Por Walter Buchanan, CFA socio director de SaveNest
Después de vivir un 2020 donde en un inicio sólo se esperaba una moderada desaceleración global y no una crisis económica provocada por una pandemia -la cual causó el crash bursátil más rápido de la historia- pocos se imaginarían ver los mercados donde se encuentran ahora.
Para empezar, pocos vaticinaban que el peso mexicano pudiera volver a cotizar alrededor de los $20.00, pues durante marzo en medio de los apagones económicos, cierres de fronteras y medidas para combatir la pandemia nuestra moneda se depreció más de 25%. Sin embargo, ahora se perfila como una de las monedas más fuertes para finalizar el 2020.
Si bien el peso se depreció contra el dólar, sólo lo hizo 5% aproximadamente. Podríamos decir que parte de la fortaleza del peso se debe más bien a la debilidad del dólar (como podemos observar con un euro apreciado), no obstante, otras monedas de países pares emergentes también cierran el año con depreciaciones de doble dígito. El rublo ruso y el real brasileño por ejemplo, caerán -15% y -20% respectivamente.

Las bolsas también dieron una grata sorpresa, pues pocos auguraban que en medio de una recesión económica global, las principales bolsas del mundo cerrarían en números positivos, pues al cierre del viernes 18 el rendimiento del fondo cotizado que replica el IPC, principal índice bursátil del país, se perfila a cerrar el año con un rendimiento de alrededor del 2%.

También los fondos cotizados que replican los principales índices en Europa (VGK), China (FXI), Estados Unidos (IVV-S&P500, QQQ-Nasdaq) cierran con buenos rendimientos. Incluso Estados Unidos ha logrado rendimientos de doble dígito tanto en el índice tecnológico con más del 45% y el índice de las 500 empresas más grandes con rendimientos de más de 16%.
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Para el caso de los instrumentos gubernamentales como los cetes, bonos y udibonos, el año concluye con rendimientos atractivos, como podemos ver con el desempeño de los fondos cotizados que invierten en dichos instrumentos:

Tanto los bonos de mediano plazo (M5TRAC) como los de largo plazo (M10TRAC) y los Udibonos (UDITRAC) perfilan finalizar el año con ganancias de doble dígito por segundo año consecutivo.
Sin duda podemos decir que nuevamente este es otro año de triunfo para los optimistas. No obstante, dicho triunfo no viene gratis, pues las personas que mantuvieron sus inversiones en las bolsas mencionadas, o en bonos o udibonos tuvieron que pagar el precio de una incertidumbre nunca antes vivida en el mundo, incluso por encima de 1918, cuando hubo una pandemia de magnitud similar pero el mundo no se encontraba hiperconectado como ahora.
Con el avance que han tenido los mercados accionarios muchos se preguntan si se han encarecido “demasiado” y si aún es buen momento para invertir en ellos. Los analistas esperan rendimiento para el S&P 500 de alrededor del 8%, que en realidad está muy en línea con el rendimiento promedio histórico, lo cuál hace este pronóstico fútil.
Los mercados accionarios sí se han encarecido, pero es una realidad que ha provocado tasas de interés de los bancos centrales de países desarrollados de prácticamente 0 y una rentabilidad de las utilidades (utilidad/precio) de los mercados a más del doble que la tasa de 10 años en Estados Unidos por ejemplo, lo que quizá siga haciendo atractivos a los mercados accionarios en el futuro.
Por supuesto, seguimos con la incertidumbre de cuándo terminara en definitiva la crisis sanitaria del COVID-19, cómo será la logística de la vacuna, cuándo será la próxima recesión, entre otras muchas interrogantes. Sin embargo, esta falta de certeza es el precio a pagar por rendimientos más altos (o mayores a 0 en ciertos casos) y no todos tienen el estómago para soportarla…
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