

Como individuos, estamos equipados de manera natural para aprender de nuestros momentos de tristeza y asimilar de la mejor manera posible las circunstancias que nos pueden generar frustraciones o carencias. 

La correcta valoración de los factores externos y el fortalecimiento de nuestras habilidades internas aplican tanto a seres humanos como a las organizaciones para capitalizar la tristeza como motor y detonante de nuevas y mejores prácticas de vida.

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